El panorama parlamentario se encuentra en un momento de especial tensión con el asunto que más ocupa al Gobierno: sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2026, una labor que no se antoja sencilla dadas las exigencias de las diferentes formaciones parlamentarias para apoyarlos. Podemos y Junts han sido las más duras recientemente: los morados, por su oposición al aumento del gasto en defensa y por sus peticiones para vetar por completo a Israel y para reducir de manera oficial el precio de la vivienda y los alquileres, y los neoconvergentes, por sus presiones para que se ejecuten las partidas presupuestarias anteriores que estén pendientes, que ellos mismos cifran en aproximadamente 50.000 millones de euros. Con todo ello, la oposición sigue enrocada en hacer su juego de desprestigio al Ejecutivo, lo que incrementa aún más la tensión. De manera ajena al debate presupuestario, otras formaciones como Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) o Sumar, han optado por una senda más dialogante, analítica y que resuelva verdaderamente los problemas que debilitan al bloque de Gobierno.

Esta veda la abrió el propio Gabriel Rufián hace unos días, lanzando al aire una propuesta ambiciosa, pero que podría suponer un punto de inflexión de ejecutarse adecuadamente: poner en marcha un frente común y plurinacional de partidos de izquierdas. "Si no nos ponemos de acuerdo, nos matarán por separado" fue la premisa en la que se basó el republicano para afear el cainismo en el que las formaciones de izquierdas han estado históricamente enrocadas. Buena prueba de ello en los últimos años han sido las constantes pullas entre Sumar y Podemos, a pesar de ser partidos ideológicamente tan cercanos que los puntos de unión que tienen son naturalmente mayores que cualquier rencilla interna que pueda separarles.

Así, Rufián puso sobre la mesa una realidad histórica: las dificultades que ha tenido la izquierda en las últimas décadas para concurrir de manera conjunta, sin debilitarse mutuamente y luchando contra el enemigo común. Algunos analistas, sin embargo, señalan que la posibilidad que baraja el republicano solamente será posible una vez llegue un punto de no retorno, como que la ultraderecha ya esté en el Gobierno y la reacción tenga que ser fuerte y conjunta.

Por su parte, Yolanda Díaz se mostró a favor de la vía propuesta por el portavoz de Esquerra, que crearía un espacio común de izquierda plurinacional. "Lo llevo defendiendo desde hace muchísimos años. Vivimos tiempos de excepción absoluta. La ola reaccionaria es muy potente y hay un elemento sordina de la extrema derecha que recorre España que requiere una alianza democrática", expresó Díaz. 

"Aquella alianza, de darse, debe tener una coincidencia en el análisis y una agenda de mínimos que movilice. Esto no debería ir de una suma de siglas, sino de una de alianza que dé fuerzas, que dé esperanzas y que movilice", agregó también, explicando lo que, a su juicio, debería tener ese junte.

Aquella reflexión de Díaz terminó con un mensaje que también puede leerse como un toque de atención a Sánchez y al PSOE: los socialistas y los magentas se valieron en 2023 del mantra del riesgo de la llegada de la ultraderecha si la coalición progresista no conseguía mantener el Gobierno. Ante esto, a vista de que el panorama actual ha cambiado significativamente, Díaz ha aseverado que "con lo de que viene el lobo, ya no llega", haciendo referencia a que es hora de pasar a la acción y tomar medidas más contundentes que agitar el fantasma de la ultraderecha como contrapeso a las ideas reaccionarias.

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