Portada de 'Mañana será tarde' (Planeta), de José Antonio Zarzalejos.



José Antonio Zarzalejos, veterano e insobornable periodista y exdirector de ABC, publica hoy su quinto libro, titulado Mañana será tarde (Planeta), en el que disecciona la España actual -la España de la crisis institucional y la corrupción rebosante- en un contundente análisis del que no se libran ni los partidos políticos, ni los medios de comunicación, ni la Casa Real.

Escrito a mitad de camino entre un ensayo y un relato, Zarzalejos mezcla acontecimientos y vivencias personales para destacar que el sistema constitucional vigente desde 1978 no da más de sí, por culpa de las malas y corruptas prácticas de los gobernantes, pero también de una sociedad que hasta hace poco toleraba la corrupción por practicarla también a pequeña escala.

Corruptos y corruptores
Uno de los pasajes más interesantes del libro es el bloque dedicado a la corrupción, un mal tolerado por los españoles durante años y que, por culpa de la crisis económica, se ha convertido en una lacra insoportable. Sin embargo, Zarzalejos señala que la mayor decepción llegó con "el episodio de las tarjetas opacas de Caja Madrid", porque denotaba el empeño corruptor de la entidad, la constatación de que para que haya corruptos, tiene que haber corruptores.

Corrupción institucionalizada
Una actitud corruptora que también pudo verse en el caso de los viajes de José Antonio Monago a Canarias a costa del presupuesto del Estado. Un episodio de "corrupción gris, casi podría decirse que blanca", según Zarzalejos, pero que "se trataba de un auténtico privilegio que quedaba incluido en el concepto genérico de la corrupción institucionalizada". "¿Cómo era posible que los representantes del pueblo pudieran desplazarse a cargo del erario público sin justificar el viaje? Era posible. Venía siéndolo desde hacía muchos años y nadie cuestionó esa forma de proceder del Congreso y del Senado".

Caducidad y arbitrariedad
Especialmente duro es Zarzalejos en el capítulo dedicado a la Monarquía, institución que siempre ha defendido y en la que es experto, y que titula "El Rey y las líneas rojas". "Para la monarquía no es que mañana será tarde, es que ya era tarde ayer, cuando Don Juan Carlos dejó paso a su hijo", explica el periodista. Viendo el panorama nacional, para Zarzalejos, "el reinado de un hombre que daba muestras de caducidad y arbitrariedad desde hacía demasiado tiempo, y cuyas grandes fuentes de legitimación se figuraban remotas, se prolongaba innecesariamente".

La trama de la abdicación
De hecho, el periodista narra su participación en la abdicación de Juan Carlos I, con la crónica que escribió en El Confidencial y tituló: El Rey baraja la abdicación. La oleada de desmentidos de Zarzuela le hicieron ver que "estaba en juego mi credibilidad, la fiabilidad de mis informaciones (...) en aquel momento de cierta confusión, no llegué a supone que pese a mi larga experiencia había sido víctima de un engaño, o más exactamente , de una utilización cuya dimensión no era capaz en ese momento de valorar". Según el periodista, todo fue una operación sibilina de Rafael Spottorno y Javier Ayuso, jefe de prensa en Zarzuela, para convencer al Rey de la idoneidad de su abdicación y, a la vez, preparar a la opinión pública para su adiós.

"Tóxico conglomerado promiscuo"
Otro de los bloques más sustanciosos del libro es el dedicado a los medios de comunicación, mundo que Zarzalejos conoce al dedillo. "La democracia de 1978, que mimó el periodismo, se ha quedado sin periódicos, sin contrapeso, porque el poder económico y el político han acabado forzando un tóxico conglomerado promiscuo en el que no se sabe dónde acaban los interesa y dónde empieza la información, si ésta asoma por alguna parte".

La realidad supera a la ficción
Zarzalejos señala la connivencia entre poder y prensa, revelando los acuerdos de la Generalitat con La Vanguardia, pero también la compra de influencia mediática que se ha realizado durante años en Madrid a través del Canal de Isabel II. Y asegura que "como si alguien le hubiera escrito un guion, la realidad nos regaló una metáfora rotunda cuando en el curso de unas cuantas semanas fueron destituidos [los] directores de El Mundo, El País y La Vanguardia".

Cuentas pendientes con Pedro J.
Especial relevancia le da a la caída en desgracia de Pedro J. Ramírez, con quien almorzó para hacer las paces tras su público enfrentamiento por la "supuesta y falaz conspiración del 11-M". "El personaje que pude observar aquel día era un hombre derrotado", señala. "Y es que el personaje y el poder resultaban por completo inseparables. Ramírez -en una pura contradicción- deseaba presentarse como el gran outsider del sistema, golpeando a la clase dirigente por sus corruptelas (...) y, al mismo tiempo, formando parte de la nomenclatura del país, de tal modo que no hubiese manifestación de poder en la que él no se incrustase".