En un contexto político en el que Pablo Iglesias ha convertido el “partido a partido” en la hoja de ruta de Podemos, esta semana el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, también parece haberse rendido al ideario de Diego Pablo Simeone. Vistos sus actos, no sería descabellado pensar que el líder de los socialistas se ha retrotraído a enero de 2011, cuando el Cholo Simeone acababa de asumir la responsabilidad de entrenar al equipo de toda la vida. Por aquel entonces, el Atlético de Madrid sufría su enésima crisis deportiva, acababa de destituir a Gregorio Manzano, no levantaba cabeza en la liga y había sido eliminado de la Copa del Rey.

Lo importante es ganar
Entonces, Simeone se sinceró ante la prensa. “Vamos contrareloj. Ahora tienes que jugar, intentar ganar y si se juega bien, mejor todavía; pero lo importante es ganar”, dijo el técnico argentino. Declaraciones como que no le importaría tener en todo un partido una única oportunidad si ésta acababa en gol pusieron en el disparadero al entrenador rojiblanco. Desde el principio, no han sido pocos los que han atacado a Simenone por realizar un fútbol poco atractivo y muy defensivo. Incluso, hay quien ha tachado el comportamiento de su equipo como agresivo y poco deportivo. Pero con o sin patadas, lo cierto y verdad es que el entrenador argentino ha conseguido sacar del letargo al Atlético de Madrid, pasando de ser el pupas de la competición a convertirse en el vigente campeón de la liga española.

Los días de Sánchez
Hasta el lunes pasado, la situación de Pedro Sánchez en el PSOE no era mucho mejor que la del Cholo Simeone cuando volvió al Manzanares. Incapaz de remontar en las encuestas, cuestionado por los principales barones de su partido y muy criticado por haber alcanzado con Rajoy el pacto antiyihadista que incluye la cadena perpetúa, los días de Sánchez al frente del PSOE parecían estar contados.

¿Pedro el breve?
De hecho, desde que el pasado 21 de enero Susana Díaz anunciara su intención de adelantar las elecciones autonómicas de Andalucía, en las filas socialistas empezaron a referirse a su secretario general como “Pedro el breve”. No eran pocos los barones que, en privado, alentaban un sorpaso de Díaz una vez culminase con éxito su periplo por las urnas. Entre los barones socialistas que apostaban claramente por la dirigente andaluza para sacar al PSOE del atolladero figuraba Tomás Gómez.

Enemigos íntimos
Esta no era la primera vez que Tomás Gómez y Pedro Sánchez divergían en política. Su enfrentamiento viene de lejos. Ya en 2011, Gómez apartó a Sánchez de las listas del PSM a la Asamblea de Madrid. El ahora secretario general del Partido Socialista veía truncada su carrera política, pasaba a engrosar las listas del INEM y su nombre dejaba de sonar en las quinielas sobre los líderes del partido que estaban llamados a asumir  importantes responsabilidades en el futuro. No fue hasta enero de 2013 cuando Sánchez volvió a la primera línea política. Lo hizo tras la renuncia del acta de diputada de Cristina Narbona. De rebote, y tras haber concurrido en el puesto undécimo por la circunscripción de Madrid (el PSOE sólo sacó 10 diputados en la capital en las generales de 2011), Sánchez regresaba a la Cámara Baja.

El pacto de no agresión
Desde el mismo momento de su regreso al Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez se tomó en serio sus posibilidades de alcanzar el liderazgo del PSOE una vez concluyese la transición que lideraba Alfredo Pérez Rubalcaba. Sánchez empezó a recorrer todas las agrupaciones socialistas del país para recabar apoyos entre sus compañeros. Lo que nunca podría haber imaginado Sánchez es que 30.000 kilómetros después, su candidatura incluso sería respaldada por Tomás Gómez, una vez Susana Díaz formalizó su intención de no cruzar Despeñaperros. Ambos firmaron un pacto de no agresión. Gómez le daría el apoyo de su federación a cambio de que Sánchez no cuestionase ni su liderazgo ni su candidatura al frente del PSM.

La fragilidad de la paz
Un pacto entre caballeros que se rompió el pasado miércoles. Ese día, la número dos de Tomás Gómez, Maru Menéndez, se enteró por ELPLURAL.COM de que Sánchez pretendía disolver el PSM y crear una gestora. Aunque es cierto que las relaciones entre Callao y Ferraz se habían enfriado tiempo atrás, Gómez nunca pensó que Sánchez podría llegar tan lejos. En cuestión de horas, Sánchez ponía fin al reinado de Gómez al frente de una federación históricamente convulsa que sin embargo en los últimos años había vivido inmersa en aparente paz.

Con el paso cambiado
Con su decisión, Sánchez lanzaba un mensaje al resto de barones del partido: iba a luchar hasta el último momento por mantener su liderazgo al frente del PSOE, aprovechando su oportunidad de desbancar al Partido Popular en las urnas. Una decisión que pilló con el paso cambiado a Susana Díaz. A falta de poco más de un mes de las elecciones andaluzas, la dirigente sevillana no podía posicionarse a favor de Gómez y abrir una batalla interna en el PSOE. Así, cuando Sánchez comunicó su decisión en la Comisión Permanente de la Ejecutiva del PSOE, sólo un puñado de integrantes se posicionaron en contra de apartar a Tomás Gómez al frente de la dirección del partido.

Jugada maquiavélica
Al margen de Pedro Zerolo y Eva Matarín (ambos representantes del PSM y amigos personales de Gómez), solo Carmen Chacón calificó como un “tremendo error” la jugada maquiavélica del secretario general de los socialistas. Micaela Navarro, la presidenta del partido y fiel colaboradora de Susana Díaz, optó por abandonar la Permanente con lágrimas en los ojos ante lo que interpretó como una “deslealtad” sin precedentes en la historia del partido.

Juego sucio
Todos ellos interpretaron la jugada de Sánchez como un último intento de consolidar su liderazgo y aupar al PSOE en las encuestas, presentándolo como un partido incompatible con la corrupción. El problema es que hasta el más acérrimo enemigo de Gómez reconoce que el exregidor de Parla es una persona íntegra y honesta, incapaz de malversar ni un solo céntimo del erario público. “Su actitud puede ser prepotente, es cierto que no ha conseguido conectar con la ciudadanía y que su labor de oposición puede tener más oscuros que claros. Pero Tomás no es un ladrón. Y arrojar la más mínima duda sobre este sentido es jugar sucio”, apunta a ELPLURAL.COM un destacado dirigente del Partido Socialista.

El fin justifica los medios
Sin embargo, desde el entorno de Pedro Sánchez prefieren calificar como “daños colaterales” el desprestigio que momentáneamente pueda sufrir la imagen publica de Gómez. El fin justifica los medios, y con su decisión Sánchez está convencido de que con Ángel Gabilondo al frente, el PSOE puede arrebatar la Comunidad de Madrid al Partido Popular y contribuir a que Antonio Miguel Carmona pongo fin a más de dos décadas de conservadurismo en la capital. Paralelamente, en lo interno Sánchez afianza su liderazgo al menos hasta el mes de junio, recupera el apoyo de los rubalcabistas y lanza un guiño a una ciudadanía ansiosa de que los partidos políticos adopten decisiones extraordinarias ante el cáncer de la corrupción.                  

Sánchez quiere ganar
En definitiva, Pedro Sánchez parece haber asumido que no siempre se puede ganar jugando como el Dream Team o el Barcelona de Guardiola. Lo que ya nadie duda es que, como el Cholo Simeone, Pedro Sánchez quiere ganar, aunque para ello tenga que jugar a la defensiva o aprovechar el balón parado. Si Gabilondo gobierna en Madrid, la autoría del triunfo recaerá en su persona; presentado nuevamente al PSOE como el único partido capaz de desbancar a la derecha de las instituciones. En cambio, si pierde Madrid, es más que probable que Sánchez no aguante hasta las próximas elecciones generales. Sánchez se ha jugado su futuro a una sola carta. Será el próximo 24 de mayo cuando las urnas le den o le quiten la razón.