La guerra en Ucrania ha cambiado de fase ante los escasos avances de las tropas rusas. Desde Moscú se ha advertido de la supuesta utilización de armas radiológicas, comúnmente conocidas como bombas sucias, por parte de Kiev. Las autoridades ucranias, con el presidente Volodimir Zelenski a la cabeza, han negado en rotundo las “historias” sobre el presunto uso de este armamento prohibido. De hecho, creen que Putin está buscando excusas para utilizar armas nucleares sobre el territorio ocupado, disparando las alarmas en el resto del globo ante el miedo a una escalada.

“Que el mundo reaccione de la manera más dura posible ante las historias sobre la llamada bomba sucia”. Con esta contundencia ha hablado esta madrugada el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski ante lo que ha definido como una estrategia de intoxicación por parte de Moscú. El máximo mandatario ucraniano ha sugerido que su homólogo ruso, Vladimir Putin, busca excusas para escalar un peldaño más en la contienda y justificar el uso de armas nucleares. En más de una ocasión, el Kremlin ha agitado la amenaza de artefactos prohibidos.

Intoxicación del Kremlin

Entre tanto, Zelenski despacha el relato ruso argumentando que es el país invasor el “origen de todo lo sucio que se pueda imaginar en esta guerra”. El máximo mandatario ucraniano, después de que el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, deslizara ante sus homólogos de Reino Unido, Francia y Turquía que Kiev puede lanzar una “bomba sucia” en un futuro, ha deslizado que es Rusia quien usa “municiones de fósforo, minas antipersonas prohibidas” y una amplia gama de armamento “contra la infraestructura civil”.

Zelenski: "Solo hay un sujeto que puede usar armas nucleares en esta parte de Europa y es el que ordenó a Shoigu que llamara"

Tras enumerar una concatenación de actos perpetrados por Rusia, que pretenden demostrar que es dicho país el que inició la escalada bélica, Zelenski ha negado el uso de “bombas sucias” durante la contienda. “Dondequiera que Rusia haya traído muerte y degradación, estamos restaurando la vida normal”, desliza el presidente ucraniano al tiempo que recuerda las “fosas comunes y las cámaras de tortura” de las tropas rusas. “Solo hay un sujeto que puede usar armas nucleares en esta parte de Europa, y este es el que ordenó a Shoigu que llamara”, asegura, en clara alusión a Putin.

Washington, al quite

Por este motivo, Kiev ha vuelto a reclamar el apoyo de los aliados para zanjar la guerra y neutralizar “cualquier amenaza rusa”, incluyendo la advertencia de las “armas nucleares”, a las que Ucrania “ha renunciado bajo promesas de seguridad de las mayores potencias nucleares”. “Es motivo de sanciones como de un fortalecimiento aún mayor del apoyo a Ucrania”, zanjó el dirigente.

Por su parte, Estados Unidos ha recogido el guante y ha salido al paso de las acusaciones de Shoigu, a las que ha identificado como “claramente falsas”. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, mantuvo una conversación con su homólogo ucraniano, Dimitro Kuleba, en la que reafirmó el apoyo de la Casa Blanca al presidente Zelenski. “Hemos expresado nuestro rechazo a las acusaciones de Shoigu”, expresó el mandatario norteamericano al tiempo que ha reiterado su compromiso a robustecer la asistencia humanitaria al país ocupado “durante el tiempo que sea necesario”.

 La bomba sucia

El armamento que Rusia atribuye a Ucrania está compuesto por dinamita, pero también incluye entre sus ingredientes perdigones o polvo radioactivo. De esta manera, la detonación del artefacto desataría un material asociado que se esparciría por zonas próximas a su deflagración. No obstante, bajo ningún concepto su magnitud es remotamente comparable a la bomba nuclear, por ejemplo, lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial.

Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos sitúan la explosión como el “peligro principal” de una bomba sucia, dado que su explosión dañaría a las zonas aledañas. La exposición a los materiales radiactivos contenidos en el artefacto no implicaría un riesgo grave de enfermedad, a excepción de aquellos que se sitúen “muy cerca” de la deflagración.

El uso de la bomba sucia se equipara, a ojos del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), a un “acto de terrorismo”. Hace dos décadas, estimaron que el impacto “más grave” de cualquier arma radiológica derivaría del “pánico” y las “alteraciones sociales” sujetas a la detonación. En los últimos tiempos, además, el principal miedo de los expertos es que grupos terroristas puedan acceder a este tipo de artefactos.

Los CDC advierten de la necesidad de permanecer en lugares cerrados ante el polvo y el humo derivado de la explosión, siempre y cuando este consiga esparcirse y ser peligroso en caso de inhalación. En caso de estar en el exterior, se recomienda taparse la nariz y la boca con alguna prenda. Asimismo, se desaconseja entrar en contacto con objetos presuntamente contaminados.