En este país oceánico, dicen a menudo, vivimos bajo unas normas y un modo de vida envidiable. Lo que en Australia se llama el Fair Go, una expresión local que denota justicia e igualdad.

En estos tiempos, en plena campaña electoral, no hay día que pase sin que un político diga, alto y claro, que vivimos en un sistema que, por tradición, ofrece grandes oportunidades. Pero, más allá de lo que vendan los parlamentarios en campaña, the land of the fair go también tiene profundas raíces en la cultura popular, o como se dice por estos pagos, pop culture.

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, y van acumulándose problemas sociales, incluyendo las terribles secuelas del COVID, Steve Threadgold, profesor de Sociología de la Universidad de Newcastle, opina que el fair go es un mito y no tiene nada que ver con la realidad de nuestros tiempos. 

Entrevistado en Radio National por el periodista Nick Baker, el académico hace hincapié sobre la falta de interés que hay en Australia por hablar de clases sociales y, por alguna razón, a la gente no le gusta tocar el tema.

El profesor ha coeditado un libro junto a Jessica Gerrard, investigadora y profesora de la Universidad de Melbourne. En portada, y con el título Class in Australia, enfoca esencialmente el tema en varios capítulos y grupos que destacan por doquier.

Bogans, Hipsters and Class

El sociólogo aborda grupos diferentes para identificar a los ciudadanos de este inmenso continente isla. Según su versión, en este país el Bogan engloba la imagen del típico australiano que le gusta salir a la calle en camiseta, fumando un cigarrillo e, inconscientemente, ir detrás de un tipo fornido que asume el liderazgo. Abundando en detalles, también transmite la idea de ser una persona vulgar del mundo obrero.

Por otro lado, los llamados hipsters es otra clase de gente que se identifica con vaqueros bien ajustados al cuerpo, tomando un café latte, y una tostada con aguacate en cualquier cafetería de Melbourne, Sydney, o incluso, en comarcas rurales.

Además, añade el autor del libro, da la sensación de que forma parte de la clase media. Lo interesante de toda esta situación, es que el llamado hipster es una persona muy animada, muy alegre, mientras que bogan, es todo lo contrario y, en cierto modo, refleja de cara al exterior una imagen denigrante.     

El problema, según el sociólogo, es que estos colectivos o grupos, están oscureciendo las clases sociales de este país y apartando la atención sobre las necesidades y la desigualdad que sufre las clases sociales que más sufren.

Desigualdades entre ricos y pobres en Australia

El libro de los coeditores destaca que habría que remontarse a los años 20 del siglo pasado, para darse cuenta de la tremenda sacudida que han sufrido los trabajadores de hoy día. Y, especialmente, tienen mucho que ver las inversiones presupuestadas por gobiernos de distintos colores en el apartado de la Educación. Una educación desigual, que se nota a la legua, en el sector público por falta de recursos: instalaciones, bibliotecas, maestros y profesores.

Los dos académicos autores del libro recalcan que no cabe la menor duda de que, para ir subiendo escalones en la vida profesional, es necesario tener una buena educación y, además, buenos contactos con gente privilegiada. 

Cassandra Goldie, responsable de servicios sociales del Concilio del Estado de Nueva Gales del Sur, indica que, antes de la pandemia COVID, el 20% de los salarios más altos eran seis veces mayores que el 20% de los más bajos.

El valor y la importancia en la política sobre clases sociales

El profesor Threagold subraya que, a pesar del peso político que tienen las clases sociales, raramente son asumidas por los parlamentarios en debates de envergadura. De hecho, cuando los líderes políticos levantan la voz sobre el tema, tratan de dar marcha atrás.

Así las cosas, el sociólogo australiano se plantea la interrogante ¿qué sentido tiene hablar de clases? En este contexto, pone el acento en la importancia que tiene sacar a relucir el tema a través de coloquios, mesas redondas, foros de discusión y debates, con el fin de explicar a fondo las desigualdades, desventajas y perjuicios que existen en la sociedad.

El profesor de Sociología destacaba que las desigualdades en Australia son cada vez más sistemáticas y, por lo tanto, sería necesario coger al toro por los cuernos y de inmediato abordar los problemas sociales con el fin de crear una sociedad más justa.

En este aspecto, echando una mirada atrás sobre el libro The Lucky  Country, editado en 1964, el periódico The Canberra Times, refiriéndose al contenido de la obra de Donald Horne, dijo que Australia fue bendecida por sus tierras y, sobre todo ,grandes recursos naturales. Pero, poco, muy poco, fue bendecida con el talante de sus líderes. Tanto es así que el articulista del matutino de la Capital Federal australiana decía, con ironía, que los líderes, para recoger fruta de los árboles, se sentaban en el suelo y alargaban el abrazo.