Acaba de morir el Caudillo. No canten ustedes muy fuerte. Así anunció un funcionario de Justicia la muerte del dictador a un grupo de encarcelados en Madrid, entre los que se encontraban el veterano comunista Simón Sánchez Montero o Armando López Salinas, entre otros correligionarios. La madrugada del 20 de noviembre de 1975,  un breve teletipo sacudió los medios de comunicación del mundo entero: “Franco ha muerto”. La primera misa de corpore in sepulto tuvo lugar en el palacio de El Pardo y fue oficiada por el cardenal Tarancón, el mismo día del fallecimiento de Francisco Franco. Las exequias y el entierro se celebraron tres días después en el Valle de los Caídos.

Casi 43 años después, el Consejo de Ministros del pasado viernes 24 de agosto decretó la exhumación y el traslado de los restos del general, que sometió a este país a una dictadura desde 1939 hasta 1975, de un mausoleo que se improvisó en apenas tres días. De esta forma la basílica del Valle de los Caídos se convirtió en la morada del dictador.

Ley de ampliación, reconocimiento y establecimiento de medidas en favor de perseguidos o violentados durante la guerra civil y la dictadura

La modificación de la ley, conocida como de “Memoria Histórica” ,  que ha hecho el actual Consejo de Ministros establece que “solo podrán yacer en el Valle de los Caídos los restos mortales de personas que fallecieron a causa de la Guerra Civil y, en consecuencia, habilitar la exhumación de los restos mortales de personas distintas a las caídas durante la Guerra”.

Ahora además toca decidir sobre el futuro del Valle de los Caídos. Lorenzo Fernández Prieto, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), asegura que “el dictador debe de salir del Valle de los Caídos porque está en un monumento de Patrimonio Nacional en una democracia que va a cumplir 40 años de Constitución. Aunque es una razón muy sencilla, lo cierto es que no se le ha podido sacar antes y aún a día de hoy,  hay quien intenta buscar subterfugios diciendo que no es el momento o que no son las formas”. El motivo principal, añade el profesor es que “en el momento en el que se exhuman los restos del dictador nos daremos cuenta de lo que es el monumento. Si es una construcción en memoria a la reconciliación, tenemos que tener en cuenta que esto es que lo quería el franquismo. Por lo tanto, cuando lo saquen percibiremos que esto fue un campo de concentración en el que los presos estuvieron 20 años construyendo un monumento. No podemos ver a Franco en el Valle los Caídos, tenemos que ver a los presos”.

El historiador asevera que hay que “reconocer que el franquismo fue una dictadura y contemplar como negacionismo todo lo demás. Es el mismo negacionismo decir que no hubo cámaras de gas o holocausto, que afirmar que Franco no dio un golpe de Estado o que estuvo obligado a darlo”. Asimismo Fernández Prieto manifiesta que “políticamente lo que queda por explicar es lo más difícil, ya que a la gente la mataron y la Memoria Histórica los honra y los honramos, por fin desde hace casi 11 años. Pero ahora queda por saber quiénes fueron sus verdugos y por qué los mataron”. La democracia, sostiene el docente, todavía “no ha entrado en eso. Los historiadores casi tampoco lo hemos hecho. Hacer este debate en términos historiográficos es casi más importante que hacerlo en términos políticos, porque significa indagarlo sin límites”. Las respuestas a la cuestión de por qué los mataron, ratifica Prieto, “casi todas son falsas. La realidad es que no sabemos por qué los persiguieron, los encarcelaron y los asesinaron. En Galicia sacaremos un libro: ‘Golpistas y verdugos’, que será el primer trabajo que analiza de verdad las respuestas a estas preguntas”.

Franco difícilmente podrá ser trasladado al Pazo de Meirás

Tras la confirmación en las últimas horas de uno de los nietos del dictador de que la familia se hará cargo del cuerpo del caudillo después de la exhumación, se abre la incógnita de cuál será el destino elegido para el traslado. En Galicia, tierra natal de Franco, los descendientes son propietarios del Pazo de Meirás, que fue donado al general en 1938. La dudosa legalidad de esta cesión ha hecho que un grupo compuesto por ayuntamientos, organizaciones culturales y políticas e instituciones hayan emprendido una lucha para que el Pazo de Meirás sea devuelto a la ciudadanía y abrir así una nueva página en la historia de este emblemático lugar. Es más,  Fernández Prieto mantiene que “la idea de trasladarlo a este emplazamiento es absurda e ignorante.

El Pazo de  Meirás es de  Emilia Pardo Bazán, que además de escritora, algo no habitual para el siglo XIX en una mujer, fue periodista y defensora de los derechos de las mujeres. Esto es lo que hay que reivindicar”. Cabe recordar que aquí se inspiró una de sus obras más célebres, Los pazos de Ulloa.

Finalmente son sus parientes los que decidirán dónde se enterrarán los restos de Francisco Franco. De esta manera, con un decreto, al general bien se le podría aplicar aquella letra de la canción popular que rezaba “quinto levanta, tira de la manta”.