A las puertas de la Transición, el feminismo despertaba con una gran manifestación en Barcelona, en 1976, contra la discriminación y el delito de adulterio que se usaba como arma arrojadiza contra las mujeres.

Miles de mujeres de toda condición social, entre ellas escritoras como Maruja Torres, salieron a la calle al grito de "Yo también soy adúltera", en apoyo a María Ángeles Muñoz, una obrera a la que querían retirar la custodia de su hija acusándola de adúltera.

El marido de María Ángeles Muñoz, que la había abandonado, regresó y la acusó de adúltera para obtener la custodia de su hija. El movimiento feminista, liderado por Lidia Falcón, colaboró para esconder a la niña y que el hombre se saliera con la suya. La obrera contó con la defensa de la abogada Anna Mercadé.

Inmaculada Benito también fue acusada de adulterio
Ese mismo año, en Zaragoza, la abogada Gloria Labarta defendió a Inmaculada Benito, una mujer también acusada de adulterio. Las feministas llegaron de toda España para apoyar su lucha.  

En 1978 se derogó
El empuje de ese movimiento consiguió que el 26 de mayo de 1978 se derogaran los artículos 449 y el 452 referentes a la penalización del adulterio. Un año después se creó el Partido Feminista, legalizado en 1981.