Las primeras conclusiones de la Cumbre del Clima (COP28) de Dubái aún tendrán que esperar. Las negociaciones se han prorrogado, previsiblemente, hasta altas horas de la madrugada, acumulando así horas de descuento, aunque nada fuera de lo habitual.

Así lo ha confirmado la prórroga el presidente de la COP, Saltán Al Jaber, a través de un comunicado en el que ha prometido presentar a las cerca de 190 delegaciones. “Durante la noche y el día de hoy, el presidente de la COP28 y su equipo han estado participando en amplias consultas con una amplia representación de grupos negociadores y partes”, reza el texto. De este modo, la Cumbre del Clima entra en estos términos en su primer día extra.

El principal campo de batalla se centra entre aquellos países petrolíferos que se mantienen en sus trece pese el llamamiento del resto de naciones que abogan por abandonar progresivamente el uso de los combustibles fósiles. Por el momento, el grupo de Estados que han expresado abiertamente su intención de que se alcance un mensaje sólido sobre el fin progresivo del petróleo, gas y carbón ya son 127, siendo un total de 198 en la COP28.

Las escasas pistas que se pueden extraer de este previo acuerdo son las esgrimidas por el enviado especial de Estados Unidos para el clima, John Kerry, quien ha asegurado este martes “que el lenguaje de los combustibles fósiles en el nuevo borrados” en el acuerdo de la COP promete ser “el más fuerte” hasta la fecha. Por el momento, todo son especulaciones y esperanzas.

División de perspectivas entre naciones

Los detalles de un acuerdo conjunto entre cerca de 200 delegaciones mundiales se están fraguando a puerta cerrada, por lo que resulta más que complicado adivinar qué resoluciones pueden resultar de estas negociaciones. Pese a que aún no hay prácticamente certidumbres al respecto, el diálogo apunta a un escenario translúcido.

Por un lado, se sitúan los países férreos al uso del petróleo. Arabia Saudí es el país asiático que encabeza esta lista de los estados árabes, defendiendo así la reducción profunda y sostenida de las emisiones de gases, pero no su total abandono, es decir, argumentan que se deben atrapar las emisiones para poder seguir quemando fósiles, pese a que son combustibles que este país y otros como Emiratos Árabes Unidos extraen y venden.

En el lado que toca a España más de cerca, la postura de la Unión Europea se centra en el rechazo que supuso en un primer momento el borrador del presidente de la COP28, el cual fue tachado por muchos Estamos miembro de la UE de “inaceptable”, por lo que las exigencias se han direccionado a la petición de conseguir un abandono más progresivo de los combustibles fósiles.

Los países latinoamericanos y caribeños se decantan por la vía que ha adoptado con mayor protagonismo Colombia, delegación que, sabiendo su relevante producción de carbón, ha subrayado que para abandonar esta clase de combustibles deben recibir apoyo financiero.

Estados Unidos es otro de los enclaves que más está prolongando las negociaciones, ya que sostienen que las tecnologías de captura de carbono no son suficientes para conseguir el objetivo de calentamiento fijado en el máximo de 1,5 grados centígrados. Pese a estar de acuerdo con incluir el abandono de los combustibles fósiles, insisten en sus intenciones de expansión de perforaciones de gas y petróleo dentro de sus fronteras.

Por último, tanto China como India, dos más de las potencias mundiales, ponen en valor sus propios intereses. La primera, critica que los países desarrollados han tardado más de un siglo en alcanzar el máximo de emisiones, dejando como recado las responsabilidades de cada país ante el clima. El segundo, condena la explotación que ha hecho la humanidad ante la naturaleza.

ONG ambientalistas han advertido que el mundo no está más cerca de alcanzar estos objetivos climáticos, como se describe en el acuerdo de París de 2015, a pesar del auge global de la energía renovable generada a partir de energía solar o eólica. Según las Naciones Unidas, el planeta se encamina hacia un aumento de casi 3 ºC hacia finales de siglo, incluso si se cumplen todos los compromisos de reducción de CO2 asumidos actualmente por cada país.