En 'Soy Macarena’, su libro de memorias editado por La Esfera de los Libros que ha adelantado en exclusiva ElPlural.com, Macarena Olona relata por primera vez cómo vivió el varapalo de Vox en las elecciones de Andalucía que acabaría provocando su salida de la primera línea política.

Según reconoce Olona, veinte o veintidós escaños era "el peor escenario” que le habían pintado Santiago Abascal y la mano derecha del líder de Vox, Kiko Méndez-Monasterio.

“Mantuvieron hasta el último día ese vaticinio. Llegaron a decir que bajar de treinta escaños sería una decepción. Pueden imaginarse cómo fue el bofetón de realidad cuando el desenlace fueron los catorce diputados, solo dos más que en las elecciones andaluzas de 2018”, explica Olona para comenzar el relato de lo vivido el 19 de junio de 2022.

De hecho, la noche del recuento electoral Olona lo considera “un día oscuro” que incluso tilda como “uno de los más feos” que ha vivido en su vida. Un día que pasó "encerrada" en un hotel con el propio Santiago Abascal y el núcleo duro de Vox.

“Encerrados en un hotel”

“Desde primera hora de la tarde nos encerraron en una habitación para seguir el recuento a Kiko (Méndez-Monasterio), Santi (Abascal), Jorge Buxadé, Javier Ortega Smith, Iván (Espinosa de los Montero), Manuel Mariscal y a mí. El núcleo duro entre cuatro paredes y los demás en la terraza del hotel de Sevilla donde el partido había organizado la celebración de la noche electoral. Poco antes del cierre de los colegios electorales apareció Cristina, la maquilladora que me acompañó durante casi toda la campaña, una buena amiga. Me metí en el baño con ella para arreglarme mientras todos los demás estaban apiñados alrededor de una mesa viendo la tele, en silencio, esperando a que comenzase el recuento. El ambiente de esa habitación estaba viciado, las caras hablaban lo que las bocas callaban, yo estaba desconectada de la realidad, pero me sentía una intrusa, una cumpleañera en mitad de un funeral. Lo achaqué a la tensión, a los nervios naturales de las citas electorales, a la incertidumbre de no saber si nos iba a ir bien o muy bien, porque ya saben que mal se suponía que no era una opción. Tan enrarecido estaba el clima que, al salir del baño después de pasar por chapa y pintura, traté de romper el iceberg que había en la sala para destensar un poco: “Bueno, ¿por qué nadie está diciendo lo guapa que estoy?”. Ni una sola palabra, alguno ni siquiera levantó la mirada de la pantalla del teléfono para mirarme. Raro, pensé, muy raro”.

La noche, según el relato de Olona, no fue a mejor. “La incomodidad llegó a tal punto que quería salir de allí pero no sabía cómo”, admite en su libro la expolítica de Vox.

Una noche en la que el punto de inflexión llegó cuando al cierre de los colegios electorales, Narciso Michavila, presidente de GAD3, adelantó en Canal Sur que el PP iba a lograr mayoría absoluta.

Así lo relata Olona:

“Por primera vez se rompió el silencio en la sala y hubo quorum para, incluso en ese momento, seguir negándome lo que llevaban tanto tiempo diciendo que era imposible. Se oyeron frases como ‘Este es un vendido del PP’, ‘No es posible’ y ese tipo de comentarios de niños queriendo cuestionar lo que, a todas luces, ya era incuestionable. En ese momento, me levanté de la silla, pegué un taconazo y les dije: ‘Hay que empezar a asumir que hemos perdido las elecciones y que el PP va a sacar mayoría absoluta. Comenzad a preparar el discurso para salir ante los medios. Narciso no se va a jugar su prestigio ni el de GAD3 de esa manera cuando en menos de una hora sabremos cuáles son los verdaderos resultados’.

En definitiva, el ambiente cada vez iba tensándose pareciéndose, según describe Olona, al de “una de esas películas antiguas de suspense en las que llega el desenlace y, después de la reconstrucción de los hechos por parte del audaz inspector, se acaba revelando quién es el culpable y todos los demás personajes se giran para mirarlo”.

“Pues eso mismo noté yo: miradas llenas de reproche y recriminación, algunas, incluso, llenas de esa satisfacción de los mediocres cuando ven que alguien a quien odian fracasa”.

Finalmente, Olona expone cómo acabó esa “noche:

"Comparecí con todos los rostros visibles y largos de Vox menos Ortega Smith, que se incorporó después porque estaba haciendo una conexión con el programa de televisión El gato al agua. Ese discurso fue uno de los retos más complicados que he tenido que afrontar en mi vida. Estaba deshecha, derrotada, sin fuerzas. Pero, sobre todo, estaba sola. Acompañada, pero sola. Lo había estado en esa habitación durante el recuento, lo estuve sobre aquel escenario. En cuanto terminó la comparecencia, salí de allí pitando con mi familia y los miembros más cercanos de mi equipo hacia el hotel en el que nos hospedábamos, donde había preparado un ágape que nunca nos comimos. (…) En el vestíbulo del hotel les pedí que me dejaran sola. Subí a la habitación y descorché la pena de mis ojos y de mi pecho. Fue un fracaso, un fracaso de expectativas”.