El gobernador del estado de Illinois, Jay Robert Pritzker, ha calificado este sábado de "dictador" al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, después de que el mandatario insinuara que podría ordenar el despliegue de la Guardia Nacional en Chicago con el objetivo de acelerar la detención y deportación de migrantes sin documentación.

"El presidente de Estados Unidos amenaza con ir a la guerra contra una ciudad estadounidense. Esto no es una broma. No es normal. Donald Trump no es un hombre fuerte, es un hombre asustado. Illinois no se intimidará por un aspirante a dictador",ha afirmado Pritzker en un mensaje difundido a través de sus redes sociales oficiales.

Las declaraciones llegan tras un nuevo ataque verbal de Trump contra la ciudad de Chicago, a la que ha acusado de estar sumida en una "delincuencia rampante". Durante un acto público, el mandatario ha afirmado que la metrópoli "está a punto de descubrir por qué se llama Departamento de Guerra" en alusión al reciente decreto presidencial que rebautizó al Departamento de Defensa bajo esa denominación. "Me encanta el olor a deportación por la mañana", ha llegado a decir el presidente, en una frase que ha provocado gran indignación entre activistas y líderes demócratas.

La sombra de la militarización

Trump lleva meses insistiendo en que la inmigración irregular está detrás de la inseguridad en varias ciudades del país. Además de Chicago, también ha mencionado a Baltimore y zonas del estado de Maryland como posibles objetivos de una intervención federal con efectivos de la Guardia Nacional. 

La posibilidad de usar a las Fuerzas Armadas para tareas migratorias no es nueva en el discurso de Trump. Ya en su discurso inaugural del pasado 20 de enero, el republicano prometió "detener inmediatamente la entrada ilegal de inmigrantes" y expulsar de manera masiva a aquellos que se encuentren sin papeles. 

Vuelos de deportación en máximos históricos

El número de vuelos de expulsión de migrantes se ha disparado en Estados Unidos desde mediados de mayo, marcando un punto de inflexión en las políticas migratorias del nuevo Ejecutivo republicano. Según el recuento independiente que mantiene Thomas Cartwright, activista de Witness at the Border, solo en el mes de junio despegaron 209 vuelos con personas deportadas a bordo. Se trata del mayor volumen mensual desde que comenzó a recopilar estos datos en 2020, y supone un aumento del 54% respecto a la media de los seis meses anteriores.

Por primera vez desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha conseguido implementar de forma efectiva el último eslabón de su estrategia migratoria: una deportación sistemática y a gran escala que supera incluso los registros de sus mandatos anteriores. Hasta mayo, la media diaria apenas superaba los cinco vuelos, en línea con la etapa final de Joe Biden. Pero desde la segunda mitad de ese mes, el ritmo se aceleró hasta alcanzar siete vuelos diarios.

Detrás de este cambio se sitúan reuniones internas en la Casa Blanca en las que, según medios estadounidenses, participó Stephen Miller, exasesor de políticas de inmigración y considerado el principal arquitecto de las medidas más restrictivas en este ámbito. Miller habría presionado para intensificar redadas y agilizar deportaciones.

Las redadas masivas han llegado a obras de construcción y fábricas, mientras que los vuelos se han diversificado hacia Centroamérica, Sudamérica, África y otros destinos. En junio, Guatemala, Honduras y El Salvador concentraron 116 vuelos. México, en cambio, pasó de recibir 30 en mayo a solo 17 en junio, aunque aumentaron las devoluciones por tierra.

El presupuesto del ICE ha alcanzado cifras inéditas: más de 100.000 millones de dólares, de los cuales unos 14.000 millones se destinan directamente a operaciones de deportación, superando ampliamente los fondos asignados a agencias como el FBI o la DEA. En paralelo, los vuelos internos de ICE Air —utilizados para trasladar a detenidos entre centros— se dispararon un 65% en junio, con 697 operaciones.

Entre los datos más llamativos del informe de Cartwright destaca el aumento en el uso de aviones militares y las deportaciones desde la base de Guantánamo, donde en junio se registraron más de 160 traslados. Además, tras la reciente luz verde del Tribunal Supremo a las expulsiones hacia terceros países seguros, la Administración Trump tiene margen para enviar migrantes centroamericanos a México, incluso sin vínculos con ese país.

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