Miércoles, 25 de abril de 2018. Acorralada desde hacía 35 días por sus estudios, Cristina Cifuentes acaba dimitiendo. No lo hace por el falso máster que nunca cursó, sino por haber robado dos botes de crema facial en un supermercado en 2011. Los productos aparecieron en su bolso sin pasar por caja, Cifuentes fue descubierta por una cajera del ‘Eroski’ situado al frente de la Asamblea y obligada a entrar en un cuarto con un guardia de seguridad, vaciar el bolso y finalmente abonar el producto.

La escena fue grabada en un vídeo que fue guardado durante 7 años. Los mismos años durante los cuales sus enemigos internos del Partido Popular fueron fabricando informes y dossiers contra la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid. “Todos ustedes saben que he sido espiada”, dijo Cifuentes a la prensa en la comparecencia publica que protagonizó el pasado miércoles para anunciar su dimisión.

Esta vez sí, todos los partidos políticos, sin excepción alguna, creyeron a la presidenta del PP madrileño.

“Lo grave no es que robe en un supermercado, que lo es, sino que lo hayan ocultado durante tanto tiempo y hayan permitido a esta persona ser delegada del Gobierno en Madrid y presidenta de la Comunidad, para filtrarlo ahora y empujarla a dimitir”, dijeron desde el PSOE. Mientras tanto, Albert Rivera hablaba desde los pasillos del Congreso de los Diputados de "bochornoso juego sucio" y en Podemos tildaban directamente al Partido Popular como una ‘mafia’, capaz de filtrar justo “en el momento oportuno” un vídeo para hundir a Cristina Cifuentes.

2 de mayo de 2016. Lo cierto es que lo que la prensa denomina como  “la guerra sucia del PP” es una trama que se extiende en el tiempo. Como muestra, este artículo: ¿Es cleptómana la presidenta de Madrid?.

Una información que ELPLURAL.COM publicó hace justo dos años (el día de la Comunidad de Madrid en 2016) y en la que ya se informaba del “espionaje en el seno del PP madrileño con Cifuentes en el punto de mira”.

“Cifuentes, fue objeto de seguimientos y un control exhaustivo de su vida (…) Dicho espionaje habría partido de “los adversarios políticos” de su propia formación (…) Unas actividades que fueron ‘canalizadas’ a través de un conocido despacho de abogados de la capital. Lo más grave de todo tiene que ver con las intenciones de esos seguimientos. El propósito último sería desacreditar a Cifuentes y, por ende, acabar con su carrera política”, explicaba este periódico.

Pero la supuesta cleptomanía de Cifuentes no es el único episodio oscuro de la presidenta del PP madrileño que circula desde hace tiempo de redacción en redacción.

“Junto a la leyenda del Eroski afloraron otras, episodios en colegios mayores y un máster fantasma. Pero también un inquietante y punzante misterio situado en el cajón de su mesa del despacho de la calle Miguel Ángel y que confirmaría que las maldiciones, a veces, se pueden volver contra quien las lanza”, escribía recientemente a este respecto el periodista de investigación de ‘El Mundo’ Esteban Urreiztieta.

¿A qué maldiciones y  punzante misterio se refiere el ‘exsocio’ de Eduardo Inda en su época de investigación en el rotativo de Unidad Editorial? La respuesta, una vez más se encuentra en la hemeroteca.

Jueves, 7 de abril de 2016. “Existen fotos”, informaba este periódico en la primavera de hace dos años en una información que no podía titularse de forma más contundente: “Cristina Cifuentes hace vudú… y no es broma”.

“La dirigente del PP tiene muñecos, a los que coloca fotos de sus ‘menos amigos’ sobre las caras, y que le acompañan de destino en destino: es su forma de protegerse”, explicaba este periódico antes de reiterar que como en todos los capítulos de espionaje del Partido Popular, existían ‘pruebas’ al respecto.

“Y las tiene un medio de comunicación escrito de alcance nacional. Pero no las da. Por las razones que tenga el medio. Pero hay gente que las ha visto. Suficiente gente. Son la prueba de una peculiaridad -otra más- de Cristina Cifuentes”.