Arcadi Olivares, economista y defensor de los derechos humanos, no ve problema alguno en la campaña de escrache a los diputados emprendida por la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) para instarles a que voten a favor de su Iniciativa Legislativa Popular para modificar la ley hipotecaria española y establecer, entre otras cosas, la dación en pago.

Mientras la derecha, apoyada por su frente mediático, ha tratado de criminalizar a los activistas de la PAH, el pacifista Olivares, líder de Justicia y Pau, reivindica la necesidad de acciones como ésta para contrarrestar la "desgracia" de los desahucios:
"Los ciudadanos deben presionar siempre que sea posible a los diputados siempre que el objetivo de esta presión sea legítimo, no violento, y esté al servicio de la ciudadanía. En una democracia bien arraigada como la británica los diputados tienen en su circunscripción electoral un despacho abierto al público en el cual los ciudadanos llegan en las horas señaladas para indicarles cuáles son sus deseos, cuál es su voluntad y qué es lo que les gustaría que el diputado hiciera. En la democaracia del Estado español esto no funciona de esta manera pero es perfectamente legítimo que los ciudadanos expresemos cuál es nuestro deseo y qué es lo que nosotros pensamos que debería ser su intentención de voto. Esto más bien, a aquellos que nos gobiernan debería satisfacerle porque es un perfeccionamiento de la democracia".

"No veo ni lejanamente que se les pueda acusar de presión o de acción poco oportuna frente a los diputados. Son razonables, justas y además necesarias, habida cuenta de la desgracia que en este país impera sobre la gente afectada por la hipoteca, los desahucios, las viviendas vacías y las pésima de los bancos que no quieren facilitar la vivienda a aquellas personas que lo necesitan. Por tanto es una actuación perfectamente legítima".

Además, reivindica que los diputados puedan votar a conciencia, no sólo en la ILP sobre los desahucios sino en cualquier otra cuestión. "La disciplina de voto es una aberración democrática. Es una vergüenza", concluye.