Este miércoles ha comenzado con la noticia de la muerte de Rita Barberá. Sólo dos días después de pisar por primera vez el Tribunal Supremo para declarar como imputada por un supuesto delito de blanqueo de capitales, la exalcaldesa popular por excelencia fallecía de un infarto. Pronto, han llegado las muestras de respeto, las palabras de reconocimiento y alabanza desde el que fue su partido más de media vida. También han llegado las acusaciones, algunas que han llegado a decir que han sido los medios de comunicación los que han acabado con ella, que la presión mediática ha sido demasiado fuerte.

Cuando una persona nos deja, lo habitual es que sólo se recuerden sus momentos buenos, pero hay que recordar que cuando su figura empezó a arrastras problemas, cuando fue señalada en firme por la justicia, sus “coleguitas” fueron los primeros que hablaron mal de ella y la atacaron. Todo un vicesecretario del PP (de acción sectorial), Javier Maroto, hace tan solo un mes afirmó en varios medios de comunicación lo siguiente: "Rita Barberá no tiene dignidad". Le preguntaban por la negativa de la ex alcaldesa a abandonar su escaño en el Senado y esa fue su respuesta

Barberá pasó de ser, en palabras del propio Mariano Rajoy, "la mejor alcaldesa de Valencia", a esa persona que tenía que apartarse del PP. “A Rita Barberá le hizo mucho daño que sus compañeros del Partido Popular la hicieran renunciar a la presidencia de la comisión constitucional del Senado. Probablemente eso fue más duro para ella que el juicio ante los jueces del Tribunal Supremo”, han asegurado a ELPLURAL.COM fuentes próximas al Senado que añaden: “Lo que ahora lloren sus antiguos compañeros, son lágrimas de cocodrilo”.

Ahí está la puerta

El pasado 13 de septiembre, la Sala II del Tribunal Supremo inició la instrucción para investigar, a la por entonces senadora del Partido Popular, por un supuesto delito de blanqueo de capitales en el grupo popular en el Ayuntamiento de Valencia. Aunque en principio el PP la blindó como aforada y protegió, en cuando se supo la fecha de su declaración en el Supremo por el caso Taula, no dudaron en enseñarle donde estaba la puerta.

Barberá se aferraba a su cargo y se ganaba el no saludo de sus compañeros. De repente, ya no se alababa a Rita, se le advertía.

“Si no toma una decisión adecuada hoy, la tendrá que tomar la dirección del partido. Esto es lo que esperamos desde aquí nos estamos jugando mucho, y creo que tampoco nos merecemos ir con este perjuicio a cuestas”, dijo Alfonso Alonso. Y es que Génova le dió un plazo de 24 horas para que renunciase a su escaño en el Senado. Ya no la querían en el PP.

"No renuncia y eso es indigno"

Pero Rita no se iba. Cuando empezó a sentir que se quedaba sola, Barberá tiro de agenda y empezó a mandar sms a sus compañeros de partido recordándoles que ella podría hablar y mucho. Cuidado con lo que decís, recordad por qué estáis ahí”, o “di la cara por vosotros, no merezco esto”, decían algunos de sus mensajes.

Fue entonces cuando el PP endureció sus palabras. Hasta su amiga Isabel Bonig llegó a decir que “habría sido mucho mejor” que dejara el acta de senadora.

Rajoy, Cospedal, Sáenz de Santamaría y sus otros apoyos callaban mientras otros como Javier Maroto arremetían contra ella. “Es evidente que no renuncia al escaño para conservar el aforamiento y esa decisión no cumple los requisitos de dignidad y ejemplaridad que deben regir la política, un servicio público”. “Se equivoca, así sólo está prolongando su calvario”, dijo Maroto. O Pablo Casado que repitió en varias ocasiones que en política "hay que saber si se suma o se resta".

Y pasó al grupo Mixto

Tras 40 años en el PP, con uno de los primeros carnets de militancia en su cartera, el vicesecretario de organización del partido, Fernando Martínez Maillo, se reunía con ella y la invitaba, una vez más, a irse.

Finalmente, Barberá pedía su baja de militancia en el Partido Popular a petición de la propia formación pero se aferraba a su sillón en el Senado y, con ello, a su aforamiento ante la Justicia. Días después, el 19 de septiembre, anunciaba que pasaba de sentarse en los sillones populares del Senado a los del Grupo Mixto. Desde ese mismo momento, nadie en el PP hablaba sobre ella porque ya no era del partido.  

Soledad e intentos de cobras

Desde ese momento, Barberá ya no era una popular de peso. Nadie la saluda y su imagen andando por los pasillos del Senado en soledad se hizo habitual. El último momento a recordar: cuando en la apertura solemne de la XII Legislatura tuvo que decir: "Margui, que no me has saludado" para que el exministro José Manuel García-Margallo se acercase a ella.

Ahora Margallo asegura que Barberá ha sufrido un linchamiento mediático y Villalobos defiende que los medios la han condenado a muerte por no respetar la presunción de inocencia. La hemeroteca y las frases de los que fueron sus "coleguitas" demuestran que Rita vivió otro linchamiento.