Una mañana de cumbre ha bastado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para vender el gran logro que pretendía en la Cumbre de la OTAN que se celebra este miércoles y jueves en el recinto ferial de IFEMA (Madrid): la organización militar, por primera vez, defenderá la integridad de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. En el nuevo marco estratégico que ha salido de la primera sesión mantenida por los primeros ministros y plenipotenciarios en el mando de la Alianza Atlántica, dedicada a paliar las consecuencias derivadas de la guerra en Ucrania y a dar una respuesta homogénea a Vladimir Putin, ha quedado patente la estrategia OTAN 360º que este cónclave ya anunció que pondría sobre la mesa.

En el punto 20, más concretamente, la OTAN establece que “nadie debe dudar de que se defenderá cada pulgada del territorio de los países aliados para que prevalezca su integridad contra el agresor”. Si bien el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, había sembrado de dudas si finalmente esta cumbre redefiniría el mapa de acción militar de la Alianza, en el Gobierno consideran que con ese punto queda patente que finalmente, como pretendían desde el Ejecutivo y así habían manifestado a sus socios, las ciudades autónomas contarán con la defensa necesaria en caso de sufrir un ataque.

“Nuestro nuevo Concepto Estratégico reafirma que el propósito clave de la OTAN es garantizar nuestra defensa en un enfoque de 360 grados. Definimos, así, las tres tareas principales de la Alianza: disuasión y defensa; prevención y gestión de crisis; y seguridad cooperativa. Subrayamos la necesidad de fortalecer significativamente nuestra disuasión y defensa como columna vertebral de nuestro compromiso del Artículo 5 de defendernos unos a otros”, explica la organización en el prefacio del documento recién salido de las negociaciones.

Pese al interés de España por este punto concreto, que se ha podido debatir gracias a la inclusión de los conceptos “soberanía e integridad” al Concepto Estratégico, el segundo texto más importante de la OTAN, no ha sido una cesión en exclusividad al país organizador de la cumbre, sino que se enmarca en la guerra de Ucrania. La ambición de Rusia de arrebatar porciones de terreno al país vecino, primero con la anexión de Crimea y después con la ocupación de otros territorios, puso sobre aviso a la OTAN, quien ya advirtió al presidente ruso, Vladimir Putin, de que cualquier incursión en terreno aliado se consideraría causa de guerra.

Rusia, la “mayor amenaza para la seguridad” de los aliados

Fin a la etapa de tregua. El nuevo Concepto Estratégico de Madrid -nombre con el que se ha definido al documento que fijará la hoja de ruta de la Alianza los próximos 10 años- es implacable con Vladimir Putin. Definiendo a Rusia como la amenaza "más directa y significativa" para la "seguridad, la paz y la estabilidad eutoatlántica", los líderes de la organización explican que Moscú trata de "establecer esferas de influencia y un control directo a través de la coerción, subversión, agresión y anexión".

"Los actores autoritarios ponen en peligro nuestros intereses y valores", explica el documento, que añade que las capacidades de Rusia incluyen "medios convencionales, cibernéticos e híbridos”: “Sin embargo, seguimos dispuestos a mantener abiertos los canales de comunicación con Moscú para gestionar y mitigar los riesgos, prevenir la escalada y aumentar la transparencia. Buscamos estabilidad y previsibilidad en la zona euroatlántica y entre la OTAN y la Federación Rusa. Cualquier cambio en nuestra relación depende de que la Federación Rusa detenga su comportamiento agresivo cumpliendo plenamente con el derecho internacional", fijan los aliados en su artículo 9.

Estas palabras, suscritas por la totalidad de los líderes de los países que conforman la organización, suponen un antes y un después en la estrategia de la Alianza: en su Concepto Estratégico anterior, rubricado en 2010 en Lisboa, resaltaba la "importancia" de la cooperación con Rusia, una cuestión que contribuía a "crear un espacio común de paz, estabilidad y seguridad". En él, la Alianza reafirmaba no ser una amenaza para el país y hacía hincapié en la importancia de construir una "alianza estratégica de reciprocidad" con Moscú.

China es otro de los actores a los que la OTAN dedica hasta dos puntos en el nuevo marco estratégico: “Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China (RPC) desafian nuestros intereses, seguridad y valores. La República Popular China emplea una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su huella global y proyectar poder, mientras permanece opaco sobre su estrategia, intenciones y desarrollo militar”.

“China busca controlar sectores tecnológicos e industriales, infraestructuras críticas y materiales estratégicos y cadenas de suministro. Utiliza su influencia económica para crear dependencias estratégicas y potenciar su influencia. Se esfuerza por subvertir el orden internacional basado en reglas”, prosigue el texto (art.13), refrendando una estrategia frente a actores globales y posicionando a la organización militar como un peso pesado en un nuevo mapa de grandes potencias.

Terrorismo, ciberespacio y flanco sur 

El concepto estratégico de Madrid no solo pone su mirada en Rusia, pese a que aparece con asiduidad a lo largo de los 49 puntos que fijarán el rumbo de la OTAN en los próximos diez años. El terrorismo, “amenaza asimétrica más directa a la seguridad de nuestros ciudadanos y a la paz y la prosperidad internacionales”; el ciberespacio, “adquiriendo mayor importancia estratégica”; o el cambio climático, “multiplicador de crisis y amenazas”, son algunos de los temas abordados en un documento que, además, hace hincapié en la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, la defensa de la libertad de los territorios y el respeto a la soberanía fronteriza.

Respecto a la atención a otros territorios, la OTAN pone su mirada en el flanco sur, tal y como reclamaba España ante el aumento constante de la inseguridad: “El vecindario sur de la OTAN, particularmente las regiones de Medio Oriente, África del Norte y el Sahel, enfrentan problemas interconectados y desafíos de seguridad, demográficos, económicos y políticos. Estos se agravan por el impacto del cambio climático, instituciones frágiles, emergencias sanitarias e inseguridad. Esta situación proporciona un terreno fértil para la proliferación de organizaciones no estatales y grupos armados, incluidas las organizaciones terroristas”.