Pedro Sánchez, con ciudadanos; Alberto Núñez Feijóo, con periodistas. Este lunes ha tenido lugar la enésima presentación del curso político protagonizada por los dos hombres llamados a discutirse las llaves de La Moncloa en 2023. Es año electoral, hay que presentar proyectos y los equipos de comunicación de sendos mandatarios se han esforzado por repetir una imagen: la del inicio de la contienda, la de la carta de presentación, la del pistoletazo de salida.

Llevamos cinco días de septiembre y la sensación es que el curso político lleva arrancando dos semanas. Lo hizo con el pleno extraordinario convocado por Pedro Sánchez en plenas vacaciones para votar cuestiones como el plan de ahorro energético; lo volvió hacer con un acto en Pontevedra donde los chascarrillos de Rajoy amenizaron la vuelta al tajo de un Feijóo en versión gallega, postvacacional, con la mirada de quien divaga sobre el futuro con un “depende” y disfruta del buen tiempo con una chaquetilla a mano, no vaya a ser que refresque; tuvo su tercera secuencia en el Palacio de Meseberg, a 70 kilómetros de Berlín, con Sánchez luciendo su perfil más institucional, sin corbata pero en clave europea, arrancando a Francia el compromiso de estudiar la viabilidad del Midcat; pasando de nuevo la pelota a un Feijóo que se desplazó a Madrid, con Ayuso, el baluarte más pop de todas sus filas y pieza indispensable para mantener la paz en el PP; a lo que Sánchez, multiplicando su exposición pública, contestó este sábado en Sevilla con el primero de los 30 actos que le llevarán a recorrer toda la geografía española para recuperar el pulso de un socialismo maltrecho por las últimas citas electorales.

Obligados a reciclar su discurso en una demostración envidiable de capacidad oratoria, este lunes han protagonizado el sexto episodio de un capítulo que se repite como si de un déjà vu se tratase. Además lo han hecho con propuestas concretas: en el caso del líder de la oposición, con un paquete de cuatro medidas energéticas que remitirá a lo largo de la semana de manera formal al presidente del Gobierno (extender la rebaja del IVA del gas a todo el invierno, aprovechar la capacidad de España para generar energía eléctrica, apostar “de verdad” por las renovables y ayudas selectivas a la industria electrointensiva para paliar las elevadas facturas energéticas); en el caso del líder del Ejecutivo, con el anuncio de aprobación del subsidio al desempleo de las empleadas del hogar y el compromiso de mantener firme frente a la negativa de la CEOE en su propósito de aumentar nuevamente el Salario Mínimo Interprofesional.

Anuncios que se producen 24 horas antes del último inicio del curso político. El que los unirá a ambos, el que medirá en qué momento de forma llegan y el que servirá de preludio de un conjunto de discusiones que serán mucho más prolíficas que las negociaciones. El PP parte en cabeza en las encuestas, pero la derecha no tiene asegurada la mayoría absoluta. El PSOE confía en revertir las tendencias, y Sánchez es consciente de su capacidad de movilización, por lo que redoblará su presencia pública y convertirá cada evento en una oportunidad de dar la vuelta a un relato en el que ha pesado demasiado un contexto que ahoga.

El Senado servirá de ring improvisado para su primer gran debate. Lo pidió Feijóo; pero Sánchez recogió el guante, lo miró a la cara y le dio un apretón de manos. Debatamos, vino a decir el presidente en un ejercicio de transparencia y valentía que no esperaban en Génova. Ferraz y Moncloa creen que el presidente del Gobierno puede dejar en evidencia a su contrincante: el formato acompaña, los errores de Feijóo son habituales y hay ánimos de presentarse como la carta de la estabilidad frente a una opción poco preparada. Frente a ellos, desde Génova diseñan un debate desde la moderación, sacando pecho por la rebaja del IVA al gas que tiene sello popular y ofreciendo grandes pactos a Sánchez en un intento por sobrellevar la sensación de que falta altura de Estado en el partido líder de la oposición.

Será un otoño caliente, avisan los agentes sociales. Será un invierno frío, sostienen desde Bruselas. Habrá que apretarse el cinturón, vaticinan los informes económicos. Estamos preparados, sostiene Gobierno y oposición. El calendario, sobre el tapiz; el inicio del curso político llega a su fin dando paso a la batalla electoral.