Un desayuno tempranero en la Moncloa entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz sirvió para templar ánimos y cerrar el acuerdo entre los socios de la coalición de gobierno para que la reforma laboral salga adelante. Además, la primera reacción de la patronal, templada y con ganas de ganar tiempo para estudiar el último texto pactado, apunta a un desenlace razonable.

Aunque los equipos de la Moncloa y del ministerio de Trabajo habían trabajado duro el acuerdo, que se resistió hasta el último momento, el apretón de manos después de ese café privado puso fin al tira y afloja de las últimas semanas.

Una vez más, Pedro Sánchez, tan despreciado por la derecha, supo estar ser persuasivo y mostró una vez más su capacidad de liderazgo. Por algo asumió en su día encabezar un complicado Gobierno de coalición y ahora estaba obligado a ser el artífice de esta buena armonía.

En términos de lo tuyo y lo mío, el comunicado del Gobierno habla de derogación que era la gran condición de entrada de Unidas Podemos. También anuncia que se empeñarán en buscar un acuerdo justo y equilibrado, que incluya a todas las partes. Una de ellas, el empresariado, que pone claramente en valor el mantenimiento del diálogo social, parece que no rehuirá el acuerdo alcanzado. Además, las posiciones que mantenía Nadia Calviño, vicepresidente primera, están en buena parte incorporadas los que supone haber trasladado calma al sector empresarial. Un objetivo que los socialistas siempre mantuvieron.

Después del desayuno tempranero, Yolanda Díaz llegó al Congreso y dejó clara la nueva situación de concordia. El presidente Sánchez, la señora Calviño, el PSOE, Unidas Podemos y yo misma, dijo, tenemos claro que vamos a acabar con el modelo de precariedad que diseñó el Partido Popular y que vamos a mejorar la vida de los trabajadores y trabajadoras de nuestro país. Así, dio por canceladas las rencillas entre las dos vicepresidencias.

Por su parte, Nadia Calviño se mostró feliz en la Cadena SER por los buenos datos del desempleo que siguen su tendencia a la baja, desechó los conflictos personales, dejó clara la idea de que lo importante es mirar hacia el  futuro y “poner piezas en la reforma laboral para un estatuto de los trabajadores del siglo XXI”. Calviño recordó la importancia de los Presupuestos del Estado, en trámite parlamentario, para canalizar las ayudas europeas que ella, lo sabe bien, tan arduamente ha negociado.

Aún queda mucho por andar hasta que lleguen a buen puerto los asuntos pendientes, que son los que se han comprometido con Bruselas y que marcan las claves de la reforma. Pero, el paso decisivo ya se ha dado y ahora toca mantener el buen ambiente para trabajar. Una vez más, la cuerda entre los dos socios de la coalición se ha tensado pero no se ha roto.