Los ojos de todo el mundo están pendientes de Yevgeny Prigozhin. El jefe de la empresa de seguridad privada Wagner ha pasado en cuestión de horas de ser un desconocido para el gran público a ser actualmente el gran protagonista de la guerra de Ucrania después de erguirse como el líder de una rebelión contra el propio Vladimir Putin. Una osadía para la inmensa mayoría de mortales que ha provocado que Occidente le reitre la etiqueta de mercenario prorruso a la de héroe, haciendo bueno el dicho de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Pero, ¿cómo ha logrado un delincuente de poca monta de San Petersburgo, que llegó a ganarse el calificativo de “chef de Putin”, poner en jaque a todo el ejército ruso?

Hablar de Yevgeny Prigozhin implica sumergirse en una historia compleja y polémica que abarca desde sus orígenes hasta su papel actual en el escenario mundial. Su vida es un relato que oscila entre el crimen, el éxito empresarial y el controvertido liderazgo de un ejército privado.

Nacido hace más de seis décadas en San Petersburgo (1961), Rusia, Prigozhin tuvo un inicio turbulento en su camino hacia el poder. Durante los últimos días de la Unión Soviética, a la edad de 20 años, fue condenado y pasó nueve años en prisión por delitos comunes. Sin embargo, su tiempo tras las rejas no lo desalentó. En cambio, utilizó esa experiencia como una plataforma de transformación y crecimiento.

Tras su liberación en 1990, y ya en las postrimerías de la Unión Soviética, una tierra de oportunismo, Prigozhin dejó atrás su pasado criminal y se embarcó en una nueva aventura empresarial. Comenzó modestamente con un negocio de hot dogs, pero sus ambiciones no conocían límites. Pronto se aventuró en el mundo de la restauración y fundó un lujoso restaurante que rápidamente ganó prestigio en San Petersburgo. El establecimiento se convirtió en el lugar de encuentro de personalidades destacadas, entre ellas el futuro presidente ruso, Vladimir Putin, y fue el epicentro de la red de contactos que Prigozhin iría confeccionando a lo largo de los siguientes años.

Prigozhin, en una entrevista recogida por la cadena BBC, fija aproximadamente su primer encuentro con Putin en torno a abril de 2000, al principio del mandato del presidente, durante una visita del entonces primer ministro japonés Yoshiro Mori. Tres años después, Putin estaría celebrando su cumpleaños en el barco de Prigozhin.

La relación entre Prigozhin y Putin se hizo más estrecha con el tiempo, y Prigozhin ganó el apodo de "chef de Putin". Esta conexión fortaleció su posición y le permitió aprovechar las oportunidades comerciales relacionadas con el gobierno. A través de contratos públicos y alianzas estratégicas, Prigozhin comenzó a acumular riqueza y poder, consolidándose como un oligarca influyente en Rusia.

De la hostelería a liderar el grupo Wagner

La primera fase de la relación entre ambos tenía un carácter puramente comercial. Prigozhin fundó una compañía de catering, Concord, que fue contratada por el Kremlin para suministrar alimentos al Ejército y a los colegios públicos del país, y el líder de Wagner permaneció más o menos en segundo plano durante la siguiente década.

Sin embargo, su ascenso no se limitó al mundo empresarial. Prigozhin expandió su influencia y ambiciones hacia el ámbito militar. Fundó el Grupo Wagner, un ejército privado que operaba en las sombras y llevaba a cabo misiones encargadas por el Kremlin en conflictos internacionales. De hecho, el Ministerio de Defensa ruso llevó a proporcionar a Prigozhin un terreno en Molkino, en el sur de Rusia, lo que fue la primera base de entrenamiento del grupo de mercenario, que a partir de ese momento comenzó a ganar mucha fama en el país.

Los mercenarios de Wagner, liderados por Prigozhin, se convirtieron en actores clave en lugares como Ucrania, Siria, Libia y varios países africanos. En este sentido, según EEUU y sus aliados, el grupo actúa como una suerte de brazo armado de las juntas militares que han asumido el poder en los últimos años, como en Malí. Además, EEUU también ha acusado a Prigozhin de organizar grupos de "trolls" en internet para interferir en las elecciones estadounidenses de 2016 a través de una serie de campañas Facebook y Twitter a favor de Donald Trump.                                                                                                        

Aunque el Grupo Wagner nunca obtuvo un reconocimiento oficial del gobierno ruso, su presencia y acciones no pasaron desapercibidas. Prigozhin se convirtió en una figura controvertida, ya que se le atribuyeron tanto actos heroicos como tácticas cuestionables. Su ejército privado se involucró en combates sangrientos y su presencia generó tensiones y acusaciones de injerencia en asuntos internacionales.

Sin embargo, su ascenso al poder y sus actividades no han estado exentos de controversia y escrutinio. Prigozhin ha sido objeto de acusaciones y críticas tanto a nivel nacional como internacional. Se le ha vinculado con operaciones de desinformación y propaganda, con presunta interferencia en elecciones extranjeras y con el respaldo financiero al Grupo Wagner. Estas acusaciones han llevado a que Prigozhin y sus empresas enfrenten sanciones por parte de varios países, alimentando aún más el debate en torno a su controvertido perfil.

La guerra en Ucrania le permitió salir de las sombras y presentarse casi como el salvador del Ejército ruso, que en septiembre de 2022 sufría una serie de derrotas militares. El momento culminante de Prigozhin fue la conquista de Bajmut por parte de Wagner, tras meses de combates sangrientos.

Sin embargo, a medida que su fama y poder crecían, Prigozhin arremetía con insultos despiadados contra el ministro ruso de Defensa, Sergei Shoigu, y el jefe del Estado Mayor, Valeri Gerasimov, a quienes acusaba de no proporcionar armas a Wagner y de ser responsables del desastre en la guerra en Ucrania.

Este enfrentamiento acalorado por poder e influencia a la derecha de Putin ha degenerado en la situación actual, en la cual los mercenarios de Wagner se han convertido en el mayor desafío para el Kremlin.