Haití, el único país de América que ha tenido más de 20 gobiernos en 35 años, vive una peligrosa inestabilidad política, económica y sanitaria. A esta grave situación se ha sumado la catástrofe natural desatada por el terremoto de magnitud 7,2 que se registró el pasado sábado en el suroeste del país y ha causado más de 1.941 muertos y 9.900 heridos.

Desde que la dinastía de los Duvalier fue derrocada hace 35 años, Haití ha sufrido sucesivas crisis de poder, elecciones y golpes de Estado que han convertido al país en la nación del continente con más gobiernos desde finales del siglo XX. En este 2021, Haití vive uno de los momentos más tensos, que ha llegado hasta el asesinato a tiros del presidente, Jovenel Moïse, el pasado 7 de julio.

A la pobreza, la inflación de precios, las luchas por el poder y el aumento de la violencia pandillera se suma el fuerte impacto de la pandemia del coronavirus, donde se ha vacunado a poco más del 1% de su población y depende principalmente de las donaciones de otros países; y el colapso de hospitales por el terremoto, sin recursos ni personal suficiente para atender a casi 10.000 heridos.

Mandatario asesinado a tiros en su casa

Jovenel Moïse ganó las elecciones el 28 de noviembre de 2016 y casi cinco años después fue asesinado por un grupo de hombres armados que irrumpieron a tiros en su residencia privada en Puerto Príncipe, la capital del país.

Consiguió llegar al electorado de regiones con grandes dificultades económicas, en parte, por su origen rural y su éxito en iniciativas empresariales. Pero su legislatura no ha sido nada fácil, ya que se enfrentó a acusaciones de corrupción y a olas de protestas antigubernamentales que desembocaban en violencia en numerosas ocasiones.

Parte de la población y la oposición exigía su renuncia, tras cinco años de mandato, pero Moïse alegaba que le quedaba un año más, ya que no asumió la presidencia hasta el 7 de febrero de 2017. En enero de 2020, el presidente disolvió el Parlamento y desde entonces gobernó por decreto; el 7 de febrero de 2021, se frustró un intento de golpe de Estado; y, posteriormente, Moïse convocó un referendo para una nueva constitución, que el aseguraba que era para “modernizarla”, pero sus críticos sospechaban que era para eliminar el artículo que impedía su reelección.

Pobreza extrema

Haití es la nación más pobre de América Latina y del Caribe, así como del hemisferio occidental: seis de cada diez habitantes viven con menos de dos dólares al día. Antes de la llegada de la pandemia del coronavirus, el país ya vivía una parálisis generalizada por las protestas sociales con violencia.

Los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) señalan que en 2019 el Producto Interior Bruto (PIB) de Haití cayó un 1,7% por los bloqueos de carreteras y la violencia, lo que provocó la parálisis completa de la economía. Las protestas buscaban la dimisión del presidente Moïse y dos años después todavía continúan. El mayor impacto de los bloqueos estuvo en la industria del turismo y los sectores exportadores.

Con la pandemia del coronavirus en 2020, la economía haitiana sufrió la segunda caída, mayor que la anterior. Según los datos del FMI, se perdió el 3,7% del PIB. El deprecio de su moneda en torno al 30% provocó la subida de precios, especialmente de los combustibles.

Desastres naturales

Por su ubicación geográfica, Haití sufre constantemente huracanes, tormentas tropicales, lluvias torrenciales, inundaciones y terremotos. El daño que estos fenómenos producen, tanto humanos como materiales, obstaculizan el crecimiento de la economía, que tiene que estar en constante estado de reconstrucción. El 90% de su población está amenazada por los desastres naturales, según estima el Banco Mundial.

El último sismo registrado el pasado sábado se ha catalogado como el segundo más mortífero de los últimos 25 años en el país caribeño, por detrás del ocurrido en 2010, que acabó con la vida de cerca de 300.000 personas.

Las autoridades estiman que 684.400 personas necesitan ayuda humanitaria urgente, lo que supone cerca del 40% de la población de los tres departamentos más afectados, situados en la península suroeste del país.