El tiempo apremia. A Pedro Sánchez le quedan 32 días para articular una mayoría parlamentaria suficiente para ser investido presidente o, de lo contrario, España se verá abocada a una repetición electoral que tendrá lugar el 10 de noviembre. Tanto el presidente en funciones como Pablo Iglesias ya han regresado de sus vacaciones y han retomado los contactos, aunque por ahora, con idéntico resultado al de julio: infructuoso. El secretario general de Podemos trasladó una propuesta de 120 páginas al PSOE que incluían cuatro opciones de gobiernos de coalición con un patrón común: una vicepresidencia social y tres ministerios para los morados. Los socialistas no tardaron en rehusar el ofrecimiento e Iglesias insistió en la necesidad de no dejar los deberes para última hora. Pero hay una tercera arista en esta ecuación que bien harían en tener en cuenta tanto PSOE como Podemos.

Los socialistas y los morados no suman solos y requieren de un tercer partido. Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) se perfiló desde un primer momento como el boleto que llevaría a Sánchez de vuelta a Moncloa y por otros cuatro años. De hecho, sorprendió que su portavoz parlamentario en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián, fuera quien mediara entre ambos en las horas previas a la segunda votación y les abroncara desde la tribuna por no haber llegado a un acuerdo. Pero tan cierto es que los republicanos catalanes pusieron toda la carne en el asador para lograr la consecución de un gobierno de tinte progresista como que, ahora, están obligados a subir el precio de su apoyo.

Está previsto que la sentencia del procés se conozca en septiembre, por lo que los decibelios y las soflamas desde las entrañas aumentarán. El propio Rufián advirtió durante su discurso en la moción de censura que la abstención era un gesto de “enorme responsabilidad y generosidad”. “¿Creen que también lo podemos hacer en septiembre? Septiembre nos complica la vida a todos”, espetó.

Según ha pudo saber ElPlural.com, ERC sufrió presiones y reticencias tanto internas como externas por parte del independentismo por el empeño de Rufián en facilitar la investidura. “Nos están atizando en Cataluña”, admitió una de las fuentes consultadas. La misma tónica en las redes sociales, donde numerosos usuarios con lazo amarillo en su nickname vertieron todo tipo de vituperios contra el papel del portavoz parlamentario.

ERC advirtió, y ha cumplido. La formación liderada desde prisión por Oriol Junqueras ha redoblado la presión sobre el Ejecutivo. Y lo ha hecho de boca del conseller de Economía y Hacienda de la Generalitat, Pere Aragonés, quien ha anunciado que llevará al Gobierno central a los tribunales por el impago de adelantos de 2019. Además, ha instado a otras comunidades a sumarse a la demanda, que ya ha tenido la respuesta de Hacienda, que ha recordado que para actualizar las entregas debe haber un Gobierno que no esté en funciones.

Este ha sido el primer gesto de displicencia de ERC al PSOE, pero se prevén más. Muchos más. La clave estará en si la formación independentista separará la paja del trigo, es decir, si podrá mantener la presión sobre Sánchez al tiempo que facilita su investidura.