“Romana, promoción del 77. Política y periodista. Siempre, en todas partes y ante todo, italiana. Presidente de Fratelli Italia”. Así se autodefine en su cuenta de Twitter, la vencedora y, si nadie lo remedia, próxima presidenta de Italia. Tras esa presentación en su red del pajarito, Giorgia Meloni deja ver el siguiente tuit y eslogan de su partido durante esta pasada campaña electoral italiana: “Hoy puedes ayudar a escribir la historia”. Y no está exenta de razón cuando destaca lo de “hacer historia”, esta ex ministra de Juventud en el cuarto Gobierno de Berlusconi y ex presidenta de Giovane Italia, la sección juvenil del partido político Il Popolo della Libertà, formación fundada por el magnate y hoy, muleta necesaria para aupar al fascismo al poder.

Porque sí, ciertamente va a ser terriblemente “histórico”, además de preocupantemente histriónico, que el fascismo, con otras caras, otros modales, otras palabras, sin botas, pero con votos, se instale en el también histórico Palazzo Chigi de Roma, sede del Gobierno de Italia y residencia del Presidente del Consejo de Ministros. Igual que será “histórico” ver, “históricamente” aturdidos y perplejos, como el Palazzo Montecitorio y el Palazzo Madama, sedes de la Cámara de Diputados y el Senado italiano, respectivamente, se llenan de integristas conservadores de Silvio Berlusconi, ultraderechistas confesos de la Liga de Matteo Salvini y, digámoslo claramente y sin disimulos, de fascistas puros y duros de Hermanos de Italia (Fratelli d'Italia), la formación de la ganadora, Giorgia Meloni.

No se exagera nada si llamamos a Meloni “fascista”. Con solo 15 años, se acercó a la puerta del partido que mejor representaba entonces los ideales de Benito Mussolini, el tristemente famoso Movimiento Social Italiano capitaneado por Giorgio Almirante. La apenas adolescente, Meloni, salió por la puerta de la sede del MSI con su carnet de niña fascista afiliada a las juventudes missinas, el Frente de la Juventud. A partir de ahí, esta periodista y política nacida en Roma cuando en España se iniciaba la Transición política (15 enero de 1977), pasó por la ultraderechista Alianza Nacional de Giancarlo Fini hasta llegar a ser, en 2008, ministra de Política Juvenil en uno de los gobiernos de quien será ahora su apoyo, Silvio Berlusconi, cargo que ocupó hasta el 16 de noviembre de 2011. La historia se repite, pero al revés. Ahora quien en el pasado fuera la ministra más joven en la historia de la República Italiana y muleta de Berlusconi, será la próxima presidenta de Gobierno en Italia con el apoyo de su antiguo “hacedor”. Eso sí, el magnate televisivo tiene el compromiso de Meloni de ser nombrado presidente del Senado, un puesto de especial relevancia en Italia, cementerio de elefantes políticos y retiro de lujo para personalidades que tuvieron gran protagonismo.

"Soy Giorgia. Soy una mujer, soy madre, soy italiana, soy cristiana"

Se recuerda esa frase de su intervención en un mitin en Roma en 2019. Pero Meloni más que todo eso es fascista, fascista sin aditivos ni remilgos. Eso sí, como hubiera dicho hoy Umberto Eco, con otras caras, otros lenguajes y otros estilos adaptados a los nuevos tiempos… pero fascismo al fin y al cabo. La líder de Fratelli d'Italia ha logrado hacer renacer los valores de la derecha más reaccionaria de Italia y, con ello, también ha resurgido en Europa el miedo al totalitarismo más derechista. No en balde, se declara admiradora absoluta de Donald Trump y del presidente húngaro Viktor Orbán, justifica a Benito Mussolini afirmando que hay que “contextualizarlo” para entenderlo en su integridad.

Cercanía a Santiago Abascal

Amiga del líder nacional de Vox, posiblemente a Santiago Abascal será a quien este triunfo le vendrá mejor en España por la crisis “ollonística” que sufre actualmente su partido. Precisamente fue delante de él, en un acto de la pasadaß, cuando Meloni desglosó, con tono mitinero y grandilocuencia verbal propia de la oratoria y puesta en escena fascista, su corolario y rosario ideológico esencial.

La “islamización” de Europa

Es ultraconservadora en cuestiones sociales. Propone eliminar la renta de ciudadanía aprobada por el gobierno de Giuseppe Conte. Si ella gobierna, determinadas políticas de empleo y vivienda serán solo aplicables a personas de nacionalidad italiana. La inmigración es uno de sus caballos de batalla y atracción de votos. Ha denunciado una supuesta "islamización" de Europa y como consecuencia defiende la aplicación de rígidas medidas en materia de inmigración, así como el cierre de los puertos para impedir que los barcos de las ONG desembarquen inmigrantes. En este campo y gancho electoral se ha comprometido a aumentar el número de centros de vigilancia y las deportaciones.

Salvar judicialmente a “Il Cavaliere”

También ha prometido recortes fiscales y "defensa de la patria". Aunque ha virado a tibias posiciones a favor de la UE (casi nadie se fía de ello) propone una "revisión" de las normas de la UE junto a una defensa de "las raíces históricas y culturales clásicas y judeocristianas de Europa y su identidad". Para ella, la soberanía nacional está muy por encima de las instituciones europeas. Pretende aumentar la natalidad mediante la protección laboral de las madres jóvenes y una reforma judicial para "poner fin a los juicios mediáticos". En el fondo se halla el compromiso de proteger a Silvio Berlusconi, su protector, “Il Cavaliere”.

En lo personal, la más que segura presidenta italiana, tiene una hija, Ginevra. Su pareja trabaja como periodista para el canal de televisión Mediaset de Silvio Berlusconi. Es fan declarada de El Señor de los Anillos de Tolkien, al que ha denominado como "texto sagrado".

Se siente identificada con el viejo eslogan fascista, "Dios, patria y familia". En conclusión, si hablas como una fascista, gesticulas como una fascista y piensas como una fascista… eres una fascista. Meloni cumple todos estos requisitos. El fascismo ya está en el Sur de Europa. Cuando las barbas del vecino veas afeitar…