Unir para gobernar y ocupar el electorado "hasta la frontera con el PSOE". Bastó media hora de Teodoro García Egea para conocer cuáles eran los cimientos del nuevo proyecto del Partido Popular. Una reconstrucción de los espacios, una absorción de Ciudadanos que presente a la formación como la única alternativa viable a Pedro Sánchez. Volver al tarro de las esencias del voto útil. El viejo mantra, el partido de siempre, la vuelta a los orígenes. "El PP no es solo un partido, es una institución", vino a decir el secretario general. "Socialismo o libertad. Sánchez o Casado", remató Isabel Díaz Ayuso.

No importa que el gobierno de coalición goce de buena salud, tenga encaminadas las cuentas públicas y no dé pasos erróneos que puedan incentivar la ruptura. Da igual que no haya elecciones a la vista. Pablo Casado ha entrado en campaña electoral y no piensa frenar en estos dos años. Si algo ha dejado claro la convención, al calor del runrún externo que llega desde las baronías, es que el líder del PP tiene una sola oportunidad: errar el tiro es una condena segura.

La dirección general no quiere dar esa impresión y por ello se ha esforzado tanto en realizar una convención itinerante de una semana de duración donde han tenido voz líderes anteriores y quién sabe si posteriores, expertos internacionales, compañeros del bloque conservador europeo, empresarios, sindicatos y asociaciones de toda índole. Todos reunidos para decirle a Casado que su proyecto puede ganar, que se lo crea, que sea él quien acaba con las mil y una vidas de Pedro Sánchez y su manual de resistencia. 

Sin embargo, y pese a contar con toda la pompa propagandística perfectamente enlatada en el plan de García Egea, esta semana de convención no se recordará por ser el kilómetro cero de un renovado Casado. Ni siquiera acallará a las voces discordantes. Las grietas siguen siendo palpables y la convención, fuera de aplacar los ánimos, ha provocado el recelo de más de uno. Casado y García Egea no han conseguido manejar los tiempos de su propia marcha triunfal: desde el minuto uno Ayuso les ganó la partida amenazando con perder el vuelo de vuelta dirección Valencia que la presidenta tenía que coger en EEUU, donde estaba promocionando Madrid y salvando el nombre de España frente a enemigos como el Papa Francisco y los incentivadores de la leyenda negra de la Conquista Española

Ayuso copó los focos antes de la convención, su ausencia en Madrid dejó a Almeida como el juvenil útil al que recurres cuando tu estrella no quiere calentar en el minuto 80 y su presencia en Valencia provocó la tormenta perfecta. Bajó del taxi, miró los 100 metros que tenía que caminar hasta pasar el cordón de seguridad, sonrió como lo hacen los que se sienten observados y el resto es historia: "Presidenta, presidenta", gritaban los afiliados presentes. "Por favor, no se puede pasar, aforo completo", añadían los agentes de seguridad, impotentes frente al caos que provocó la multitud que perseguía a la gran invitada. 

Esta entrada, de hecho, así como la intervención posterior que tenía preparada Isabel Díaz Ayuso, provocó el resquemor de alguno de sus compañeros de mesa. Si el plan era hablar de los "gobiernos de la libertad" y la gestión de cada uno de ellos, Ayuso hizo lo que le dio la gana. Feijóo habló de servicios públicos, Miras habló de la huerta murciana, Mañueco de la despoblación, Moreno Bonilla del cambio andaluz y Ayuso de España. De su ideal de España. De una nación que no sea cobarde, que vaya en contra de la dictadura de la corrección política, que defienda su legado e historia, que baje los impuestos y que no pacte con los nacionalismos. Porque Ayuso es así, y decide hacer un alegato más propio de un presidente nacional para posteriormente calmar a Teodoro García Egea y afirmar que su meta política es Madrid. 

Casado pone fin así a una semana de convención con muchos claroscuros: desde la presencia de Rajoy y Aznar, que son de los que tienden la mano para prestar apoyo mientras inundan su discurso de paternalismo, hasta la condena a Sarkozy por corrupción un día después de ser tildado de ejemplar por Casado. Desde el Alejo Vidal-Quadras que dice que "echa de menos" al PP hasta el Alejo que revienta la jornada tildando de "ingenuo" el plan de Casado para combatir al nacionalismo por no estar en contra del estado autonómico. De Girauta a Toni Cantó, que ha pasado de fichaje estrella a recambio de Carlos Jean en la convención. Desde las pensiones hasta Europa. Desde la crítica al populismo de casi todos los barones territoriales y expertos internacionales hasta una Isabel Díaz Ayuso que pide dejar de ser la derecha caviar que puede ser criticada por falta de claridad. La plaza de toros de Valencia, llena. Las sensaciones, muy lejos de cuando Rajoy decía orgulloso a Camps que siempre estaría detrás de él.