"Lo siento, me he equivocado y no volverá a ocurrir". Esta frase marcó un antes y un después en España. Era abril de 2012 cuando dio comienzo el inicio del fin del poder del rey Juan Carlos I. Fue en un viaje a Botsuana (África), al que fue acompañado por Corinna Larsen, y que, en un principio se intentó ocultar al público. Sin embargo, después de la caída y fractura de cadera del monarca en una cacería de elefantes, se dió a conocer el asunto. 

El accidente fracturó mucho más que los huesos del rey, fracturó su mandato, que comenzó a quebrarse. Un monarca cazando elefantes en plena crisis económica propiciada por el gobierno de Mariano Rajoy, meses después de reformar la Constitución para garantizar el pago de deuda, era una imagen que no se olvidaría y que muchos no perdonarían. 

A esto se sumaron el primer aniversario del 15M, la quiebra de las cajas de ahorros por la mala praxis de los gestores (que se iban llenando los bolsillos), los escándolos de las hipotecas y los desahucios. Y en ese marco, se descubre que el rey mantiene una relación sentimental, precisamente con la mujer que le acompañaba en el viaje. 

Aquella frase tan destacada, que a día de hoy se sigue recordando, no fue suficiente. Tal vez él mismo fue consciente de que su declive comenzaba. Dos años más tarde abdicó en favor de su hijo para preservar la Corona y cinco después se retiró de la vida pública. 

Venta de armas y su nombre en los 'papeles de Pandora'

Progresivamente fueron publicándose nuevas informaciones sobre el rey emérito. Su relación con la venta de armas ya se conocía, al igual que las investigaciones de la Fiscalía o las comisiones que recibió por sus negocios. 

En 2021 se descubrió que también aparecía, aunque de forma indirecta, en los 'papeles de Pandora'. Según la documentación revelada por la investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), la protagonista principal es Corinna Larsen, que quiso legar a Juan Carlos I el "30% de los ingresos provenientes del Fondo de Inversiones hispano saudí", el cual el propio rey emérito patrocinó y para el que ella había trabajado. 

Dinero y escándalos que pasaron a Arabia Saudí

En 2014, tras los escándalos provocados por la caza de elefantes y después de 40 años en el trono representando la transición, Juan Carlos I abdicó. 

La Fiscalía del Tribunal Supremo de España comenzó en 2020 a investigar su finanzas, por fraude fiscal, y él abandonó el país. Semanas más tarde apareció en Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos, donde posteriormente se asentó a vivir. 

Corinna Larsen reveló en 2012 que el rey le transfirió 65 milones de euros. Esa cifra es la misma que Juan Carlos recibió como comisión por su mediación para un consorcio español que se iba a encargar de la construcción de una vía férrea en Arabia Saudí. Esto hizo que Suiza y España investigaran al emérito. 

Muchas de las causas que se abrieron contra él, no obstante, han sido retiradas. En Suiza, los fiscales declararon que abandonarían el caso de blanqueo de dinero de Juan Carlos, el cual implicaba sobornos. Y en España, se detuvo otra investigación contra el monarca cuando pagó más de cinco millones de euros atrasados en impuestos. 

Salvado (o no) por la Corona

La figura que representaba Juan Carlos I ha sido la que le ha salvado. La inmunidad y la inviolabilidad de su figura han hecho que los presuntos casos de corrupción pasaran a un segundo plano, porque tuvieron lugar antes de la abdicación, cuando gozaba de inmunidad judicial. 

Su examante, Corinna Larsen, acabó demandándole por acoso, hostigamiento y amenazas ante la justicia británica y pidió una orden de alejamiento. La denuncia sostiene que el CNI le realizó un "seguimiento" desde 2012. 

Recientemente, la justicia británica ha dictaminado que Juan Carlos no tiene inmunidad y podrá ser juzgado, ya que considera que no forma parte de la familia real conforme a las leyes inglesas y que los actos de acoso denunciados por su ex amante no están amparados por la inmunidad de la que gozaba con anterioridad. 

Pese a todo, una frase del periodista Iñaki Gabilondo resume a la perfección la situación que Juan Carlos I lleva arrastrando desde el incidente de la caza de elefantes y que le acompañará para siempre: "Puede que esté libre de la ley, pero su reputación ha quedado completamente manchada".