El PP no sabe cómo capear los problemas que arrastra después de que Alberto Núñez Feijóo, tratando de hacer una voladura controlada de la situación, filtrase a dieciséis periodistas en una comida que su partido valoró durante 24 horas la posibilidad de indultar a Carles Puigdemont a cambio de los votos de Junts per Catalunya en la investidura. Desde entonces la situación ha cambiado, con la amnistía como piedra angular de la legislatura, pero este reconocimiento -provocado por la amenaza del eurodiputado de Junts hace apenas una semana- rompe diametralmente la estrategia argumental que los populares han utilizado para tratar de defenestrar a Pedro Sánchez por su connivencia con los neoconvergentes en el Congreso y sus cesiones al bloque plurinacional sobre el que el Ejecutivo sustenta la legislatura.

Una información que ha corrido como la pólvora, provocando el primer cisma de este nuevo ciclo para un Feijóo que empieza a sentirse desprotegido frente a las críticas internas. Sin embargo, y pese a que los conservadores se han presentado estos meses como el contrapeso al gobierno de coalición y su aritmética variable, lo cierto es que no es la primera vez desde las elecciones generales que Génova,13 tiene que echar marcha atrás y reconocer que sus contactos con las formaciones nacionalistas del arco parlamentario han sido más prolíficos de lo que están dispuestos a asumir públicamente.

Las suculentas ofertas al PNV

Basta retroceder al pistoletazo formal de la legislatura en las Cortes para ver el primero de ellos. El PP valoró positivamente la opción de jugar la carta del PNV de Aitor Esteban en la conformación de la Mesa del Congreso, tratando de atraer a los jeltzales con la presidencia de la Cámara Baja para asegurarse una mayoría conservadora en el órgano rector de la casa de la soberanía.

Este fue el primer acercamiento público de Génova al PNV, partido con el que históricamente se ha entendido en momentos de debilidad pero con el que, desde la moción de censura de Mariano Rajoy, auspiciada por el voto a favor de los de Esteban, las relaciones se han enfriado sobremanera. Sin embargo, la respuesta del PNV, como viene siendo habitual en las últimas fechas, volvió a ser un no rotundo. ¿Por qué? Por las alianzas parlamentarias de un PP dependiente de los votos de la extrema derecha española representada por Vox, partido que se ha mostrado dispuesto a ilegalizar a la formación vasca.

Una primera ruptura que, no obstante, se iría consumando posteriormente. Ante cualquier tentativa del PP, el ‘no’ del PNV iba por delante, por más jugosa que fuera la oferta. Y lo cierto es que el PP lo intentó de todas las maneras, llegando incluso a ofrecer el Ministerio de Industria a los jeltzales, así como inversiones millonarias que regarían de dinero de los Presupuestos Generales del Estado al País Vasco.

El encargado de filtrar que el PP había tratado de atraer al PNV con suculentas ofertas fue el propio Aitor Esteban, portavoz de la formación en el Congreso de los Diputados. Lo hizo, concretamente, durante el debate de la sesión de investidura de Pedro Sánchez. Lo hizo, además, después de escuchar a Feijóo quejándose de que su formación avalase las políticas del presidente del Gobierno. “Quizá algún día cuente lo que nos ofreció el PP”, advirtió entonces Esteban. 24 horas después, era El Diario Vasco quien adelantaba en exclusiva que Génova había puesto sobre la mesa la entrada del PNV en el Ejecutivo, otorgándole un ministerio tan importante para Euskadi como el de Industria -actualmente en manos de Jordi Hereu-.

Los secretos ofrecimientos a Junts

Si bien la pretensión de convertir al PNV en un socio de viaje no ha incomodado especialmente al PP durante toda esta travesía, distinto baremo hay que señalar sobre Junts per Catalunya. El factor Puigdemont ha sido demasiado para Génova, que no ha dudado en condenar de forma enfurecida al Gobierno de coalición por sus pactos con los neoconvergentes y con el eurodiputado prófugo de la justicia y pendiente de sentencia en causas como Tsunami o Voloh.

No obstante, pese a que este era el argumentario que cada mañana llegaba a los cuadros del entorno del presidente de los populares, lo cierto es que entre bambalinas la operación de atraer a los neoconvergentes se valoró positivamente, se estudió y se intentó conseguir. No en vano, desde el principio de las negociaciones del PP para la confección de una mayoría suficiente para Feijóo, que reclamaba su condición de ganador de las elecciones como moneda de cambio para alcanzar La Moncloa, los giros argumentales de los conservadores fueron notorios: mientras el ala dura, comandada por personalidades como Isabel Díaz Ayuso o José María Aznar, se mostraban tajantes en la necesidad de aparcar cualquier vía de diálogo con los neoconvergentes, otros pesos pesados de la formación, como Esteban González Pons, reducían la crispación y hablaban de Junts como un partido enmarcado dentro de la normalidad constitucional.

Pues bien, pese a que las reuniones y las comunicaciones entre Junts y PP eran un secreto a voces, fue este sábado cuando todo saltó por los aires. Fue el propio Feijóo el encargado de reunir a dieciséis periodistas en una comida para filtrarles que el PP estudió durante 24 horas la posibilidad de indultar a Puigdemont a cambio de un compromiso de no volver a buscar la independencia. Además, el líder de los populares reconoció que en Génova no consideran que ninguno de los delitos que se le imputan al eurodiputado sean casos de terrorismo, rompiendo de esta forma toda la estrategia judicial que lideran polémicos jueces como Manuel García-Castellón en la instrucción de ‘Tsunami’ o Joaquín Aguirre en el caso ‘Voloh’.

Un balón de oxígeno para el PSOE que además llega en un momento crucial para las aspiraciones de los grandes partidos. Con las elecciones de Galicia fijadas para el próximo domingo, la izquierda tratará de dar el bocado definitivo a Feijóo en su propia tierra, dejándolo, quién sabe, si listo para sentencia dentro de un PP en el que la sombra de Isabel Díaz Ayuso siempre está presente.

ERC dice que el PP trató de contactarles

Ha sido este martes cuando Esquerra Republicana de Catalunya ha asegurado que el PP les asaltó para reclamarles un diálogo y probar suerte con una posible y extraña relación. Concretamente, ha sido la secretaria general de la formación republicana, Marta Rovira, quien ha destacado durante una entrevista en la Cadena Ser de Catalunya que en agosto el PP intentó alcanzar un acuerdo con ellos para sacar adelante la investidura de Alberto Núñez Feijóo, pero que los independentistas se negaron.

Posteriormente, y tratando de rehuir estas acusaciones, desde Génova han mandado una nota informativa a los medios de comunicación desmintiendo a los republicanos y señalando que, sencillamente, el diputado Carlos Floriano indicó a ERC que deberían ser ellos quienes gobernasen al ser la lista más votada. “Sin más”, corroboran.

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