El 21 de mayo de hace 20 años, concretamente del 2004, fue el día en el que España completó la retirada de tropas de Irak con la salida de los últimos soldados de la base de Diwaniya. Esta retirada fue anunciada por el presidente del Gobierno en aquel entonces, José Luis Rodríguez Zapatero, poco más de un mes antes, el 18 de abril, debido a la no interferencia de Naciones Unidas en el asunto iraquí y el atentando del 11 de marzo en Madrid.

Fue en 2003, en la conocida como Cumbre de las Azores, cuando se acordó la intervención internacional en Irak entre los jefes de Gobierno de ese momento de Estados Unidos (George W. Bush), Reino Unido (Tony Blair), Portugal (José Manuel Durão Barroso) y España (José María Aznar). Juntos decidieron dar un ultimátum de 24 horas a Sadam Hussein, presidente iraquí, para que llevase a cabo el desarme de una serie de armas de destrucción masiva que la coalición decía que poseía.

Al no hacer caso al ultimatum, en marzo de dicho año, las tropas entraron en territorio iraquí, participando en esta intervención tropas españolas, enviándose entre 1.200 y 1.500 efectivos militares con BMR, M1, VEC, Vamtac, lanzacohetes, morteros y otra serie de armas. España, por su posición geográfica, también tuvo una gran relevancia en el despliegue estadounidense, además de ofrecer ayuda en el transporte tanto de efectivos como de mercancía a la zona.

Un año después, tras el atentado del 11 de marzo que dejó más de 190 muertos en Madrid y ya con el socialista José Luis Rodríguez Zapatero en el Gobierno, éste decidió cumplir su compromiso electoral y anunciar la retirada de tropas españolas del país. Fue uno de los primeros anuncios de su Gobierno para “evitar las presiones que podrían haber hecho imposible cumplir con la palabra dada”.

Su primera gran decisión como gobernante de España y, sin duda, una decisión que marcó una nueva etapa política, dejando que la política internacional cogiera una gran relevancia en la conformación de las identidades partidistas en España.

Zapatero decidió que José Bono fuera su ministro de Defensa y le encargó que en el breve periodo de un mes preparara en términos políticos y logísticos la retirada de las tropas de Irak para cuando decidiera hacerla efectiva.

Y un mes y tres días después, el presidente del Gobierno protagonizó una comparecencia en La Moncloa que marcaría el futuro político del país. Zapatero dio un paso al frente tras la victoria electoral del 14 de marzo de 2004 para anunciar la retirada de tropas en Irak.

El retorno de las tropas españolas, antes de su anuncio público, fue comunicado a Estados Unidos y al resto de los aliados en el conflicto. Zapatero también informó al líder del PP, Mariano Rajoy, y a los demás partidos del arco parlamentario.

Ya en el escenario para comparecer, junto al ministro de Defensa, José Bono, y la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, Zapatero pronunció las palabras con las que anunciaba su decisión, explicando que en la mañana del domingo había dado la “orden de que las tropas regresen a casa”.

El dirigente aseguró que ya en marzo de 2003 había adquirido el compromiso público de ello y lo había reiterado justamente antes de las elecciones que le alzaron como presidente del gobierno. En el mismo sentido, informó de que “con la información” de que disponían, no era previsible “una resolución de la ONU” que se ajustase a las condiciones expuestas en el pasado por el PSOE para que los 1.300 soldados españoles permanecieran en Irak.

El nuevo Gobierno llegó a esa conclusión a través de “declaraciones públicas” de líderes internacionales y de “contactos del ministro de Defensa” durante el mes anterior, que no aportaban “indicios” que hicieran prever “una variación sustancial en el plazo previsto”.

Responde a mi voluntad de hacer honor a la palabra dada (...) El Gobierno no quiere ni puede actuar de espaldas a la voluntad de los españoles”, remarcó Zapatero, añadiendo que “el Gobierno, animado por las más hondas convicciones democráticas, no quiere, no puede y no va a actuar en contra ni de espaldas a la voluntad de los españoles”. Además, remarcó que dicha decisión respondía al “propósito de contribuir a la lucha de la comunidad internacional contra el terrorismo desde la legalidad internacional”.

La retirada de tropas de Irak

El repliegue de las tropas españolas en suelo iraquí comenzó el 27 de abril con la evacuación del asentamiento español en Najaf, que se trasladó a Base España en Diwaniya, donde los operativos quedaron en manos de los estadounidenses y los españoles se comenzaron a dedicar exclusivamente a tareas de repliegue.

Por la mañana de tal día como este pasado martes, el 21 de mayo, los últimos 600 soldados, en su gran mayoría legionarios, iniciaron la salida de la base hacia la estadounidense Camp Virginia, en Kuwait. El convoy se dividió en dos líneas de marcha y cada una estuvo formada por 40 vehículos, con protección por tierra con 30 bindados medios sobre ruedas (BMR) y vehículos de exploración de caballería (VEC) y por aire de cuatro superpuma.

Su llegada a España se proclamó por vía aérea en cuatro aviones chárter de Air Europa desde Kuwait, llegando el primero a Almería con 226 militares y el último a la base aérea de Torrejón de Ardoz, donde estaba esperando el ministro de Defensa.

Los efectivos del Ejército español habían sido enviados a la zona nueve meses antes por orden del anterior Gobierno, liderado por el popular José María Aznar, para realizar “labores humanitarias y de reconstrucción” tras la guerra contra el régimen de Sadam Hussein, apoyada por el gobierno del PP.

Durante los últimos meses de presencia española en Irak, la violencia se fue agravando e, incluso, el complejo militar de la base española en Diwaniya fue atacada en repetidas ocasiones. No se registraron bajas pero sí heridos.

Así, el 21 de mayo de 2004, José Luis Rodríguez Zapatero culminó una de sus principales compromisos electorales y comunicó casi una semana antes de lo previsto que ya no quedaba presencia militar española en suelo del país árabe.

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