Esquerra Republicana de Catalunya y EH Bildu construyeron unos puentes que los han llevado a actuar prácticamente como una única entidad. Una simbiosis nacionalista que quiere marcar el devenir del país durante los próximos cuatro años, como ha ocurrido durante la presente legislatura. Sin embargo, a diferencia de este cuatrienio, republicanos y abertzales son conscientes de su potencial parlamentario; por lo que desde las cúpulas de sendas formaciones se ha extendido la idea de que si Pedro Sánchez tiene opciones de gobernar, elevarán la presión y el valor de la moneda de cambio.

La consigna es clara: “Vamos a subir el precio”. El portavoz parlamentario de ERC durante esta legislatura ha percutido en esta idea desde el inicio de la campaña electoral. Gabriel Rufián ha insistido por activa, por pasiva y hasta por perifrástica que si un hipotético Gobierno progresista pretende mantener el apoyo del tándem soberanista no solo tendrá que sentarse a negociar, sino que además deberá plegarse a sus condiciones. “O Cataluña o Vox”, replican desde el entorno republicano en todas y cada una de sus intervenciones.

Simbiosis independentista

El discurso de ERC lo hace suyo EH Bildu, fruto de esa cooperación. Hace una semana, tanto Gabriel Rufián como Oriol Junqueras se desplazaron hasta Euskadi para visitar a Arnaldo Otegi y escenificar en un mitin conjunto el perfecto funcionamiento de la máquina independentista. En el acto, el líder de los abertzales advirtió al todavía jefe del Ejecutivo y candidato a la reelección del Partido Socialista de que las principales medidas de un futuro Ejecutivo progresista, en caso de que no caiga en manos de la derecha, volverían a pasar por ambas fuerzas. “Lo que va a pasar en España lo van a elegir ERC y Bildu”, resumió el dirigente de la coalición euskaldún.

Situación similar, pero a la inversa, sucedió este pasado lunes, cuando Arnaldo Otegi se desplazaba hasta Cataluña. Abertzales y republicanos se jactaron de su sintonía en una nueva canción a dos voces, con el líder de la coalición vasca exhibió su confianza de que las urnas probarán que “el bloque reaccionario del PP y de Vox no tiene derecho a regir la vida política, económica, social e institucional de Euskal Herria ni Cataluña”. El coordinador general de Bildu reclamó el “voto prestado progresista” en aras de “avanzar hacia la libertad nacional” de ambos territorios. Fue un paso más allá, al remarcar que las derechas son una “inmensa minoría” en sendas autonomías, a pesar de que al mismo tiempo utilizó el altavoz que le brindaron sus camaradas catalanes para lanzar un claro mensaje por los “cambios”. En ese mismo acto, el líder de ERC, Oriol Junqueras, exhibió su certeza de que la independencia de ambos territorios llegará y lo hará a través de “dos referéndums de autodeterminación simultáneos”.

Complejo escenario

El subidón de Esquerra en 2019 supuso un cambio de ciclo en Cataluña que, tras cuatro años, podría llegar a su fin. El duro revés que supuso el 28M para los republicanos y el auge del PSC junto a la recuperación de los postconvergentes rebajan en cierto modo sus expectativas electorales. La mayoría de las encuestas dan a ERC como segunda fuerza política, manteniéndola primera en la subdivisión independentista por delante de Junts. Sin embargo, el Grupo Republicano en el Congreso no volverá a contar con 13 combatientes, sino que verán sus fuerzas atrofiadas hasta los 9, en el mejor de los casos.

Con todo, a pesar del presumible bajón que profetiza la demoscopia, ERC sigue presentándose como uno de los resortes que podrían evitar el desembarco de la ultraderecha a Moncloa. En fueros republicanos se insiste en que ungirán a Sánchez si está en su mano, aunque en las últimas fechas se han visto obligados a reformar sus posicionamientos con respecto al Gobierno progresista, escenificando un profundo distanciamiento con Sánchez, pero más hondo aún con Yolanda Díaz, sobre quien incluso ha llegado a deslizar que le atemoriza más que Santiago Abascal. De ahí, esa suerte de órdago dicotómico entre “Cataluña” o “Vox”.

No obstante, en el flanco derecho del independentismo catalán siguen instalados en el rechazo al mercadeo con el Gobierno de la nación que plantean desde Esquerra. La estrategia de Junts pasa por reabrir las heridas con el Estado, independientemente del color que predomine en el Palacio de la Moncloa. “Sánchez no será investido con los votos de Junts”, sostuvo Carles Puigdemont en una reciente entrevista al diario catalán Ara. El expresident aún tiene control sobre el cuaderno táctico de los postconvergentes, a pesar de continuar en tierras flamencas.