¿Casualidad? ¿Necesidad? Ciertamente, CiU necesita del PP para consolidar algunos gobiernos municipales como el de Barcelona, además de otras muchas ciudades. Ciertamente, CiU necesita del PP para solventar con garantías los presupuestos de la Generalitat con los recortes incluidos. Ciertamente, Mas no quiere ponerse al PP de frente si al final Rajoy está en la Moncloa. Ciertamente, Mas quiere aprobar también su ley ómnibus que cercena derechos, cancela inversiones y recorta hasta la saciedad ayudas sociales. Una ley que liquida de un plumazo a otras 80.

Apretar las tuercas
Todo esto es cierto, pero en Convergència i Unió existe otro convencimiento. Es necesario lapidar todavía más, con alianzas, el poder que todavía ostentan los socialistas en un buen número de localidades. Dicho en otras palabras, colocar contra las cuerdas a los socialistas que han perdido muchas plumas en las municipales pero que todavía pueden perder más con los pactos post-electorales. Todavía escuece en CiU aquel mapa municipal que relegaba a los nacionalistas solamente a las alcaldías de Vic y Sant Cugat. O sea, que ahora toca apretar tuercas.

Lenguaje vago y cínico
El PSC está todavía noqueado después de las dos derrotas consecutivas y algunos consideran es el momento de apretarle las tuercas. Más teniendo en cuenta que el PP puede ser el nuevo Gobierno de España y un gran aliado en el territorio. Toda una estrategia que CiU ha puesto en marcha aunque utilice un  lenguaje vago y cínico. Nadie se acuerda que el PP fue el instigador de la catalanofobia. Ahora es el gran aliado. Encima, la excusa de Oriol Pujol es que los socialistas les han dado la espalda. Por eso, prefieren acosar al animal acorralado. CiU considera que ha llegado su momento. O ellos, o el desierto.

Toni Bolaño es periodista y analista político