Ha sido un Día de la Constitución anómalo, crispado, menos dado a la pompa y más volcado en apretar en lo discursivo de cara a un año electoral que arranca en apenas unas semanas dando el pistoletazo de salida a una contrarreloj que dirimirá el futuro de la nación: “Todo puede cambiar en 2023”, ha advertido Isabel Díaz Ayuso frente a unos micros por los que han ido desfilando diputados y presidentes autonómicos a lo largo de la mañana. La presidenta de la Comunidad de Madrid, además, no ha dudado en poner deberes al líder de su partido, Alberto Núñez Feijóo, escasos minutos antes de que compareciese: “El líder de la oposición no puede soportar esa máquina en contra”, ha advertido, en referencia a una hoja de ruta legislativa compartida con socios independentistas que hoy han decidido no acudir a este acto de conmemoración de la Carta Magna.

Un día grisáceo, engalanado por la bandera rojigualda izada a las diez de la mañana frente a cientos de ciudadanos que, impedidos, cotilleaban tras el dispositivo de seguridad que les dificultaba el paso desde bien temprano por la Carrera de San Jerónimo. A muchos de ellos se les ha podido escuchar a viva voz: “Sánchez dimisión” o “Bildu etarras” eran cánticos habituales entre los presentes, que, desgañitados, aprovechaban la fecha para plasmar su rechazo a los socios del Gobierno. Algo que también ha aprovechado Vox para, directamente, no acudir, explicando que no se puede acudir a esta “pantomima” organizada por el Gobierno cuando pactan con quienes quieren destruir la Carta Magna que hoy se celebra. En la esquina de Cedaceros, un stand del PP de Madrid con pegatinas y todo tipo de merchandising promocional de Ayuso. Premonitorio. Como para tomar nota.

Y así lo ha hecho Feijóo, que, poco después, como si el discurso hubiese sido escrito por la misma persona en Génova y en Sol, ha cimentado sus minutos en la misma idea que su baronesa: “Ellos son los que marcan la hoja de ruta en España”, ha arremetido el líder del PP. “Si quieren que la Constitución se siga defendiendo, los españoles pueden decidirlo a finales del próximo año. No hay otras posibilidades”, ha sentenciado el presidente popular. Discurso calcado al de Ayuso, que también ha cifrado en las próximas citas con las urnas el momento de defender la Carta Magna frente a un orden que, en su opinión, lleva tejiendo el Gobierno junto a sus socios “durante mucho tiempo mientras el resto de los españoles trabaja”: “Esta Constitución no es perfecta, no es de nadie y es de todos. Todos cambiaríamos algún artículo, pero su fortaleza reside en saber ceder. Debemos tener paciencia, convicción y firmeza para cumplirla, y ojalá para ello haya unas instituciones fuertes y un Constitucional independiente", ha explicado Ayuso.

Con Feijóo cumpliendo a rajatabla con lo preestablecido por Ayuso, y desoyendo así a un Juan Manuel Moreno Bonilla que pedía prudencia para volver a tender puentes –“los españoles quieren que nos serenemos y que encontremos más puntos de encuentro que de desacuerdo. Hace falta más serenidad, concordia e institucionalidad”-, la desunión de un PP dominado por la voz de las baronías ha quedado en segundo plano tras el polvorín desatado en Ciudadanos: “Estoy convencida de que Edmundo volverá a la lista unitaria”, ha indicado Arrimadas, quien ha pedido a sus compañeros que “cojan más el teléfono y menos los micrófonos”: “Esperamos que esta crisis dure poco”, proseguía, indicando que el grupo parlamentario sigue unido.

Declaraciones que chirriaban en las caras de los periodistas, que, en medio del caos de diputados e invitados presentes en un patio abarrotado y en ambiente festivo, preguntaban a fuentes de primer nivel en Ciudadanos para constatar que los puentes hace tiempo que se dinamitaron: “La líder liderísima no puede decirnos qué hacer”, bromeaba alguien muy cercano al entorno de Edmundo Bal. “Es tarde”, indicaban estas mismas fuentes, que reconocían que las llamadas para tratar de sumar apoyos férreos y potentes ya hacía tiempo que habían empezado de uno y otro lado.

Más sereno, y siendo el único que ha respetado la ceremonia habitual de este evento sin profundizar en crípticos mensajes de doble filo para buen entendedor, el presidente del Gobierno ha comparecido durante algo más de cinco minutos para dar un breve discurso: “Hoy estamos celebrando la conquista de la democracia. Hay al menos un nexo de unión entre la España del 78 y la de hoy, que es la voluntad de mirar siempre hacia adelante. España, aun con toda esa complejidad, es el partido que más crece de la UE, que menos inflación tiene…”, ha recordado, profundizando en esta idea y marchando rápidamente para la escalinata del Congreso, donde aguardaban sus señorías desde hacía cerca de quince minutos.

El discurso de Batet

Con todo esto como telón de fondo, y con los pocos socios del Gobierno que han acudido criticando el reparto de la Agencia Espacial y la Agencia de Inteligencia Artificial -como ha hecho el propio Tomás Guitarte, líder de Teruel Existe-, ha llegado el momento de Meritxell Batet, presidenta del Congreso y encargada de dar el discurso más esperado de la mañana frente a los leones de Daoíz y Velarde, encargados de velar por la seguridad del Congreso: “Las generaciones que elaboraron y ratificaron la Constitución protagonizaron una revolución fraternal contra las frustraciones del pasado y sentaron las bases para que España pudiera aspirar a “su infalible mañana”, como quería Machado”.

“La materia política que dio forma a nuestra Constitución no fue el miedo, el miedo a repetir errores, el miedo al anquilosamiento, el miedo a los males sufridos. Si hubiera sido el miedo lo que hubiera movido la elaboración de la Constitución hubiéramos tenido, probablemente, un texto más largo, más prolijo, que se hubiera llenado de seguridades y mandatos concretos, como a veces se puede encontrar en el constitucionalismo comparado. No fue el miedo. La materia política de nuestra Constitución es la esperanza”, ha proseguido Batet, en una oda a la Constitución con la que ha demandado unión frente a las adversidades, capacidad de diálogo y negociación y la reducción de una crispación que en los últimos días se ha visto incrementada y ha provocado que su figura en la Cámara Baja haya sido cuestionada incluso por los socios del Gobierno.

“Las instituciones pertenecen a los ciudadanos que las confían en depósito a los responsables políticos para guardarlas y velar por su correcta función. Los deberes que impone esa relación de confianza nos exigen una conducta de máxima diligencia”, ha proseguido. “Tomás y Valiente nos ofreció una máxima de experiencia que debemos tener siempre presente: “Las instituciones ganan o pierden prestigio por lo que hacen, pero también por lo que con ellas se hace”, ha sentenciado.

Antes de ello, y sacando pecho de una sociedad española alejada del escaño, Batet ha hablado de la edición de libros, del número de donantes de órganos, de quienes se quedan en casa cuidando y protegiendo a aquellos que lo requieren y de Pablo y Sara, los dos astronautas españoles que se han convertido en auténtica marca España: “Nuestros abuelos y nuestros padres tuvieron un sueño y nosotros estamos viviendo ese sueño. Tengamos la ambición de entregarles todavía uno mejor a ellos”.

"Eso es lo que esperan los ciudadanos y las ciudadanas de sus representantes, que la palabra se utilice para argumentar, no para herir. Para proponer, no para ofender. Para construir, no para zaherir. En nuestras manos está no defraudar esa confianza", ha sentenciado.