Brasil vuelve otra vez a las urnas, esta vez en la segunda vuelta de unas elecciones que se juega entre el izquierdista Lula da Silva y el ultraderechista Jair Bolsonaro. En la primera vuelta por la carrera a la presidencia brasileña, que se celebró el pasado domingo 2 de octubre, fue da Silva el que salió claramente vencedor, aunque no sin unas dudas sembradas desde la extrema derecha apuntando al fraude en el proceso electoral, algo que se vuelve a repetir en esta ocasión. Los sondeos entonces eran claros y no fallaron, otorgando una amplia victoria de la izquierda, pero las tornas han cambiado, y ahora el empate técnico es una realidad en las encuestas publicadas en los últimos días.

Lula da Silva, candidato del Partido de los Trabajadores (PT), afronta este cara a cara con el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, candidato de Partido Social Liberal (PL), con una ventaja que no es en absoluto decisiva. Y es que la tendencia de su estimación de voto ha ido a la baja a lo largo de estas semanas, desde su victoria en la primera vuelta. Así, el promedio de encuestas de Datos RTVE a partir de las encuestas que se han publicado en el último mes, Da Silva llega con un apoyo del 46,7%, frente al 44,8% que obtiene Bolsonaro.

En la primera vuelta, Lula ganó por cinco puntos a su mayor contrincante, cosechando el 48,4% de los votos, frente al 43,2% que obtuvo el ultraderechista, actual presidente y candidato a la reelección del PL. De confirmarse los sondeos y repetirse la victoria de la primera contienda, el izquierdista volvería a la presidencia que ya ocupó entre 2003 y 2011, periodo en el que Brasil experimentó una de sus etapas más prósperas gracias a las políticas progresistas que se pusieron en marcha por su Ejecutivo, consiguiendo sacar a unas 30 millones de personas de la pobreza.

Además, estas políticas lograron aumentar exponencialmente el PIB de Brasil, convirtiendo al país carioca en el gigante sudamericano que es hoy en día. Sin duda, un auténtico hito que dejó huella en la sociedad brasileña -cuando abandonó la presidencia del país, contaba con más de un 80% de aprobación-. De hecho, la reelección de Lula en las elecciones de 2018, en las que Bolsonaro venció con un 55% de los votos, parecía más que clara. Sin embargo, su condena y posterior entrada en prisión -que años más tarde serían anuladas-, supusieron el final de su carrera electoral. Pero la sombra de Lula siempre ha estado ahí, especialmente en las clases más bajas, y vuelve a probar suerte este 2022.

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Un país polarizado

La primera vuelta de estos comicios dejó una cosa clara: Brasil es un país claramente polarizado. El líder del PT ganó con el 48,4% de los votos, frente al 43,2% que obtuvo Bolsonaro. Esta ajustada victoria, que algunos sondeos descartaban la segunda vuelta porque da Silva conseguiría más del 50% de los votos, refleja la polarización del país carioca y ello se ha agudizado por la siembra de rumores de fraude que ha hecho el actual presidente, que ha incluso llevado a algunos de sus seguidores a preparar planes para el caso en el que gane el izquierdista.

Y es que millones de brasileños simpatizantes de Bolsonaro desconfían del sistema de votación del país y se han mostrado preocupados por un posible fraude, todo ello alertados en varias ocasiones por su líder. Así lo ha difundido The New York Times, añadiendo que estos seguidores solamente se esperan dos resultados: la celebración o la toma de las calles. ¿La razón? Que una derrota de Bolsonaro solo puede significar que la votación ha sido manipulada.

Además, las empresas encuestadoras de Brasil han sido muy cuestionadas por parte de Bolsonaro y sus seguidores por no haber detectado el apoyo que finalmente tuvo en la primera vuelta, ya que los sondeos en aquel entonces apuntaban a una gran victoria de Lula sin necesidad de ir a una segunda vuelta.

Campaña sobre el faude

Hace ya varios meses que el presidente Jair Bolsonaro inició una campaña para sembrar dudas sobre la seguridad del sistema de votación brasileño, al más puro estilo de Donald Trump. Esto ha calado en parte del electorado y ha dado un protagonismo inédito a las urnas electrónicas. Y es que los ciudadanos brasileños que puedan acudir a las urnas este domingo tendrán que teclear conjuntos de números en función del partido y al ver la foto del candidato apretarán un botón verde para confirmar su elección.

Tras una campaña que se ha apurado hasta el final, ya que en Brasil no existe el día para la reflexión, la gran duda para esta jornada es qué pasa si Bolsonaro pierde como vuelven a apuntar los sondeos y queda así despojado de la presidencia del país.

Frente a ello, en un contexto de campaña de descrédito al proceso democrático, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha llevado a Brasil una misión con 56 observadores electorales y especialistas, encabezada por Rubén Ramírez Lezcano, excandiller de Paraguay, y repartida por 15 estados y el Distrito Federal, para observar el voto extranjero en Estados Unidos, Francia y Portugal.