La presidencia de la Generalitat sigue en el aire. Las fuerzas catalanas aún tiene tiempo -hasta el 25 de junio- para cerrar un acuerdo de investidura. O Salvador Illa o repetición electoral. Esas son las variables que hay sobre la mesa y hay un actor que tendrá que decantarse. Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), inmersa en un proceso de renovación orgánica tras el batacazo del 12M, tiene la pelota en su tejado. Mientras decide y reclama financiación como contraprestación a su voto favorable el candidato del PSC, opta por jugar al despiste. En poco más de 48 horas, la fuerza soberanista ha cerrado alianzas en Barcelona, con los socialistas de Collboni para entrar en el Gobierno municipal, y con Junts para conformar una Mesa del Parlament de corte “antirrepresivo”.
Esquerra juega al despiste. La posición de la formación republicana para la unción del futuro Molt Honorable sigue encapsulada y bajo llave en lo más profundo de la sede. El partido está en un proceso de resignificación. Tras el batacazo electoral, Pere Aragonès dio un paso a un lado, retirándose de la vanguardia política. En paralelo, Oriol Junqueras también se ausentó de la primera línea, aunque con carácter temporal, aunque este lunes cristalizaba su salida de la Ejecutiva soberanista, señalando a Marta Rovira -líder de la facción contestataria- como potencial candidata del partido en el caso de una repetición electoral.
ERC transita en su particular “proceso de escucha” que desembocará en el congreso del 30 de noviembre, pero el calendario apremia y el Parlament requería una respuesta con efecto inmediato. La sesión constitutiva de la Cámara catalana estaba fijada para este pasado lunes y se interpretaba como la primera miga de pan en el camino hacia la investidura. La sorpresa saltó antes del pleno inaugural de la legislatura, tras atar un acuerdo con Junts Per Catalunya para hacer presidente de la Mesa a Josep Rull, exconseller de la Generalitat y president del Consell Nacional neoconvergente.
El pacto independentista llamaba a la puertas del bloqueo y de la repetición electoral, asumiendo la tesis de que se opondrían a la potencial investidura de Salvador Illa. Un escenario que nunca se ha descartado en fueros soberanistas. Incluso antes de las autonómicas, voces de peso del ámbito republicano no descartaban una segunda cita con las urnas antes de finales de este 2024, vinculando su suerte al futuro de la legislatura en las Cortes Generales. Pero todo cambió 24 horas después de este primer envite de la partida, activando las alarmas tanto a un lado como al otro del eje catalán.
El escondite republicano
El lunes, Junts; el martes, PSC. Dos pactos en dos escenarios distintos que no arrojan ni un ínfimo haz de luz a la identidad del próximo president de Cataluña. En menos de 48 horas, los republicanos han dilapidado toda teoría que auguraba una repetición electoral tras entregar a los neoconvergentes la Mesa del Parlament, siendo este el primer paso que ansiaban los de Carles Puigdemont para que su líder presentara candidatura para su “restitución”. Pero el optimismo neoconvergente caería en saco roto el martes, cuando a última hora de la tarde-noche trascendía un principio de acuerdo con los socialistas en Barcelona.
Tras el fracaso de los Presupuestos municipales, Collboni se vio obligado a abrir conversaciones con el resto de fuerzas políticas, con preferencia tanto a su izquierda como en la órbita nacionalista. Las negociaciones se frenaron por la vorágine electoral, pero tras las europeas se reactivaron unos contactos que desembocan en el voto favorable de los republicanos a las cuentas públicas, la inclusión de Elisenda Alamany y Jordi Castellana a las carteras de Promoción Económica y Derechos Sociales.
El pacto no es oficial, dado que los republicanos lo someterán a la votación de su militancia en la federación de Barcelona, en buena medida por la división interna en la formación sobre la conveniencia de gobernar con el alcalde socialista, con quien han mantenido profundas discrepancias. Un acuerdo que se registra en plenas negociaciones para la investidura de Salvador Illa, aunque tanto el PSC como ERC guardan secreto. Eso sí, en caso de fumata blanca, habrá plebiscito interno para ratificar o rechazar dicha posición.
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