Los números avalan la posibilidad de conformar una mayoría progresista. O eso parece. En las últimas horas se ha podido saber que los presos de Junts per Catalunya (JxCat) se decantan por la abstención, dejando una aritmética parlamentaria favorable a los intereses de Pedro Sánchez. Pero no suma. Para ello, además, necesitaría los apoyos de PNV, Compromís, PRC y Unidas Podemos.

Y aunque parece haber una mayoría nacionalista a favor de Sánchez, las tácticas negociadoras de Ferraz levantan alguna ampolla que otra. La posición de "lo tomas o lo lejas" o los guiños del PSOE a Ciudadanos -en un intento simultáneo de retratar al partido de Rivera y de lograr una alianza más estable- despiertan no pocas fricciones. Hay que recordar que la opción de sumar a los naranjas garantizaría una holgada mayoría que proporcionaría estabilidad a la hora de establecer una hoja de ruta fija e inalterable a lo largo de los próximos cuatro años.

A pesar de ello, el núcleo fuerte de Rivera sigue insistiendo en su negativa a sentarse con el presidente del Gobierno en funciones. El desdén se ha instalado en la comitiva naranja y, pese a los bandazos estructurales que se han vivido con la marcha de Toni Roldán, Javier Nart y Juan Vázquez (escépticos con el rumbo adoptado y partidarios de pactar con la izquierda para aislar a los independentistas), la postura adoptada parece inamovible.

Mientras tanto, las miradas se mantienen en Pablo Iglesias y su grupo. Unidas Podemos también está instalado en una posición en la que sólo se apoyará a Sánchez si hay ministerios de por medio. El modelo balear y el valenciano contra el portugués. Acuerdo programático o puestos ministeriales. La encrucijada es integrar a altos cargos de Unidas Podemos en el Ejecutivo o seguir abogando por un equipo monocolor.

El PSOE, por el momento, juega con los nombres y los cambia en función de las reuniones que mantiene con sus “socios preferentes”. Del “gobierno de coalición” se pasó al de “cooperación”. Sin quedar muy claro el propósito ni los pormenores prácticos del vaivén en la nomenclatura, los del puño y la rosa se sienten fuertes en sus 123 escaños y están dispuestos a presentarse a la investidura en julio sin tener el ‘sí’ definitivo de todos los grupos necesarios.

Así las cosas, con el tiempo encima y con el calendario ahogando las posibilidades de entendimiento, los independentistas meditan la abstención, Unidas Podemos tensa la cuerda y Pedro Sánchez deja correr el minutero a la espera de que su voluntad de gobernar en solitario fructifique a izquierda o derecha.