El Gobierno aprobó el martes un real decreto que regulaba la formación castrense de la Princesa Leonor, que acabará el próximo mes de mayo segundo de bachillerato en el exclusivo colegio UWC Atlantic College, de Gales. El contenido del texto presentado por la ministra de Defensa, Margarita Robles, era absolutamente desconocido a ojos de los miembros de Podemos antes del inicio del Consejo de Ministros. Según ha adelantado La Razón, la planificación se acometió bajo unos niveles máximos de hermetismo, sin seguir el cauce habitual de la Comisión General de Secretarios de Estado y Subsecretarios que se reúne cada jueves y en la que se clasifican los asuntos que se debatirán en el cónclave del Gabinete del siguiente martes.

A nadie se le escapa que la coalición no vive un momento de fortaleza, sino todo lo contrario. La ley del sólo sí es sí ha reabierto heridas que aún no se han cauterizado y se antoja complicado que lo hagan en el futuro. Las tensiones rutinarias, amplificadas en lo relativo a políticas de Estado, son palpables en cuanto ambos socios tienen la oportunidad de lucir perfil propio. Así ha ocurrido con el plan de formación castrense de la Princesa de Asturias, cuyas interioridades se han ocultado a los ministros de Unidas Podemos. Al menos hasta el inicio de la reunión ordinaria de este pasado martes.

Según desvela La Razón, desde el Gobierno apuntan a que el real decreto lo llevó “en mano” la responsable de Defensa, Margarita Robles, al Consejo de Ministros para su exposición y posterior aprobación. Sin embargo, a pesar del desconocimiento del ala morada, el socio minoritario no evidenció ningún síntoma de oposición ni de rechazo a la misma. “No se opusieron”, precisan desde el ala socialista del Ejecutivo, al tiempo que explican el documento se ha gestado en connivencia con Casa Real y en particular con Felipe VI. Con todo, el texto ha contado con el aval del Consejo de Ministros, por donde ha transitado con extraordinaria discreción.

Práctica habitual

No es extraño este método del ala socialista de la coalición, quien trabaja con exacerbado recelo los asuntos que rodean a la Corona con el fin de evitar cualquier tipo de filtración o distorsión del texto original en cuestión, por lo que se acaba orillando al socio minoritario. Creen que cualquier injerencia o disrupción podría ser letal para este ámbito, por lo que estos asuntos se aprueban después en el Consejo de Ministros, donde cuentan con el aval tácito de Podemos pese a estar excluidos de las negociaciones previas.

Esta postura de máximo hermetismo para con sus socios no se circunscribe a la formación castrense de la Heredera. El PSOE dejó a Podemos al margen en la anterior legislación que el Ejecutivo aprobó en relación a la Corona. En abril de 2022, el Consejo de Ministros aprobó una reforma de la estructura y el funcionamiento de la Casa Real, que albergaba una auditoría del Tribunal de Cuentas a la propia institución. Los tiempos y los detalles, como en el caso de Leonor, se han cuidado a la perfección. Se ha recurrido de nuevo a la figura del real decreto, que libra al texto de someterse al escrutinio o modificaciones de otros grupos en el Congreso que permitiera reabrir el sempiterno debate entre Monarquía o República.

Con Podemos, por ende, no se comparte ninguno de los movimientos, pero no ocurre así con el principal partido de la oposición. Al menos sí sucedió con las medidas de transparencia anteriormente mentadas. En aquella ocasión, el PSOE se saltó la parada de los morados, pero no rehuyó la del Partido Popular, a quien reveló el contenido del articulado. Podemos supo de este movimiento en los instantes previos al anuncio oficial , aunque desde el Ejecutivo se vendió como un “acuerdo pacífico”, al entender que “nadie se puede oponer de dotar de más transparencia a la Casa Real”.

En todo lo relativo a la figura del rey Emérito se adoptó una posición similar. Habitualmente en esta materia, el PSOE coge la mano del Partido Popular para sortear comisiones de investigación que impulsan desde los grupos de su izquierda. Es el caso de la salida de Juan Carlos I de España, que no solo no contó con el respaldo de sus socios, sino que tramitó a sus espaldas, deviniendo en un reseñable choque entre las fuerzas de la coalición. De hecho, la Corona supone un punto de fricción entre las dos sensibilidades que componen el Ejecutivo. Los morados no rehúyen sus diferencias con los socialistas y airean la discrepancia. Pese a ello, entre las filas socialistas se mantiene la misma postura de defensa hacia la institución, aunque pervive una exigencia para que Juan Carlos I ofrezca explicaciones por sus escándalos.