El secuestro de Cloe Smith que ha conmocionado a Australia y buena parte del planeta ha acabado con final feliz, pero sigue deparando sorpresas escabrosas. La principal, la obsesión del presunto secuestrador con las muñecas, en concreto las de marca Bratz, que atestaban su casa. Terrance Darrell Kelly, de 36 años, había llevado su fijación con las muñecas a las redes sociales y los internautas han ido rescatando sus cuentas dedicadas al tema donde se pueden ver fotos suyas y de la habitación donde apilaba decenas de estos juguetes.

Terrance Darell Kelly compareció ayer en la Corte Justicia de la localidad de Carnarvon, situada a 800 kilómetros al norte Perth en el Estado de Australia Occidental, acusado de forzar de forma fraudulenta a Cleo Smith a encerrarse en su casa, donde la mantuvo secuestrada durante 18 días. Su comparecencia se ha retrasado debido a diversos incidentes en prisión. El primero tuvo lugar cuando, al parecer, su compañero de celda le propinó una paliza por la que tuvo que ser llevado al hospital. “Mi hijo estaba furioso cuando descubrió lo que había hecho”, señaló la madre del preso al Daily Mail de Australia. Sin embargo, este jueves la policía australiana reveló que habían tenido que volver a llevarle al hospital por nuevas heridas, esta vez sufridas en la celda en la que estaba solo. El raptor tendrá que comparecer de nuevo, el seis de diciembre, para ser interrogado por los magistrados de la Corte.

El suceso del rapto de la pequeña tuvo lugar el día 15 del mes de octubre, cuando los padres de Cleo, decidieron pasar unas vacaciones y acampar en una tienda de campaña en un lugar idílico con lagunas, costa de coral, cuevas marinas y el llamado Quobba Blow Holes. En ese día fatídico de mediados del mes pasado la niña Cleo Smith, de cuatro años de edad, desapareció de la tienda de campaña mientras dormía.

Jugando con muñecas y en buen estado

Inmediatamente se trazó un plan de rescate con un contingente de 140 policías para rastrear, palmo a palmo, por los alrededores donde estaba situado el camping. Incluso se llegó a ofrecer una recompensa de un millón de dólares australianos para quien consiguiera dar con Cleo o su secuestrador. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo el dolor y las angustias de la familia fueron creciendo y, gran parte de la ciudadanía con el corazón en un puño aguardaban con esperanzas que la pequeña Cleo, fuese encontrada con vida.

La casa de Darrell Kelly, donde estuvo secuestrada Cleo Smith, atestada de muñecas.
La casa de Darrell Kelly, donde estuvo secuestrada Cleo Smith, atestada de muñecas.
 

Por fin, llegó el gran día, a comienzos de la semana, cuando agentes policiales encontraron a Cleo, sana y viva, después de vivir un cautiverio de 18 días. El dispositivo para rescatar a la niña recibió cientos de llamadas con pistas, hasta que una permitió, gracias a los datos de teléfonos móviles, dar con Cleo. El rescate fue grabado por los policías australianos que dieron con ella y la encontraron en buen estado, con un pijama limpio y el pelo lavado y peinado. Precisamente, estaba jugando con varios juguetes cuando la encontraron y todas las luces de la casa estaban encendidas en mitad de la noche.

"¡Voy a por ti!"

A continuación, llovieron muestras de apoyo y cariño a los padres de la víctima, y el mismo día de la liberación al mandatario político del Estado de Australia Occidental, Mark McGowan, fue a casa de la familia para hablar con Cleo.

Por otro lado, reporteros que escribieron largo y tendido sobre el suceso, hablaron con el vecindario, para hacerse una idea de la conducta y forma de ser de Darrell Kelly. Uno de los vecinos, que no quiso identificarse, dijo que era un “tipo rudo y deprimente” y otro explicó que el hombre vivía en una casa de protección oficial que necesitaba apuntalarse para vivir en mejores condiciones.

Excepto los vecinos y el secuestrador de la niña, todos contentos y felices, aunque no del todo cuando, al término de la sesión en la Corte de Justicia, Kelly echó una mirada vengativa y desafiante a los periodistas. Sobre todo al reportero de The Australian al que gritó “¡voy a por ti!”.