El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, volverá a reunirse con su homólogo chino, Xi Jinping, cuatro meses después de hacerlo por primera vez. En aquel momento, la reunión bilateral se produjo en el marco del G-20 celebrado en Bali, donde ambos mandatarios ya tuvieron ocasión de negociar aspectos comerciales, poner en valor el posible papel de mediación que podía jugar la superpotencia asiática y arrancar con buen pie la presidencia de la Unión Europea que España obtendrá en el segundo semestre de 2023.

Este nuevo encuentro ha sido solicitado, tal y como ha reconocido el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, por el presidente chino. Además, se produce en un momento de máxima expectación, con Xi Jinping recién llegado de Moscú tras unas semanas en las que todos los servicios de inteligencia analizaban con mimo y preocupación la respuesta otorgada por el propio presidente asiático y Vladimir Putin.

De esta forma, se espera que Sánchez, a tres meses de obtener la presidencia de la UE, insista en buscar esta resolución pacífica que el presidente chino ha dejado entrever como la mejor de las soluciones al conflicto armado que se produce en suelo ucraniano desde el 24 de febrero de 2022. No será fácil: Sánchez, defensor de los postulados de la UE y de la OTAN, plegado a los designios comunes con EEUU, deberá mediar con el líder chino, mucho más próximo a Moscú de lo que la Alianza Atlántica está dispuesta a asumir.

Si bien es cierto que China, por el momento, se ha negado a enviar armamento a Rusia, manteniéndose de esta forma ciertamente imparcial y alejándose de la confrontación directa con el bloque occidental, la desconfianza atlántica con Xi Jinping es de sobra conocida. De hecho, de la última cumbre de la OTAN, celebrada en Madrid y con Sánchez haciendo de anfitrión, salió un documento común y rubricado en el marco de la coordinación de los países miembros de la alianza militar que fijaba en China una mirada crítica, preocupada, consciente de su peso a nivel internacional y de su posible peso en un mundo cada vez más polarizado y fragmentado en bloques.

Concretamente, la OTAN, en el conocido como Concepto Estratégico de Madrid, establecía en su artículo 13 las siguientes consideraciones: “Las ambiciones de China desafían nuestros intereses, seguridad y valores. La República Popular China emplea una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su huella global y proyectar poder, mientras permanece opaco sobre su estrategia, intenciones y desarrollo militar”, indicaban, señalando, con especial atención, las capacidades cibernéticas e híbridas.

“Utiliza su influencia económica para crear dependencias estratégicas. y potenciar su influencia. Se esfuerza por subvertir el orden internacional basado en reglas, incluso en los dominios espacial, cibernético y marítimo”, profundizaban. Además, este marco estratégico analizaba con especial preocupación la “estratégica asociación entre la República Popular China y la Federación Rusa”.

La reunión del presidente del Gobierno y próximo presidente interino de la Unión Europea ha generado interés dentro del Viejo Continente y de los socios de la OTAN. De hecho, tal y como ha podido corroborar el Gobierno, el líder del Ejecutivo ha informado de este encuentro a la Casa Blanca, tal y como fijan las obligaciones entre socios atlantistas.

Importancia global

Desde el Palacio de La Moncloa creen que esta reunión bilateral refuerza, aún más, la proyección internacional del presidente del Gobierno. La presidencia europea, cuidada y estudiada milimétricamente para que suponga un auténtico espaldarazo electoral de cara a las elecciones nacionales de finales de año, se suma así a diferentes victorias en Bruselas, tales como la excepción ibérica, los fondos europeos o el H2MED.

No es extraño escuchar reiteradamente como el Gobierno presume de contar con una importancia mucho mayor de la lograda hasta ahora por España en la escena internacional. La Cumbre de la OTAN fue una auténtica victoria, y en España consideran que sus postulados han conseguido imponerse a las constantes presiones de los países frugales y el binomio conformado por el maltrecho eje francoalemán. Además, con Sánchez como presidente de la internacional socialista desde el pasado 25 de noviembre, la exposición se redobla y son muchos los frentes argumentales que sirven al Gobierno para vender esta idea.

Al margen de la guerra, el papel de mediación que pueden jugar desde sus respectivas trincheras Sánchez y Jinping o el papel de España en la presidencia europea, se abordarán otros muchos temas socioeconómicos de gran importancia para las relaciones comerciales de ambos países. No en vano, Sánchez se reunirá en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico con otros mandatarios y empresas españolas "que tienen inversiones en China".

La visita a China, la más esperada y comentada entre los asesores del presidente, vendrá precedida por una pequeña gira que arranca este jueves, con un desayuno con el primer ministro belga, Alexander de Croo, previo al Consejo Europeo. A continuación, Sánchez viajará a la Cumbre Iberoamericana en Santo Domingo donde podrá trasladar eventuales mensajes y conocer los pareceres de los países interesados.