Parte del medio centenar de personas que se han concentrado esta tarde ante la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, consiguen entrar en el vestíbulo de la sede socialista para protestar contra la decisión de la dirección federal del PSOE de destituir a Tomás Gómez al frente del partido en Madrid y pedir la dimisión del secretario general, Pedro Sánchez. EFE



Sin lugar a dudas, el 11 de febrero de 2015 será un día que quedará marcado en la historia del PSM y del PSOE. Y, como suele ocurrir en estos casos, la fecha tiene unos antecedentes. La expulsión decretada por Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, de Tomás Gómez, secretario general del partido en Madrid, se conocía antes de las 10 de la mañana por una exclusiva de ELPLURAL.COM, pero tanto en Ferraz como en Callao era un runrún que llevaba unos días en el aire.

La justificación de Ferraz la daba poco después de la noticia César Luena, secretario de Organización del PSOE. Y para cimentarla se basaba en la decisión del fiscal de investigar los vínculos entre el sobrecoste del tranvía de Parla en la época en que Gómez era alcalde, así como en informaciones sobre la Operación Púnica que han salpicado poco, pero han salpicado, al PSM. En una explicación bastante dura, Luena no dudaba en explicar que estos asuntos han provocado un “deterioro grave” en la imagen del PSOE y han provocado “inestabilidad orgánica”.

“Un paso atrás”
La noticia sobre los movimientos del fiscal se conocieron el lunes y ya desde entonces desde Ferraz hubo presiones a Gómez para que diese “un paso atrás” por su cuenta para no dañar al partido. Y en la noche del martes, al líder madrileño se le avisó de que se podía producir su expulsión, pero él mismo ha reconocido hoy que no quiso creérselo. En la mañana del miércoles, Gómez recibía la última llamada y la última oportunidad de Pedro Sánchez, y Gómez volvía a negarse. Entonces fue cuando se convocó a la permanente de la Ejecutiva Nacional y se tomaba la decisión final.

“Operación no democrática”
Después de la comparecencia en Ferraz, llegó el turno del PSM de responder desde Callao. Primero habló la número dos de Gómez, Maru Menéndez, para lamentar que se hubieran enterado por los medios. Y luego un Tomás Gómez guerrero, que anunció que no se iría sin acudir antes a los tribunales. "Le dije no a un demócrata como José Luis Rodríguez Zapatero, y le he dicho que no a Pedro Sánchez, que ha intentado una operación no democrática", avisó el madrileño.

El papel de Carmona
Más moderado fue Antonio Miguel Carmona, que ya el martes, con la tensión en el aire, vivió el papelón de protagonizar un desayuno informativo en el que Sánchez y Gómez coincidieron, pero evitaron a toda costa estar juntos. Y hoy, el que todavía aspira a ser candidato a la Alcaldía, ha tenido que bregar el temporal, limitándose a reafirmar su convicción en la honradez de Gómez. "Lo conozco desde hace casi 30 años, como ya he dicho, no pongo por él una mano en el fuego, pongo las dos.  Es una de las personas más honradas que conozco. Absolutamente honrada".

Empujones en Ferraz
El PSOE había decidido echar al líder del PSM, el líder del PSM se declaraba en rebeldía… y sin embargo lo peor estaba por llegar. Partidarios de Gómez se reunían espontáneamente a última hora de la tarde frente a la sede del PSOE en Ferraz para protestar por la decisión. Eran pocos y la imagen no hubiera dado para más de no ser porque tenían carné de afiliados y exigían entrar por la estrecha puerta. Unos momentos de tensión, con empujones y agarrones acompañados de gritos de “democracia sí, dictadura no”, que han puesto la guinda a un día duro para el PSOE. Histórico, pero duro.