El primer alto cargo de Vladimir Putin, Anatoli Chubais, ha dimitido en las últimas horas y se ha ido del país, supuestamente por su desacuerdo con la guerra en Ucrania. Se trata de la primera salida gubernamental que se produce en el Ejecutivo ruso cuando se cumple un mes de la ofensiva del Kremlin sobre Kiev.

"Sí, es cierto. Anatoli Borisovich (Chubais) ha dejado su puesto", ha confirmado una fuente de su entorno a la agencia de noticias TASS, mientras que otras fuentes, igualmente cercanas, aseguran que también habría salido del país.

Chubais se convierte de esta manera en el primer alto cargo de Putin que abandona al líder ruso al no estar de acuerdo con el ataque que éste comenzó el pasado 24 de febrero y con el que ha arrasado varias ciudades como Mariúpol o la propia capital, Kiev, reducidas prácticamente a escombros; sobre todo, la primera.

Colocó a Putin en el Kremlin

A la edad de 66 años, este miembro del equipo del líder ruso es uno de los pocos impulsores de la reforma económica de los 90 que se mantenía en el actual Gobierno. Ocupaba el puesto que ahora abandona desde 2020 y fue, además, la persona encargada de dar a Putin su primer trabajo en el Kremlin.

El presidente ruso no escatima en amenazas

El máximo mandatario ruso no ha escatimado en amenazas hacia los que se salen de la línea oficial de operación de Moscú, a quienes considera “traidores” y contra los que ha promovido un endurecimiento de las leyes cuando éstos se encuentran entre sus filas o en el propio país.

Desde el pasado mes y con el paso de los días, Putin ha sido claro con todo aquel que se muestra contrario a la invasión. El líder de Rusia no solamente se ha postulado contra personas concretas -se ha visto en las manifestaciones de los ciudadanos del propio territorio-, sino también contra zonas que, más allá de las que ya forman parte de la UE y la OTAN, buscan adherirse a alguna de ellas.

Los ejemplos más claros de esto último son las repúblicas ex soviéticas de Moldavia y Georgia, así como los países nórdicos de Finlandia y Suecia, entre otros. Los Veintisiete y la Alianza Atlántica, por su parte, mantienen las sanciones a Putin de diferente índole, entre las que destacan las económicas  y con las que esperan que el mandatario ruso comience a dar marcha atrás en su ofensiva, mientras que las consecuencias de la guerra se dejan notar en el continente.