Hacía falta un revulsivo. En pocas palabras es como se puede resumir el contexto político que vivíamos hasta hace apenas unas semanas. Tras los resultados de la elecciones autonómicas en Andalucía hemos podido comprobar que el bloque de cambio político en nuestro país no se encuentra en la misma situación que hace tres o cuatro años. Ni mucho menos por una cuestión de trasvase o convencimiento por parte de proyectos políticos antagónicos, pero sí que es cierto que no se ha conseguido tocar las teclas necesarias de cara seguir movilizando los sectores populares  que nos han traído hasta este escenario; al contrario que el bloque de las derechas, que ha sabido dar sentido al momento político que estamos viviendo, incluso haciendo que la agenda pivote sobre cuestiones que ya considerábamos haber asentado bajo grandes consensos sociales. Es decir, ha surgido una nueva mayoría movida por la capacidad que ha tenido el adversario de situar el debate en líneas más relacionadas con la confrontación y la crispación entre los propios españoles, que con la construcción de un país más justo, más inclusivo en el que no sobre nadie. 

No cabe duda alguna de que nuestro proyecto de país es y debe seguir siendo este último. Sin embargo, quizás haga falta replantearse si las herramientas que hemos estado empleando hasta ahora, siguen siendo válidas dado este nuevo panorama. Ese fue precisamente el principio fundacional desde el que emergió Podemos hace cinco años. Y quizás, gracias al habernos planteado esa cuestión, hemos conseguido alcanzar horizontes, que hasta hace no mucho hubiéramos considerado como imposibles. Mantenernos en la más profunda inmovilidad, previa a 2014, significaría no haber entendido nada de este último ciclo político, y con ello probablemente cometeriamos una irresponsabilidad con la gente de nuestro país.  

No por ello se está desmereciendo o infravalorando el papel de Podemos. Al contrario, hay que reconocer como gracias a Podemos, la política nunca volverá a ser igual que de manera previa a las últimas elecciones europeas. Y de patear el tablero político. Quien se había guiado por las coordenadas propias de los últimos cuarenta años, se dió cuenta de que ya no valían si quería comprender lo que estaba pasando. Marcábamos los ritmos de la agenda y del debate público, haciendo que girara sobre la construcción de un nuevo consenso social, basado en la mejora de las condiciones de vida de la mayoría social y no sobre los intereses de unos pocos. Conseguimos ganar los ayuntamientos de las principales ciudades del país, poniéndolos al servicio de la gente, demostrando que se podía hacer política de otra forma desde las instituciones más cercanas. En las elecciones generales de 2015 conseguimos que más de cinco millones de ciudadanos y ciudadanas confiaran en nosotros, llegando a un empate técnico de votos con el PSOE. El año pasado, gracias a toda esa gente que nos había apoyado, conseguimos armar una nueva mayoría que permitiría echar al Partido Popular de la Moncloa. Sin duda todo eso merece un reconocimiento.

 Se terminó desarrollando una estructura cada vez más rígida, más homogénea, en donde premiaba el seguidismo frente al trabajo, la burocracia frente a la mejora de lo ya existente

El nacimiento de Podemos, como herramienta de cambio, fue una manera diferente de interpelar a la sociedad, supuso ilusionar y articular a sectores muy diversos que entendieron que sus aspiraciones de futuro no pasaban por los viejos partidos . Ese conjunto de la población no se veía identificado con con el eje izquierda-derecha, ni tampoco con las soluciones clásicas para la resolución de los nuevos retos que existentes en la sociedad española inmersa en una grave crisis  política, económica, institucional y sometida a recortes en servicios públicos mientras veíamos como de forma flagrante se saqueaban las arcas públicas. En ese contexto fuimos capaces de armar un discurso impugnador, con soluciones y con el que se veían identificados grandes sectores populares que habían perdido la esperanza de cambiar las cosas. Pero poco a poco, fuimos perdiendo la frescura y la agilidad política que nos caracterizó. Si en los partidos no se introducen mecanismos para la cabida de su pluralidad y para la posibilidad de reflexión política de manera colectiva, se terminan convirtiendo en máquinas de triturar personas. Se terminó desarrollando una estructura cada vez más rígida, más homogénea, en donde premiaba el seguidismo frente al trabajo, la burocracia frente a la mejora de lo ya existente. Se fue oxidando la máquina, se anquilosó; cada vez más estrecha en un ambiente de búsqueda del enemigo interno de manera constante. Tanto dentro, como fuera, más gente fue abandonando el proyecto dada la falta de voluntad de levantar espacios que cuidaran la heterogeneidad y permitieran el debate político. Después de las elecciones de junio 2016, no se supo parar máquinas y realizar un análisis y debate político de la pérdida de voto sufrida y de las soluciones. Se envejeció mal.

Más Madrid nace bajo la misma idea que surgió Podemos: la lealtad se debe al proyecto de transformación, no las siglas

Llegados a este momento político, tras los resultados de Andalucía, es el momento de aplicar lo aprendido, de analizar los aciertos, los errores, de dar un revulsivo recuperando la transversalidad, es decir, entendiendo la diversidad de nuestra sociedad y la centralidad del tablero político, osea, marcar la agenda en base a las necesidades y demandas de la gente de nuestro país. El espacio del cambio debe de interpelar de nuevo a aquellos que en el 2014 dejaron la abstención y fueron conscientes que había otra forma de hacer política, y a los que ya están convencidos, es necesario sumar a los desencantados y solo de esa manera se reconfiguraran las mayorías sociales que permitan un gobierno progresista en la Comunidad de Madrid y en los ayuntamientos más importantes.  Se trata de dar  soluciones a los problemas que preocupan a la gente, sin preguntar a nadie de dónde viene pero que se puedan ver identificados con un proyecto basado en recuperar los grandes consensos sociales y que no deje a nadie atrás en cuanto a cuidados y servicios públicos, en una sociedad tan desigual como la madrileña. 

Más Madrid es ese revulsivo que se necesita, una plataforma que no está encorsetada en estructuras de partidos, más fresca y flexible en el que se puede construir siguiendo el espíritu de lo que hicimos en las municipales del 2015, donde lo importante es el proyecto, donde lo importante es ilusionar y dar confianza a  la ciudadanía. 

El proyecto de Más Madrid supone continuar el gobierno del cambio en el municipio de Madrid y extender el ejemplo de lo realizado con un proyecto para toda la Comunidad de Madrid. Es una invitación para sumarse, se venga de donde se venga, donde no sobra nadie, de cara a poner fin a los veinticinco años de desgobierno y saqueo  del Partido Popular. Sólo mediante este paso podemos seguir manteniendo las posibilidades de una Comunidad de Madrid más justa y mejor. 

Más Madrid nace bajo la misma idea que surgió Podemos: la lealtad se debe al proyecto de transformación, no las siglas. Dar un paso al frente para seguir ampliando el bloque de cambio político, es la mejor muestra de voluntad de que seguimos manteniendo un firme compromiso por mejorar la vida de la gente en todos sus sentidos.