Horas muy amargas las que vive el presidente del PP, Pablo Casado, desde que descubrió lo que otros ya habían averiguado en sus propias carnes. Ahora se ha confirmado que pronunciar la palabra corrupción referida a alguien del PP y señalar con el dedo al presunto infractor se paga caro. Muy caro.

Algunos jueces ya lo habían comprobado desde el inicio del caso Gürtel. También los que dictaron sentencia. Todos ellos han sufrido todo tipo de ataques y difamaciones por realizar su trabajo, alguno incluso hasta la inhabilitación. La causa: haber juzgado de acuerdo a Derecho los delitos económicos que han ido destapándose en distintas operaciones de gente próxima a la sede central del PP, y el propio partido.

A Casado le va a costar caro haber señalado que la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, tiene un hermano cuyo jefe ha contratado con la administración autonómica, que esos contratos no están claros, que la presidenta no se había dignado a dar explicaciones y que su hermano ha cobrado. La apertura de un expediente interno en el partido para aclarar las cosas, aún le pasará mayor factura.  Alberto Núñez Feijóo, padrino in péctore de todos los populares por su cuarta renovación de mandato en Galicia, ha hecho frente común con la lideresa madrileña y con el presidente andaluz Juan Manuel Moreno pidiendo ceses y dimisiones. Y también se apuntaba la idea de la celebración de un congreso extraordinario que incluso podría dar la presidencia al mandatario gallego.

Díaz Ayuso, aun compungida por el trato dado a su familia tema en el que insiste reiteradamente, lloraba lágrimas de cocodrilo al afirmar que la situación de su partido era muy grave. La futura presidenta del PP madrileño se asoma al horizonte con desconsuelo ante el disgusto que Casado la ha propinado.

Para el presidente del PP tampoco deber ser plato de gusto ver como los fieles abandonan el barco. El alcalde de Madrid en cuyo ayuntamiento se gestaron historias de detectives contra Ayuso, dejaba plantado el comité de dirección. Ni portavoz nacional, ni gaitas. El dirigente vasco Carlos Iturgáiz se aferraba a las siglas del PP para evitar “personalismos”, explicó. Enrique López consejero de Justicia de Madrid, tras unas horas desaparecido el domingo, en pleno follón, se declaraba el lunes orgulloso de su jefa.

Dicen algunos cronistas que Casado le había pedido a Feijóo aguardar sin abandonar el barco hasta el congreso de julio e, incluso, poder seguir de presidente cuando la Fiscalía impute a Díaz Ayuso por los asuntos de su hermano. Largo me lo fiais.

Jorge Trías Sagnier, abogado y exdiputado del PP, dice en su libro “El baile de la corrupción” que lo que a él le diferenciaba de la mayoría de los diputados, que no necesitaba la política para vivir. Y añade: “Efectivamente, el sistema de partidos español fuertemente centralizado, había creado una casta de políticos profesionales que propiciaba la corrupción”. Opino que si eso es así, Casado debe abandonar toda esperanza. La traición se paga.