La presidenta in péctore de Madrid es poco más que una joven espabilada, con mucha soltura para repetir los mensajes que le preparan sus asesores y la suficiente frescura para asumir la tarea de ir soltando proclamas contra el rival que más convenga, y con la desvergüenza que haga falta. Eso sí, siempre que sean intervenciones breves para evitar liarse al explicar gestiones o proyectos. En esos casos, como se ha visto, puede llegar a naufragar en aguas procelosas.

Dicho esto, no habría que extrapolar los resultados de la consulta del día 4, con la interpretación prefabricada de que Pedro Sánchez ha sido el gran derrotado. Los estudios más recientes confirman que en las filas progresistas no hay deserciones contra Sánchez, sin olvidar que, por ahora, conserva su mayoría parlamentaria.

Es indiscutible que el PP ha ganado en la Comunidad de Madrid de forma contundente, pero algunas interpretaciones teledirigidas se empeñan en ver los resultados de estos comicios como un plebiscito contra Pedro Sánchez, cuando las elecciones generales contienen otras dinámicas y diferente recorrido.

Al inicio de la campaña, abatir a Pablo Iglesias en su propio espacio político, parecía un objetivo primordial. Más tarde, su presencia se convirtió en objeto de deseo para que las fuerzas progresistas consiguieran sumar más escaños que PP y Vox. Así lo ha visto el propio candidato que ha proclamado haber sido “el chivo expiatorio”. Su abandono de la política, después de una experiencia poco exitosa como vicepresidente del Gobierno, y tras haber sufrido amenazas y todo tipo de descalificaciones, ha decidido no ser un tapón para la renovación de la izquierda.

Quien seguirá brillando con luz propia es Mónica García, de Más Madrid, que ha superado en votos a los socialistas. Su talante práctico, empático y cercano a los problemas de los ciudadanos le será muy útil en el medio plazo. En cuanto al candidato socialista Ángel Gabilondo, un intelectual valioso y respetado, se ha volcado en poner sosiego al vocerío, sin lograrlo.

"Esperábamos que la defensa de las políticas públicas se abriera paso y esto no ha sido así”, admitió al conocer su derrota. Y mientras la ganadora se felicitaba por buena suerte, Gabilondo insistía en que las políticas públicas son el mejor camino para Madrid.

En estos dos años que quedan por delante hasta otra llamada a las urnas, el Gobierno de Madrid será mucho más placentero para el PP. No se verán obligados a aguantar al partido naranja contradiciendo sus decisiones y tendrán las manos libres para ceder a las presiones de la ultraderecha.

Es un plazo que el PSOE debería aprovechar para recuperar a la ciudadanía que lo ha ignorado y también para articular un frente opositor con Más Madrid y Podemos. Pero también es un tiempo en que el presidente del PP, Pablo Casado, debe conseguir un perfil no titubeante como primer partido de la oposición, y encontrar fórmulas para su propia supervivencia. No nos engañemos, uno de los más perjudicados por el efecto Ayuso es Pablo Casado que ha actuado apenas de telonero en esta obra. Vamos a ver cómo se recompone.