Primero fue el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. 25 horas después tomó la palabra el primer jefe del Ejecutivo del PSOE tras la Transición, Felipe González. El histórico líder socialista ha aglutinado las críticas en torno a su figura, especialmente desde fueros próximos al propio partido, por sus posiciones contrarias a la acción política de la Administración de Pedro Sánchez. González, tras expresar con vehemencia su oposición total a la amnistía planteada a los líderes del procés, ha visitado de nuevo el plató de Espejo Público, en Antena 3, desde donde ha transmitido la pena que le produce que le atribuyan una derechización o aproximación al Partido Popular. “Me duele que digan que busco un Gobierno alternativo a Sánchez”, ha precisado al tiempo que cuestionaba si los reproches contra sus habituales declaraciones se basan en lo que dice o lo que le atribuyen.

Primero fue el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. 25 horas después tomó la palabra el primer jefe del Ejecutivo del PSOE tras la Transición, Felipe González. El histórico líder socialista ha aglutinado las críticas en torno a su figura, especialmente desde fueros próximos al propio partido, por sus posiciones contrarias a la acción política de la Administración de Pedro Sánchez. González, tras expresar con vehemencia su oposición total a la amnistía planteada a los líderes del procés, ha visitado de nuevo el plató de Espejo Público, en Antena 3, desde donde ha transmitido la pena que le produce que le atribuyan una derechización o aproximación al Partido Popular. “Me duele que digan que busco un Gobierno alternativo a Sánchez”, ha precisado al tiempo que cuestionaba si los reproches contra sus habituales declaraciones se basan en lo que dice o lo que le atribuyen.

La figura de Nicolás Redondo sobrevoló el plató de Espejo Público, agitada por su presentadora, Susanna Griso. La periodista interrogó a su invitado de este martes por la expulsión del partido al que fuera secretario general de los socialistas vascos por “menosprecio reiterado”. González obvió este suceso y se centró en lo que rodea a su figura, en una situación medianamente homologable. “Es curioso porque yo siempre estoy defendiendo las posiciones del Partido Socialista”, afirmaba con tono “serio” el histórico líder de la formación. De hecho, ha focalizado su respuesta en desligarse de aquellos que le sitúan en una órbita más conservadora, negando de pleno que buscara un Gobierno alternativo al de Pedro Sánchez.

En este sentido, González incluso ha afeado al Partido Popular “errores” estratégicos de calado como, por ejemplo, reclamar el voto del Partido Socialista mientras blanden la espada de “derogación del sanchismo” y cristalizan sus acuerdos con la ultraderecha. “Ha cometido todos los errores que se puede cometer y más. […] Si algún votante del PSOE dudaba de su voto, le quitaron la duda. Son incapaces de cumplir con el mandato constitucional de renovar el Consejo General del Poder Judicial durante años, además de un largo etcétera”, ha desgranado el ex jefe del Ejecutivo, al tiempo que intentaba clarificar que nunca apoyaría a un Gobierno de signo conservador.

Esta exposición de motivos ha conducido a González hacia una “pregunta reflexiva”, que responde con un rechazo a la búsqueda de alternativas a Sánchez. Justifica que él ha trasladado su apoyo al Ejecutivo socialista en políticas sociales como el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Por eso, ha expresado su descontento ante las críticas que recibe de los sectores de izquierdas: “A mí me duele porque yo busco siempre al PSOE”. Incluso achaca estas opiniones a una suerte de edadismo “antidemocrático y repugnante”, a pesar de sugerir que su experiencia le lleva a “no esperar nada de nadie”. “Sólo quiero que los hijos de mis hijos no se metan en un lío de convivencia, porque veo la crispación en Francia y es desde abajo hasta arriba. Sin embargo, en España es de arriba abajo”, ha precisado.

Oposición a la amnistía

González persiste en este punto en sus críticas a la estrategia negociadora del PSOE para la investidura de Pedro Sánchez. El expresidente explica que para acometer reformas es necesario tener mayorías, pero sugiere que esta necesidad no ha de traducirse como una suerte de claudicación ante “el otro”, en una clara alusión a la herramienta constitucional. Recuerda que tuvo una postura favorable hacia los indultos a los dirigentes independentistas, pero no puede respaldar una medida orientada al “olvido” y a la asunción del Estado democrático como “represor”. No obstante, ha subrayado que aún se desconoce el texto que maneja el Gobierno. Tan sólo hay referencias de “lo que dicen Puigdemont y los suyos”. En cualquier caso, ha deslizado que es bueno mantener una actitud “para perdonar”; pero no así para “pedir perdón” porque “no piden que perdonemos”. “Quieren que reconozcamos que lo hicieron ellos fue lo correcto y que l que hizo el estado español era represivo”.  

Siguiendo la comparativa con los indultos, González explica que la aplicación de esta figura de gracia fue “jurídicamente impecable”, además de insistir en que la concesión de los mismos no comportaba un olvido de sus acciones, sino la “rebaja y suavización de las penas”. “Piden el olvido y el reconocimiento de que el estado democrático actuó mal”, ha esgrimido al tiempo que recordaba que la aplicación del 155 no fue una intromisión de la Justicia, sino un acto político. “Primero, la política”, ha sentenciado con cierta sorna. Sí tiene claro que una política “progresista” no se lleva a cabo mediante pactos con Puigdemont, sino aplicando medidas como el SMI, que combate las “desigualdades”. “¿Estaríamos hablando de amnistía si esos siete votos no fueran imprescindibles para una investidura?”, reflexiona.

Sobre los cambios de opinión, el expresidente admite que “rectificar es de sabios”, pero matiza que “hacerlo cada día es de necios”. Por ello califica los cambios de postura con respecto a la amnistía como una “estupidez”. “Jamás puede ser un fraude”, precisa. “Los que no pensamos, no somos predecibles, porque como no pensamos, nos empecinamos por algo”, continúa González, que agrega la necesidad de “cambiar de criterio”, pero no es algo que pueda hacerse a diario porque un Gobierno “ha de ofrecer previsibilidad en su comportamiento para generar seguridad jurídica y confianza”. “Es un principio básico”, ha concluido.