Parecía que a Pedro Sánchez las cosas no se le podían complicar más todavía. Después de ganar unas primarias contra el antiguo aparato del PSOE, triunfar en dos elecciones generales consecutivas, organizar el primer gobierno de coalición de la historia y afrontar una gravísima pandemia, parecía que pocas sorpresas podían surgir.

Pues sí. En estas, aparece Juan Carlos I con varios esqueletos económicos escondidos en su armario y abandonando España mientras la maquinaria de la Justicia echaba a rodar, despacio, pero abriendo camino. El panorama se volvió a complicar.

Cuando se hizo público que el emérito había regularizado con Hacienda 687.000 euros por el uso de tarjetas opacas, a fin de eludir el delito fiscal, Pedro Sánchez, reconocido veterano en dar respuesta a los golpes del destino, volvió a  salir al ruedo para garantizar que el pago de la deuda supone que las instituciones están trabajando correctamente. Será, de momento.

Porque todavía quedan muchas explicaciones que dar. Fuentes de la Fiscalía han precisado que deberá analizarse a cual de las tres diligencias de investigación en marcha corresponden los documentos presentados este miércoles por la defensa del Rey emérito para la regularización fiscal tanto tiempo aplazada. El Ministerio Público tiene diligencias abiertas sobre las comisiones del AVE a la Meca y sobre fondos en paraísos fiscales. Además, investigará la procedencia del dinero depositado por el monarca jubilado.

El líder socialista manifestó en una reciente entrevista en televisión que este caso debe acabar con transparencia, llegando hasta el final de la investigación, respetando los derechos como contribuyente del antiguo Jefe de Estado y su presunción de inocencia, maltrecha ahora al haberse visto obligado a reconocer, por la vía de los hechos, que algo estaba mal en sus relaciones con el fisco.

Sánchez fue también rotundo al asegurar que la democracia estaba a salvo y que no se cuestionaba la Monarquía. Y que, aunque el PSOE había defendido la República, perdió ese batalla cuarenta años atrás y asumió la Constitución con todos sus contenidos.

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, volvió a dejar clara su posición: “Tarde o temprano veremos una República en España”, Y, Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos, consideró que el arreglo con Hacienda es “solo uno de los pufos que tiene”. Gabriel Rufián de ERC afirmó que  “ha cometido un delito fiscal” y la devolución del dinero es una manera de “evitar una de las causas judiciales que le acechan”. A su vez,  Edmundo Bal, de Ciudadanos, pese a recordar el gran servicio prestado a España por el antiguo Rey o, precisamente por ello, lamentó la decepción sufrida al conocer la gran cantidad de dinero de dudosa procedencia que había mantenido oculto.

Ceñido al argumentario que cada se prepara en la sede del del PP, Pablo Casado se aferró al papel del entonces monarca como arquitecto de la transición y que todo lo demás son asuntos privados que ya se verá de donde proceden. Una vez más, la derechona se equivoca en esa innecesaria defensa con orejeras, de un antiguo Jefe del Estado de cuestionable ética.  En su muy incómodo papel de equilibrio institucional, Pedro Sánchez lo dijo alto y claro: “La democracia está funcionando”. Sigue siendo el presidente socialista, aún a pesar del propio emérito, el obligado protector de la Corona.