La extrema derecha formará parte del órgano rector del Congreso de los Diputados. Vox ha conseguido representación en la Mesa del Congreso después de que el resto de formaciones no haya llegado a un acuerdo para levantar un cordón sanitario. Posible era, pero no se ha materializado bien por falta de voluntad o bien por el elevado coste.

La primera de las fórmulas que podría haber evitado la entrada del ultra Ignacio Gil Lázaro como vicepresidente cuarto de la Mesa era un gran pacto entre PSOE y Partido Popular. Pero la opción fue desechada por Pablo Casado, que consideró prioritario mantener la estabilidad de los territorios donde gobierna con las derechas.

En su lugar, Casado propuso hacer presidenta a Ana Pastor, lo cual era inasumible para el PSOE; y nombrar a otros candidatos para la vicepresidencia primera. Esta idea fue rechazada de plano por los socialistas

La alternativa era un acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos que buceara en los límites de la aritmética parlamentaria. Pero conllevaba un coste: renunciar a la vicepresidencia primera.

Un coste elevado

La votación para elegir presidente del Congreso no era ningún reto, puesto que si en primera votación no hay mayoría absoluta (176 votos), se designa al candidato o candidata más votado en una segunda votación.

Las cuatro vicepresidencias y las cuatro secretarías se votan en dos fases y se eligen cuatro puestos en cada una de ellas. Los ocupantes serán los cuatro más votados. En consecuencia, dado que el voto de Vox será unánime hacia su candidato, cada puesto tiene un coste de 53 votos.

El Partido Popular cuenta con una bancada de 91 diputados entre el PP y UPN. Si PSOE y Unidas Podemos gastan (como lo han hecho) 92 escaños para ocupar la Vicepresidencia primera, Vox entraría en la Mesa. Esto es precisamente lo que ha pasado. Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (PSOE), ha sido elegido con 108 votos vicepresidente primero; Ana Pastor, con 101 votos, será vicepresidenta segunda; Gloriza Elizo (Unidas Podemos), vicepresidenta tercera con 77 votos; e Ignacio Gil Lázaro (Vox), vicepresidente cuarto con 52.

Ahora bien, si PSOE y Podemos hubieran renunciado a  la vicepresidencia primera y hubieran distribuido sus votos en grupos de 53, con 159 escaños era suficiente para dejar a Abascal fuera del reparto de los cuatro puestos. En otras palabras, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias solo hubieran necesitado negociar cuatro votos del conglomerado de partidos autonómicos (PNV, ERC…).

En este punto, cabe destacar que los republicanos catalanes han votado a los candidatos de Unidas Podemos a fin y efecto de “reforzar el cordón sanitario a Vox”.

Ciudadanos se queda fuera

Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (PSOE), ha sido elegido con 108 votos vicepresidente primero; Ana Pastor, con 101 votos, será vicepresidenta segunda; Gloriza Elizo (Unidas Podemos), vicepresidenta tercera con 77 votos; e Ignacio Gil Lázaro (Vox), vicepresidente cuarto con 52.

ERC ha votado a los candidatos de Unidas Podemos a fin y efecto de “reforzar el cordón sanitario a Vox”.

La incapacidad de los grande partidos para acordar la imposición de un cordón sanitario a Vox a fin y efecto de evitar que entre en la Mesa, el órgano rector de la Cámara Baja, ha provocado que el ultra Gil Lázaro se haya colado como vicepresidente cuarto y los naranjas no obtengan representación.

En la votación de las secretarías, el PP ha prestado parte de sus votos al candidato de Ciudadanos, José María Espejo Saavedra, pero no han sido suficientes. 

El Congreso ha tenido que repetir la votación de las secretarías para dirimir los puestos de Sofía Hernanz (PSOE) y Gerardo Pisarello (Unidas Podemos) puesto que ambos han cosechado 67 votos. Los otros dos secretarios, el tercero y el cuarto, serán Javier Sánchez Serna (60) y Adolfo Suárez Illana (58 votos).

La Mesa, por tanto, queda conformada por tres miembros del PSOE, tres de Podemos, dos del PP y uno de Vox. En otras palabras, la fragmentación de la derecha ha otorgado un miembro más para el bloque progresista, que tiene una mayoría de seis contra tres.