La CUP, erigida en vanguardia antifascista, señora de la calle y administradores de la libertad de expresión en Cataluña, han conseguido, finalmente, desestabilizar al Departamento de Interior de la Generalitat. El presidente Quim Torra, asumiendo las denuncias de los anticapitalistas, le ha dado cuatro días al conseller Miquel Buch para que haga cambios en los Mossos d’Esquadra. Los incidentes registrados en Girona y Terrassa, como consecuencia de los enfrentamientos entre la policía autonómica y los manifestantes que pretendían impedir exiguas concentraciones constitucionalistas con presencia de seguidores de Vox, se saldaron con cincuenta heridos, entre ellos, la diputada de la CUP, María Sirvent.

El conseller Buch reincide como objetivo político de la CUP, después de las cargas de los Mossos contra los manifestantes que intentaban acercarse a la marcha de policías convocados por la asociación Jusapol, a finales de septiembre. También la oposición ha pedido su dimisión, pero en este caso, por la convocatoria independentistas que finalizó con el intento de entrada en el Parlament, el 1 de octubre. Hasta este momento, el titular de Interior ha salvado el cargo defendiendo la actuación de la policía,  sin embargo, en esta ocasión, el ultimátum de Torra le sitúa en una difícil posición, a menos que acceda a tomar medidas contra los cargos policiales o algún agente concreto, protagonista de imágenes “que no se corresponden con una policía democrática”, según afirmó el mismo Buch.

En vísperas de la huelga de funcionarios, este episodio de desconfianzas en Interior viene a complicar la semana al gobierno catalán, cuyo margen de maniobra queda muy limitado por la reacción del presidente de la Generalitat, al alinearse con los críticos del conseller; una actitud muy distinta a su desaparición pública durante la reciente huelga de médicos. La oposición defiende la profesionalidad de los Mossos d’Esquadra y el Sindicato de Policias de Catalunya ha pedido la dimisión del conseller por no defenderlos de las críticas de la CUP y los CDR. A juicio de este sindicato, Buch ya se parece más a un consejero de los CDR que a un conseller de la Generalitat.

En el fondo del conflicto entre la CUP-CDR y la policía autonómica por las cargas policiales efectuadas contra sus seguidores para permitir a Vox o a Jusapol el desarrollo de sus concentraciones está la pretensión de los anticapitalistas de que dichos actos sean prohibidos de entrada por el departamento. A juicio de los dirigentes de la CUP, el derecho de expresión no puede aplicarse a las fuerzas de ultraderecha, al menos en las calles de Cataluña. Carles Riera, diputado de la CUP, ha reivindicado el derecho de autodefensa contra el fascismo ante la pasividad de la Generalitat.

En esta lógica de convocar contramanifestaciones a toda concentración que pueda ser considerada como una provocación por las organizaciones radicales, la CUP y los CDR han conseguido asociar sus acciones a las cargas policiales, mientras que Vox aparece como ajena a cualquier altercado público. Esta paradoja no parece preocupar a los dirigentes antifascistas, mucho más interesados en obtener cambios en el departamento de Interior por no saltarse el derecho de Vox o Jusapol a manifestarse, en aplicación de la normativa vigente.

La perspectiva de una crisis del gobierno Torra aumenta notablemente con este barullo de derechos de expresión y manifestación, violencias justas, peligros de afianzamiento de fuerzas de ultra derecha  y obligación de la policía de mantener la seguridad y el orden público de forma proporcionada y ajustada a los protocolos. Buch es miembro del PDeCAT, partido poco propicio al acercamiento a la CUP, que no aceptaría de buen grado el cese de su conseller por presiones de los antisistema. Esto al margen, del cisma que se produciría entre gobierno y Mossos de verse desautorizado el cuerpo policial, considerado hace tan solo un año, héroes del pueblo catalán

La CUP, por su parte, hace semanas que se desligó formalmente de la suerte del gobierno Torra por sus reticencias a mantener viva la vía de la desobediencia. Sin embargo, la presentación este sábado en Bruselas del Consell per la República, al que Poble Lliure, organización integrante de la CUP apoya, puede haber aconsejado a Quim Torra a mantener una posición contemporizadora para no estropear la fiesta de la familia independentista.