Las protestas contra las medidas implantadas por el Gobierno se han ido agravando en los últimos días. Lo que empezaba con apenas altercados en el barrio de Salamanca contra el confinamiento domiciliario y seguía con una dinámica similar en los barrios humildes de Madrid, confinados por la presidenta regional, ha continuado de manera ya beligerante en las calles de algunas ciudades españolas.

Los altercados obedecen a grupos reducidos, es cierto, y que no se corresponden con el resto de congregados (PYMES, autónomos, hosteleros, artistas, jóvenes…) que buscan otras vías para mostrar su descontento. Los motivos que llevan a la mayoría de los asistentes a reivindicar sus quejas de forma legítima fueron explicados por los expertos consultados en el primer reportaje de esta serie que se culmina con este artículo y que puedes volver a leer clicando en el siguiente enlace: De las caceroladas a los disturbios: la crisis económica y el hartazgo juvenil, caldo de cultivo para el identitarismo de extrema derecha (I).

Los actos violentos, sin embargo, están siendo alentados, según los analistas consultados, por la extrema derecha. Una cuestión de desobediencia contra el sistema que puede ganar adeptos si proliferan sus actuaciones. En el segundo de los reportajes de esta serie (Juventud y atracción a la violencia, el peligro de la escalada de tensión: “Si los radicales triunfan, ganarán adeptos”) analizamos el perfil de los grupos falangistas y neonazis que participaron, así como el problema estructural de la erotización de la violencia que puede suponer una implicación de la juventud en estos altercados.

Por último, desde ElPlural.com volvemos a dar voz a los expertos a fin de analizar las posibles soluciones que plantean para reducir los disturbios y el malestar galopante.

Soluciones políticas y sociales

Desde un ámbito estrictamente político, la profesora de estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y doctora en Ciencias Sociales, Natalia Cantó, es clara: “No hay que dejar que la extrema derecha canalice todo el malestar de un sector de la población creciente que lo está pasando mal”. “Necesitamos como sociedad que los malestares no sean descalificados como 'ahora no es el momento' o 'ahora toca ser unidos'. En un país donde la desigualdad es tan alta la forma de estar unidos debería gestionarse de forma diferente”, añade.

A partir de un punto de vista social, la profesora en los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la misma universidad y docente asociada en la Universitat Pompeu Fabra (UPF), Ana Sofía Cardenal, incide en la necesidad de incorporar a los jóvenes al mundo laboral: “Hay que pensar en esta juventud que no tiene futuro con programas específicos, para integrar y estimular a nuestros jóvenes”.

Desde un punto de vista más científico, el director de la investigación europea ALLINTERACT, José Ramón Flecha, sostiene que la solución pasa por hacer de 0 a 18 años “una socialización preventiva de todo tipo de violencia logrando que los violentos no tengan más éxito que los no violentos en sus relaciones personales”. Flecha explica que es necesario “promover una gran campaña de socialización preventiva quitando atractivo a quienes participan en los altercados” e “impregnar al sistema educativo de esa socialización preventiva, como ya están haciendo con éxito muchas escuelas”.

Al margen de los violentos

Pero los expertos piden altura de miras y no dar voz únicamente a los provocadores e instigadores de los disturbios. De hecho, recuerdan que la mayoría de los jóvenes congregados reivindican sus preocupaciones legítimas. Incluso se han podido ver imágenes de chavales que han colaborado limpiando sus ciudades.

Es el ejemplo de Pablo Alcaide, un joven de 16 años de Logroño que, junto a otros amigos, se encargó el domingo de recoger las calles que el sábado por la noche otros habían dejado maltrechas. "Yo tengo una madre barrendera y sé lo que es deslomarse la espalda para poder dar un plato de comer… Estamos hartos de pagar todos por un grupo de violentos”, dijo en un discurso que conmocionó, entre otros, a Pedro Sánchez, quien publicaba en su cuenta de Twitter que esta es “la juventud de nuestro país: generosidad, responsabilidad, compromiso”.

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Una labor a la que Ana Sofía ha querido referirse también en sus declaraciones: “Creo que los mismos jóvenes pueden salir y responder diciendo que esta no la respuesta de todos los jóvenes. Esto puede ser positivo”.

El Gobierno pide que frenen los disturbios: “La violencia no es el camino”

No solo Pedro Sánchez se ha pronunciado sobre los altercados. Desde Moncloa, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, señalaba el pasado miércoles en la reunión del consejo interterritorial que este “no es el camino”. “El camino lo marca la ciencia, el que indican los expertos y hay que tener confianza. El negacionismo, la banalización y las actitudes incívicas y violentas no”, añadía en sus declaraciones.

Un llamamiento que se producía minutos después de que el consejo interterritorial, en su conjunto, realizara un manifiesto condenando las imágenes más deleznables de las protestas. En el texto se recogía un mensaje claro, sentenciando que quienes "alientan y participan" en los disturbios tratan en vano de "socavar la esperanza en una solución científica" y de "destruir el nexo entre la ciudadanía y las instituciones democráticas".