Si hacemos memoria, descubriremos que los últimos meses de Rita Barberá transcurrieron en soledad y atrincherada en su casa de Valencia, en esa en la que vivía de alquiler según su amigo Francisco Camps y que era prueba de que no se había llevado del ayuntamiento “ni una rosquilleta”.

Fuera como fuese, el caso es que Barberá salía de su domicilio en contadas ocasiones dejando pocas declaraciones públicas o ninguna. Sus últimas palabras, al menos las que han transcendido, son dos ejemplos del aislamiento que vivía con respecto a los que fueron sus coleguitas del PP y de su declive político al estar investigada por blanqueo de capitales.

Su función: “sacar votos”

Fue sentarse en el banquillo y encender el ventilador. Después de 24 años con el bastón de mando de Valencia en la mano, parece que Barberá tenía una única función cuando llegaban las campañas electorales: “sacar votos”, del pitufeo ya se encargaban otros. Ella se “dedicaba al programa electoral y a estar en la calle”.

Según se puede leer en la transcripción de la declaración que hizo ante el juez Cándido conde-Pumpido, a la que ha tenido acceso ELPLURAL.COM, Barberá aseguró que ella no formaba parte del Comité de Campaña del PP valenciano, es más, ni sabía cómo se desarrollaba el sistema de financiación del pitufeo que ahora investiga la justicia.

Eso sí, reconoció que dio 1.000 euros, pero porque el partido necesitaba dinero. “Si eras militante era aconsejable que aportaras una cuota dado que el partido necesita financiarse, que la aportación era de 60 euros mensuales, los militantes que no tenían cargo aportaban 30 euros”, explicó en sede judicial para acto seguido decir que esta forma de actuar no la entendía como “una financiación atípica”. Para Rita era normal. Es más, negó “expresamente que en el PP de Valencia se produjera ningún tipo de financiación ilegal”. 

Durante su declaración, Barberá insistió en que, si alguien tiene culpa de algo, esa podía ser Mari Carmen García-Fuster, secretaria del grupo parlamentario desde 1991, quien “no le comunicó ni le dio cuenta de esas aportaciones” y la persona que “llevaba cotidianamente el funcionamiento del grupo". Y si no, mejor que pregunten a Alfonso Novo y a Alfonso Grau, que controlaban los ingresos y gastos y organizaban la campaña.

Aquí puedes leer de forma íntegra la declaración de Rita Barberá en el banquillo del Tribunal Supremo:

Pidiendo saludos

Las otras palabras públicas de la exalcaldesa y Senadora se produjeron en la apertura solemne de la actual XII Legislatura. Acostumbrados a verla sentada sola por los pasillos del Senado y a estar aislada dentro de su Grupo Mixto, la imagen no cambió demasiado cuando pisó el Congreso de los Diputados.

Es más, para ser saludada por algunos, tuvo que hacer patente, diciéndolo ante las cámaras, que ahí estaba ella. Mientras el exministro José Manuel García-Margallo pasaba junto a ella, Rita decía: “Margui, que no me has saludado” para forzar, pues los periodistas estaban presentes, que él se acercase y la besara como cuando eran compañeros de partido, como cuando Rita era uno de los pesos más fuertes del PP.