Aprovechando la festividad madrileña del 2 de mayo, Pablo Casado y Esperanza Aguirre quisieron emular los fusilamientos que tuvieron un día después hará dos siglos. El líder del PP y la expresidenta de la Comunidad cargaron sus armas, apuntaron y dispararon contra un Mariano Rajoy al que presentan como el culpable de todos los problemas actuales.

La herencia recibida siempre es la mejor artimaña para rehuir de la timorata autocrítica que han hecho desde Génova 13. Primero el líder del partido arremetió contra su predecesor, alegando que esta pérdida de apoyos se lleva produciendo “desde hace ocho años”. “Perdimos un tercio en 2015 y recuperamos un poco en 2016. Ahora hemos tenido una pérdida con un resultado muy malo”, sentenció Casado.

El líder de los populares, sin embargo, esboza un tímido bosquejo sobre las causas que han llevado al PP a esta situación extrema. Parafraseando a Margallo, Casado asegura que el batacazo se debe a la “triple c: crisis económica, corrupción y Cataluña”. Un análisis superficial para continuar aferrado al liderazgo del partido, en entredicho tras el 28A.

Esta misma línea la seguía, por supuesto, Esperanza Aguirre recordando la pulla de Rajoy a su persona en Elche tiempo ha. “La desbandada empezó cuando Rajoy dijo en Elche: ‘liberales y conservadores que se vayan al partido liberal y conservador’. Algunos recordarán que lo decía por mí y no me fui”, mantuvo Aguirre.

Objetivo: Rajoy

 Otro acto de sobreprotección de un Casado que, sin quererlo, ha dejado patente que Mariano Rajoy no es el principal culpable del hundimiento del Partido Popular. ¿Cómo lo ha reconocido? Admitiendo que el extremo giro a la derecha para contrarrestar a Vox fue una estrategia errónea y apostando por un tardío regreso al centroderecha para aferrarse a la delicada cúspide popular.

Asumir el discurso de Vox como propio ha sido definitorio para que Casado perdiera votos por su izquierda. La laxitud de Rajoy con Cataluña, según el ala más conservadora del PP que ha alimentado a la ultraderecha, era otro problema para los populares que quieran enmendar este error en un tiempo en el que la gente quiere rehuir de la crispación en busca de una solución viable.

Resulta obvio que la fragmentación de la derecha ha castigado duramente al Partido Popular, sobre todo con el auge de Vox. En este aspecto, las palabras de Aguirre y Casado cobrarían sentido, pues Mariano Rajoy sí es acreedor del subidón de Abascal, harto de la mano blanda del expresidente cuando estalló la crisis en Cataluña.

Pero los apoyos perdidos no se pueden circunscribir a un solo punto ni si quiera a enemigos exteriores e invisibles como apuntan Casado y Aguirre. El hundimiento popular también se vincula a la mala campaña que tejió Javier Maroto y, por supuesto, a la aparición y designación de candidatos como Suárez Illana o Cayetana Álvarez de Toledo.

Regreso al ‘aznarismo’

Pablo Casado quería regenerar el partido a todos los niveles, sobre todo en lo tocante al argumentario. Abrazó las tesis de su maestro José María Aznar, firme apoyo del actual presidente del PP. El partido abandonó una cierta moderación impuesta por Mariano Rajoy para retornar a los años 90. Un pasito más hacia la derecha. Un discurso más virulento – cargado de descalificaciones - contra los “enemigos de España”.

En este sentido, Casado también apostó por Cayetana Álvarez de Toledo – crítica del marianismo – para encabezar la lista del PP en Barcelona. Una candidatura más que sensible. Sobre todo, cuando en las últimas elecciones autonómicas, el PP quedó reducido a la mínima expresión.

La polémica diputada ha protagonizado varios momentos durante la campaña que han llevado, también, al electorado popular más centrista a la opción naranja. Sus reproches a Montero, su posición sobre Cataluña y sus vínculos con FAES y Aznar trasladaron el recelo existente en el PPC a la calle. De hecho, Álvarez de Toledo, será la única diputada conservadora por Cataluña.

También es digno de reseña, la aparición estelar de Suárez Illana en el programa de Carlos Alsina en Onda Cero. El número dos en la lista de Casado soltó un surtido de ocurrencias con respecto al aborto que causaron estupor en la sociedad española. De hecho, el PP tuvo que ‘esconder’ al hijo del expresidente para evitar otra lluvia de críticas en plena precampaña.

Pérdida de apoyos

Si acudimos a las encuestas, se puede observar cómo el Partido Popular, tras la moción de censura, se hallaba en una ‘controlada’ caída libre (en torno al 25% de votos). La sentencia de la Gürtel desgastó aún más una marca manchada por la corrupción. El goteo con Mariano Rajoy era previsible y más teniendo en cuenta que Rivera estaba en pleno apogeo, llegando a sorpassar al PP.

Con Casado se experimentó un esperanzador repunte durante sus primeros meses en la cúspide de Génova. Pero las promesas de regeneración colisionaban con la novedosa dureza argumentativa de los populares, sobre todo tras el acto de Vox en Vistalegre, donde los ultraderechistas amenazaban la hegemonía del partido conservador en el flanco diestro.

Los pactos con Vox en Andalucía dejaron tocado al PP, que caía hasta los 22 puntos en el promedio de encuestas realizadas en diciembre. La caída continuaría en los sondeos, hasta rebajarse al 20% de los apoyos. El 28 de abril, entonces, se consumó el hundimiento de los populares.

Vox y Ciudadanos se aprovecharon sobre manera del PP más débil que se recuerda. Los ultraderechistas ‘robaron’ a los de Casado 1,6 millones de votos, mientras que Rivera hizo lo propio hasta alcanzar 1,4 millones. Ahora el dirigente popular quiere retomar estos últimos que se ha llevado Ciudadanos para volver a ganar y esta vez arrancando desde el “centro”.