La princesa Letizia y el príncipe Felipe a su llegada a la ceremonia de investidura del rey Guillermo-Alejandro en la catedral de Nieuwe Kerk (iglesia nueva) en Ámsterdam (Holanda). EFE La princesa Letizia y el príncipe Felipe en la investidura del rey Guillermo-Alejandro en la catedral de Nieuwe Kerk (iglesia nueva) en Ámsterdam (Holanda). EFE



Lo que le faltaba a la princesa de Asturias. No puede decirse que a la nuera del Rey le estén ayudando ni los comentarios que vienen desde su propia familia, ni de las páginas de sociedad. Esta vez es Boris Izaguirre quien le da una buena sacudida en un artículo en El País con motivo de la ceremonia de abdicación de la reina de Holanda. El escritor y showman venezolano recomienda a Letizia “ensayar un poquito más estas aristocráticas apariciones, disimular con más convicción el desinterés que siente por ellas”.

"Una profesional atrapada en un palacio"
Izaguirre, que ve a la princesa como “una profesional atrapada en un palacio” echa de menos en ella “la gestualidad y glamour latino” de Máxima, quien “no solo estuvo regia en su investidura sino que demostraba estar pasándoselo genial con el subidón al trono”.

La tiara de la boda de Urdangarin
Boris Izaguirre destaca el hecho de que la princesa de Asturias se sentara cerca de la jequesa de Catar Sheikha Moza bint Nasser y que luciera la tiara que “empleó en la boda de Urdangarin, quién ahora está pendiente de su contrato de trabajo allá en el emirato. Letizia no quería dejar pasar la oportunidad de recordárselo de alguna manera a la jequesa antes de que esta se quitase su turbador turbante”.

Un trabajo más
Izaguirre recomienda a Letizia que ensaye, al menos, un poquito más sus apariciones aristocráticas para “intentar disimular con mas convicción el desinterés que siente por ellas”. "Tómese estas situaciones precisamente como un trabajo. No debería seguir apareciendo guapa pero con el rostro tenso marcado por el ‘vámonos cuanto antes, que rollo!’, escribe Izaguirre.

La sucesión de la Corona en Holanda
El showman, por otra parte, subraya la normalidad de la sucesión en Holanda, que confirma, según afirma que “nada es mejor para cualquier corona que la renovación y el oxígeno del carnaval que le acompaña”.

Para Izaguirre, lo sucedido en Amsterdam tiene “un efecto realmente balsámico”, que “es comprobar la ausencia de trauma en la abdicación! Sencillamente, te peinas y te arreglas bien, convocas en un maravilloso salón con una solida mesa de caoba y enmarcas en un buen libro el acta de renuncia, te sientas junto a tus sucesores, firmas y… ¡traspaso de poderes listo! Se inicia una nueva etapa, se recupera la credibilidad y, lo dicho en El gatopardo: que todo cambie para que todo siga igual. Ni peros constitucionales, ni melones abiertos. Cuando las encuestas indican que bajas, la mejor manera de recuperar es renunciar”, afirma el escritor.