El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, ha vuelto a subir a la tribuna este miércoles durante la segunda jornada de la moción de censura presentada por Vox y que tiene como candidato al economista y ex del PCE, Ramón Tamames. Como es siempre habitual, el catalán ha dejado algún que otro chascarrillo desde los micrófonos del Congreso.

Con los diez minutos que le blindaba a cada grupo más allá de los principales -entendiendo como tales en función de los votos salidos de las urnas- el espacio parlamentario, Rufián ha empezado refiriéndose a la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, quien ha hablado antes que él. La cara visible de ERC en la Cámara Baja ha reconocido que es una persona con gran talento, “más del que demuestra”, pero que “siempre habla de lo mismo”, lo cual es una pena. “Le aplauden siete u ocho personas cuando han tenido una oportunidad de oro para ocupar un espacio que muchos españoles tienen".

El PP, más cerca del “votante de frontera”

Después se ha referido directamente a Tamames. “Yo esto lo quiero hacer breve y le hubiera hablado desde el escaño, pero no quiero darle la espalda. Esta idea que sus compañeros y compañeras tuvieron tomándose algo en un bar, seguramente con un vino en un barril, ha resultado ser una mala idea. Todos lo sabemos y estoy convencido de que usted también”, ha mantenido para después apelar a la formación ultraderechista: “Al votante de Vox le da igual lo que aquí haya pasado, el grado de vergüenza ajena que en algún momento hemos pasado todos y todas con esto, pero sí que es cierto que quizá haya mucha gente de frontera entre ustedes y el PP”.

En esta línea, Rufián considera que la formación popular es la gran vencedora de lo que ha hecho Vox, y no la propia extrema derecha. “A su votante le da igual, le gusta todo esto, el chumba chumba, pero están perdiendo el votante de frontera”, ha analizado. “Antes se decía más incómodo que un baño público sin pestillo. Ahora se dirá más incómodo que Espinosa y Abascal en una moción de censura de Tamames”, ha cerrado refiriéndose al líder de Vox y su mano derecha en la Cámara Baja.

Sabiduría y miseria moral

En última instancia, el catalán ha mandado un mensaje al profesor, advirtiéndole de la peligrosidad de cerrar así su carrera política. Para ello ha llevado a cabo uno de sus habituales símiles, en este caso traído de la Antigua Roma. “Hubo un senador muy sabio, tanto que ha pasado a la Historia, que conocían como Catón el Viejo. Cada vez que hablaba de cualquier tema decía que Cartago tenía que ser destruida, tenía miedo de que la brillantez de Cartago pudiera tumbar a Roma. Me da la impresión de que todavía a día de hoy mucho sabio sigue camuflando el miedo y la envidia, incluso, a lo diferente, a lo brillante… bajo un falso patrimonio o bajo un patrimonio frágil”, ha relatado.

“Soy mucho menos leído que usted, me harían falta dos vidas, pero le pide que reflexione sobre esto, porque muchas veces la sabiduría, y no hablo de usted, no está reñida con la miseria moral”, añadía frente al candidato.

Dos intervenciones, dos repasos de Rufián

Las intervenciones de Rufián no han sido de las que más tiempo han ocupado, pero el portavoz de ERC en el Congreso ha dejado su huella en esta moción, tanto en el día de ayer como en el de hoy. Así las cosas, la comparación y las palabras del político independentistas hacia Vox y Tamames llegan después de que el pasado martes recordara al economista que algunos de los que habían formado el documento de la moción de censura tenían un pasado claramente fascista.

“Uno de sus firmantes es Juan José Aizcorbe, que en el 82 militó en Fuerza Nueva y en el 89 en Frente Nacional, todos ellos partidos que pedían una dictadura”, recordaba con una lista que culminaba con el propio líder de Vox en Madrid, Javier Ortega-Smith, a quien se refería como el “campeón”. “Militó en el 88 en La Falange y publicó un artículo en el que pedía el retorno de un partido único (…) Señor Tamames, ¿qué tiene esto de antifranquista y del espíritu de la Transición?”.

En la misma declaración, el portavoz de ERC recordó todas las medidas sociales que desde la derecha y la extrema derecha habían declinado, cerrando así una de las intervenciones que, más allá de la seriedad que esconden las palabras, ha amenizado una jornada muy criticada por lo innecesario de la misma.