Este jueves, Ciudadanos se hacía con la presidencia de la Mesa del Parlamento de Andalucía. Un puesto que ya ocupa su diputada Marta Bosquet tras pactar con el Partido Popular y Vox, asumiendo así las condiciones que el partido de extrema derecha había impuesto.

“No ha sido fácil (…) Lo más complicado era lo más obvio: que entendiesen que no íbamos a aceptar ese desprecio, ese ninguneo (…) La última condición era que nos pidieran formalmente el voto, porque no se dignaban ni a pedirnos ese voto”, explicaba el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, minutos después de que se oficializase el acuerdo entre las derechas en Andalucía.

Temor a no parecer de centro

Tal y como ha ido informando estos días ElPlural.com, Ciudadanos dudaba de la conveniencia de alcanzar un acuerdo con Vox. Desde un primer momento eran conscientes de que necesitaban los votos de los ultras para hacerse con la presidencia de la Mesa del Parlamento andaluz, así como con futuros puestos claves del gobierno de Andalucía (vicepresidencia y consejerías claves incluidas).

Sin embargo, desde la formación naranja tenían pavor a que su posición de partido centrista saltase por los aires, renunciando de este modo a buena parte de su electorado que se sitúa en posiciones progresistas, moderadas y obviamente muy alejadas del ideario ultra de la formación de Santiago Abascal. Por ello, desde Ciudadanos intentaron no reunirse siquiera informalmente con Vox.

Algo por lo que Abascal dejó claro que no estaba dispuesto a pasar. Primero, denunció públicamente que su partido estaba siendo “demonizado” y “condenado al acoso” por parte de los naranjas. Después, amenazó a Albert Rivera con la repetición de las elecciones en Andalucía. Horas antes de que finalizase el plazo para llegar a un acuerdo, Vox elevó aún más el tono y acusó directamente a Ciudadanos de “sentarse con los comunistas aliados de Otegui y Torra” (en referencia al encuentro que mantuvieron en la estación de tren de Jérez con Adelante Andalucía) y dar al traste con la posibilidad de desbancar del poder al Partido Socialista.

Finalmente, cuando en Ciudadanos comprobaron que Vox no cedía, el partido de Albert Rivera ‘claudicó’ reuniéndose con los ultras, dejándose ver juntos ante las cámaras de televisión, aceptando ante los periodistas que necesitaban (y aceptaban) los votos de los ultras y oficializando un acuerdo que otorga a la formación de extrema derecha un puesto en la Mesa del Parlamento andaluz.

Lo que gana Ciudadanos y a cambio de qué

A cambio, Ciudadanos obtiene la presidencia del Parlamento (es la segunda institución por orden de relevancia de Andalucía, siendo clave en la tramitación de las iniciativas políticas en la Cámara, en la elaboración del Presupuesto y en cuestiones tan relevantes como fijar las oposiciones a funcionarios de la institución). Además, allana el camino para que Juan Marín se haga con la vicepresidencia de la Junta y su partido obtenga un buen número de consejerías en la región con mayor población en España, que cuenta con un presupuesto de 34.800 millones de euros y tiene la mayor plantilla del país con más de 260.000 empleados directos. Era, además, la joya de la corona de la izquierda, estando gobernada desde hace 37 años por el Partido Socialista.

Paralelamente, Albert Rivera consigue acercarse a Santiago Abascal (su relación personal, tal y como desveló este periódico, estaba hecha añicos) y hace más fácil que si a nivel nacional Ciudadanos es el partido más votado de la derecha, Vox no tenga más remedio que conceder la presidencia del Gobierno al político catalán al que día sí y día también sus militantes acusan de ser un “veleta”.

Vox no se lo pondrá fácil a Ciudadanos. Fuentes cercanas al partido de extrema derecha subrayan en privado que tras el acuerdo en Andalucía, los de Albert Rivera ya no podrán venderse como centristas y tendrán que abandonar la equidistancia con la que tantas veces se presentan ante la opinión pública. Su objetivo, además, será ‘robarles’ a su electorado más conservador, poniéndoles en evidencia tantas veces como sea posible.

“En cada votación y en cada ley tendrán que hablar con nosotros. Apoyaremos aquello que sea bueno para Andalucía y no apoyaremos aquello que consideremos que no va a ser bueno. Haremos entender que con nosotros no hay sorpresas: no seremos veletas como algunos”, ha afirmado al respecto Ortega Smith.

Conscientes del desgaste que Ciudadanos puede sufrir por su pacto con los ultras, no son pocos los que han alzado la voz en contra de este acuerdo. Sin duda, el más tajante ha sido su candidato a la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, quien no pudo ser más claro cuando afirmó: “No puede haber ningún pacto con Vox (…) Tiene la tesis de toda la extrema derecha en Europa”.

En declaraciones a ElPlural.com, un dirigente de Ciudadanos lamentaba este jueves off the record lo sucedido en Andalucía, comparando el actual pacto con Abascal con lo sucedido en su día con Libertas. Y es que antes de de Vox, Ciudadanos ya pactó con la extrema derecha.

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