El perfil moderado de Alberto Núñez Feijóo está sometiéndose al escrutinio del paso de los días. El presidente del PP empieza a perfilar su hoja de ruta de cara a la carrera presidencial que arranca en Andalucía el próximo 19 de junio, seguirá con las elecciones regionales y municipales y acabará con un cuerpo a cuerpo con Pedro Sánchez a finales de 2023 -siempre que la mayoría de edad de Leonor no acabe derivando en un retraso de los plazos electorales-: “Es una caricatura de presidente del Gobierno y es algo que los españoles no merecemos”.

El presidente nacional del PP ha cambiado así su estrategia comunicativa: el gallego, fiel a la marca que había conseguido trasladar al ideario común a nivel nacional, arrancó su campaña mucho más hermético, sin caer en provocaciones, centrándose en las medidas económicas y en su perfil solvente, acreditado y de gestión; algo más de un mes más tarde de salir elegido formalmente como sucesor de Casado, Feijóo no duda en entrar al cuerpo a cuerpo, hacer uso de frases resumibles en 140 caracteres en Twitter como que “este Gobierno es el peor de la historia de la democracia” y pedir a Sánchez que se aparte y dé paso a un nuevo tiempo alejado del chantaje de los independentistas y de los socios “infantiles” de coalición con los que comparte mesa en el Consejo de Ministros.

Feijóo ha endurecido el perfil. Una estrategia evidente que, especialmente después de que el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, diese el paso de adelantar elecciones y fijarlas para mediados de junio, prolifera en cada discurso del gallego. Sánchez es “una caricatura”, sus medidas “comprometen la imagen de España”, su actitud es “esperpéntica” y “quien manda es el independentismo catalán”.

Andalucía es la prueba de fuego, el kilómetro cero del ‘efecto Feijóo’. Juan Manuel Moreno Bonilla es un candidato querido por el dirigente gallego, por una planta noble de Génova en la que cada vez se escucha más acento andaluz. Su perfil es parecido, al menos en lo retórico y en lo referente al relato, con el que defiende Feijóo. Solvencia y gestión. Sin levantar la voz pero yendo hacia adelante. Sin embargo, los temores que asolan a la planta noble de la sede popular son los mismos que inquietaban a Casado: la derecha, fracturada, pierde opciones electorales. Tres marcas diluyen el mensaje y ser capaces de conquistar al votante de Vox es condición sine qua non para desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa. Además de hacerlo, conforme a lo defendido en la Xunta de Galicia, sin contar con la extrema derecha, cumpliendo con el mandato de lo prometido y con las demandas que llegan desde Europa.

Los de Santiago Abascal, sin embargo, se resisten a la absorción. No es baladí que la candidata elegida para tratar de contrarrestar a Moreno Bonilla en Andalucía haya sido Macarena Olona. La diputada y aspirante parte con buenas sensaciones, refrendadas por unas encuestas que cada vez son más favorables para la marca en la tierra que los vio nacer en 2018. Entonces salieron impulsados. Hoy, presentes en el Congreso y constituidos como tercera fuerza a nivel nacional, esperan que de estos nuevos comicios en Andalucía salgan con aspiraciones de convertirse, a medio plazo, en un rival a tener en cuenta para ganar las elecciones.

Un Gobierno fracturado y centrado en soltar bombas de humo

El PP, al completo, tiene ante sí dos teorías: el Gobierno está roto, fracturado, dinamitado por el espionaje de Pegasus y maltrecho por las últimas polémicas que han hecho saltar a las dos partes -si es que no hay más, teniendo en cuenta lo sucedido entre Podemos e IU (entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias) en Andalucía-. Ese es el principal argumento para pedir un adelanto electoral, aupados por la convicción de que, en este momento, bebiendo de los buenos augurios de la demoscopia a Feijóo, conseguirían doblegar a la izquierda en las urnas.

La segunda teoría, que tampoco es novedosa pero que el PP ha rescatado en las últimas horas, es que el Consejo de Ministros y las cabezas pensantes del relato presidencial buscan una salida apresurada a la “crisis institucional” que están protagonizando. Por ello, acusan al presidente del Gobierno de utilizar todos los mecanismos posibles para desvirtuar un tema -el del espionaje de Pegasus y la destitución de la directora del CNI- que se les estaba resistiendo y que amenazaba con romper la armonía de una mayoría, la de la investidura, cada vez más cabreada con el hombre a salvar.

"Ya estoy acostumbrado a que cada vez que hay un grave problema en España, el objetivo es crear un tapado. Pero comprenderá que ya tengo una edad y una experiencia política que me impiden entrar a estos tapados que son bastante infantiles", ha declarado Feijóo en una rueda de prensa en la sede del PP en Santiago de Compostela en referencia al borrador de la ley del aborto.

Tras asegurar que este asunto forma parte de la "actualidad que el Gobierno quiere marcar", ha justificado su comparecencia ante los medios para denunciar la "crisis de las instituciones" que vive España en vez de ejercer de "comentarista de las sugerencias mediáticas" del Ejecutivo. El jefe de la oposición ha subrayado que se está viendo que en España "quien manda es el independentismo", que quiere "fracturar el Estado de Derecho en España". "Todo lo demás no forma parte de las prioridades de nuestro país", ha proclamado.

Sin embargo, la decisión es firme: el PP no dejará pasar por alto la destitución -sustitución en palabras de una maltrecha Margarita Robles- de Paz Esteban, a quien consideran una servidora del Estado que despejó todo tipo de dudas sobre el CNI en la comisión a puerta cerrada y secreta que tuvo lugar la semana pasada. Los populares ponen el foco en la defensa cerrada que Robles hizo de Paz Esteban hasta el momento final, hasta que los independentistas amagaron con romper relaciones, hasta que Sánchez dudó de la viabilidad de su aritmética variable.

"Seguimos, en definitiva, sin ningún tipo de explicación", ha denunciado Feijóo, que ha prometido seguir dando la batalla por Pegasus a fin de conocer “a quién se espió, qué se espió, qué información se obtuvo” y si ese fallo de seguridad tuvo algo que ver con el cambio de postura del Gobierno sobre el Sáhara Occidental. “No me va a quitar de mis responsabilidades y mis prioridades, que son defender el Estado de Derecho, las instituciones españolas y la unidad de la nación española. Mi prioridad es preservar las instituciones del Estado y que no sean utilizadas por el Gobierno para mantenerse en el poder", ha sentenciado el líder de la oposición.