España y Marruecos retoman este miércoles las reuniones bilaterales de Alto nivel enmarcadas en el Tratado de Amistad que rige las relaciones entre ambos países fronterizos. Este cónclave, definido por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como un “hito histórico”, debe celebrarse según la normativa interna con periodicidad anual, pero llevaba sin convocarse desde 2015. Ocho años después, y enmarcado por unas tensiones que no dejan de reproducirse pese a la aceptación del plan de autonomía de Rabat sobre el Sáhara Occidental, este evento contará con la presencia de una docena de ministros españoles -ninguno de ellos de Unidas Podemos, contrario a la cesión del Sáhara y muy crítico con las actitudes chantajistas de Rabat en el control migratorio-.

Desde Moncloa son conocedores de las peculiaridades de las relaciones históricas con Marruecos, cuya última gran crisis derivó de la migración permitida por la gendarmería marroquí, las escuchas de Pegasus y la presencia del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en un hospital español. Con estas tensiones como telón de fondo, apaciguadas con el cambio de rumbo sobre el Sáhara que Pedro Sánchez anunció en marzo de 2022, llega la hora de la diplomacia. Desde Moncloa insisten en que las relaciones han mejorado tras años de falta de comunicación, y añaden que en estos momentos basta con descolgar el teléfono para encontrar a alguien al otro lado de la línea.

Quien no forma parte de este equilibrio es Unidas Podemos. Los liderados por Ione Belarra, Irene Montero y Yolanda Díaz no olvidan la cesión española con el Sáhara Occidental. Si en marzo de 2022 aquella decisión adoptada de forma unilateral por el líder del Ejecutivo, sin consenso entre socios, derivó en una pequeña crisis en el seno del Gobierno, aún coletean los resquicios agravados por una cumbre a la que los ministros morados han decidido no asistir.  

Tampoco asistirá el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, pese a estar convocado en primera instancia y tener agendada una reunión con el propio presidente del Gobierno en el Foro Económico que se celebrará en Rabat este miércoles a las 15.30 horas. Esta decisión, adoptada de forma unilateral y notificada a media tarde del martes, llega justo después de que el Gobierno haya decidido subir nuevamente el Salario Mínimo Interprofesional hasta los 1.080 euros sin el consenso de la patronal y sin que los empresarios estuvieran presentes en la mesa de negociación. Garamendi, de esta forma, planta al Gobierno en su intención de mejorar el equilibrio empresarial entre España y Marruecos incrementando el número de empresas españolas que han mostrado su voluntad de invertir en Rabat.

Ceuta y Melilla no estarán sobre la mesa

La españolidad de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla seguirá siendo un tema tabú. No es nueva la voluntad marroquí de abrir este debate una vez conseguido el plan de autonomía sobre el Sáhara, pero desde Moncloa son tajantes al respecto: “A mí no me tiene que certificar ningún país la españolidad de Ceuta y Melilla ni la de Valladolid, Barcelona o Santiago de Compostela, son españolas, punto”, señaló tajante este lunes Albares al ser preguntado si esto quedaría así recogido en la declaración conjunta que se firmará durante la cumbre.

En este sentido, desde Moncloa inciden en que la reapertura de las fronteras terrestres con las dos ciudades autónomas y la apertura de una nueva aduana en Ceuta, donde no existía, y la reapertura de la de Melilla, cerrada unilateralmente por Marruecos en 2018, viene a ser un reconocimiento de la españolidad de ambas, puesto que solo hay fronteras con terceros países.

Queda descartada de esta forma una nueva reconfiguración del mapa nacional. Este debate, histórico y demandado por Marruecos, sigue de esta forma en stand by pese a los avisos de Rabat. Fue el anterior primer ministro marroquí, Salahedin el Othamani, quien señaló en diciembre de 2020 que una vez resuelta la cuestión del Sáhara este sería el siguiente tema a abordar.

Los ecos del Sáhara

Fue a través de una carta. Sin avisar y con una nocturnidad que no gustó a Unidas Podemos. El paso más importante dado por España respecto a la autonomía del Sáhara Occidental, desechando el proyecto de autodeterminación de su pueblo que España tenía encomendado históricamente, fue despachado con una única premisa que seguirá resonando en el balance internacional que dejará el legado de esta legislatura: la agenda internacional la marca el presidente. Esta frase, repetida en público y en privado cuando la actualidad aprieta, ha servido como base para refugiarse de las críticas en las últimas fechas.

Las explicaciones a la cesión del pueblo saharaui no contentaron ni al socio en la coalición ni al bloque de la investidura. Incluso el PP mostró sus reticencias por el momento escogido, justo cuando capitalizar las relaciones con Argelia y su gaseoducto eran claves para revitalizar la estrategia geopolítica y energética de España en un momento de debilidad europea y dependencia de Rusia.

“No podemos compartir esta propuesta porque plan autonomista que defiende Rabat supone abandonar la posición de neutralidad y el consenso de las resoluciones de Naciones Unidas. Además, se trata de una postura con la que se rechazaría de facto el 'mutuo acuerdo' ya que ni el Polisario ni Argelia aceptarían esta solución”, apuntaban en aquel momento fuentes de Podemos a ElPlural.com.

El mensaje de los morados no ha cambiado. La respuesta del ala socialista tampoco: “Los matices entre ministros son algo normal en todos los gobiernos democráticos, incluidos los monocolor. Hay una unidad total en el seno del Gobierno en que hay que defender los intereses de los españoles en tiempos tan convulsos. Los intereses de los andaluces, los canarios, los melillenses y los ceutíes deben ser protegidos”, indicaba entonces el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.

Otros temas a abordar

Al margen del Sáhara, del que Rabat quiere aún más autonomía de la concedida por Sánchez, infinidad de temas serán abordados en esta cumbre bilateral: el tejido empresarial que une a ambos países, las inversiones de empresas españolas, el control fronterizo del que Moncloa ha presumido en las últimas fechas, la lucha contra el yihadismo o los derechos humanos.

Cabe recordar que respecto a este último apartado, el PSOE, recientemente, ha votado en contra de una resolución en la que la Unión Europea instaba a Marruecos a “garantizar el libre ejercicio de la prensa y garantizar a los encarcelados un juicio justo con las debidas garantías procesales, su inmediata liberación y el cese del acoso a los periodistas, sus abogados y sus familias”.

Con esta hoja de ruta temática sobre el papel, la real politik de la diplomacia como principal motivo de las críticas y sombras que oscurecen la confianza por controversias como las escuchas de Pegasus, los encargados de encabezar la delegación española serán el propio Pedro Sánchez y doce ministros: Nadia Calviño (vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económico), Teresa Ribera (vicepresidenta tercera y titular de Transición Ecológica), José Manuel Albares (Asuntos Exteriores), Fernando Grande-Marlaska (Interior), Pilar Llop (Justicia), Luis Planas (Agricultura y Pesca), José Luis Escrivá (Seguridad Social y Migraciones), Raquel Sánchez (Transportes), Reyes Maroto (Industria), Pilar Alegría (Educación), Miquel Iceta (Cultura) y Diana Morant (Ciencia).